ALBERTO AYALA-EL CORREO

El PNV celebra este fin de semana su asamblea general. Y los jeltzales llegan a su cita -un tanto descafeinada sin nueva ponencia política ni cambios en la ejecutiva, que se renovó en diciembre- tocados, tras ofrecer síntomas de estar perdiendo reflejos.

El partido de Ortuzar ha salido tocado del juego político cruzado de la última semana. Por errores propios. Y porque EH Bildu y Pedro Sánchez así lo han querido. La izquierda abertzale ha ganado la mano a un PNV descolocado.

Cuando se ha tenido, y se tiene, tanto poder en Euskadi y tanta capacidad de influencia en Madrid existe el riesgo de pecar de prepotencia y caer en la soberbia. O sea, de meter la pata. Y eso les ha ocurrido a Ortuzar y a Urkullu.

El lehendakari veía el lunes cómo el TSJPV tumbaba otra vez, sin argumentos serios, su petición para imponer el pasaporte Covid para determinadas actividades. Nuevo jarro de agua fría sobre Ajuria Enea, que anunció que no recurriría al Supremo español. Pero si se pide el pasaporte por entenderlo necesario para combatir la Covid, negarse a acudir al alto tribunal sólo podía interpretarse como otra muestra de soberbia. Al final Urkullu ha reculado y habrá recurso.

Segundo incendio en pocas horas: la proposición del PNV en el Congreso para crear una denominación específica para el vino de Rioja Alavesa. El rechazo mayoritario del sector, el monumental cabreo de La Rioja (que gobierna el PSOE) y, sobre todo, el aviso socialista de que votarían en contra, con lo que la propuesta saldría derrotada, llevaron a Aitor Esteban y los suyos a plegar velas deprisa, corriendo y mal.

Cuando se ha tenido, y se tiene, tanto poder en Euskadi existe el riesgo de pecar de prepotencia

Pero, sin lugar a dudas, lo que más habrá dolido y preocupado en Sabin Etxea es que EH Bildu les haya ganado este año la mano en la negociación de los Presupuestos de Pedro Sánchez. El bloque independentista progresista ERC-EH Bildu cerraba un acuerdo con el Gobierno de izquierdas, nada oneroso para éste, que junto al respaldo de otros grupos menores de izquierda, hacía innecesarios los votos del PNV. Los jeltzales han dado y mantendrán su ‘sí’ a las Cuentas mientras tratan de cerrar la encomienda de gestión de las obras de soterramiento del TAV en Bilbao y Vitoria. Pero el golpe de mano quedaba servido.

El PSOE asegura que el episodio no cambia su consideración del PNV como socio preferente. Pero, ¿rebaja su disposición a abonar facturas tan elevadas como las que venía pagando a los jeltzales por su apoyo? Está por ver.

La izquierda abertzale no se ha quedado ahí. En las últimas horas se ha mostrado dispuesta a apoyar las Cuentas del Gobierno Urkullu. Como ya ha hecho con las de Navarra y el Estado cerrando así el círculo Pamplona-Madrid-Vitoria.

No faltan quienes creen ver en estos movimientos un paso determinante hacia el final de la colaboración entre el PNV y el PSE y el advenimiento de un tripartito de izquierdas. Es una posibilidad, aunque dudo que a corto.

El PSE debe aumentar su escaso peso actual. Yolanda Díaz lograr que su Frente Amplio cuaje e invierta la curva descendente de Podemos en Euskadi. Y, sobre todo, la izquierda abertzale dar más pasos en su condena del terrorismo… y que Otegi se eche a un lado para que la operación no suponga la tumba electoral del PSOE en España.

¡Ah! Las fuerzas abertzales ni han quemado, ni quemarán, sus carpetas soberanistas. Sólo están en sendos cajones.