Los jeltzales votarán a sus propios aspirantes en todas las instituciones, lo que acerca a Agirre al sillón foral alavés
El PNV no se casa con nadie. Tras dos semanas mareando la perdiz, los jeltzales destaparon ayer sus cartas, que escondían una estrategia en apariencia sencilla pero a la vez toda una declaración de ingeniería política. Nada de pactos, nada de acuerdos. O lo que es lo mismo, nada de ataduras ni de posibles lastres. La jugada consiste en trasladar el peso de la responsabilidad sobre el futuro de las instituciones vascas a sus rivales -sobre todo al PSE, que tendría en sus manos evitar un Ejecutivo de Bildu en Guipúzcoa- e intentar así cerrar la cuadratura de círculo, conservando todo el poder institucional que puedan retener. El presidente peneuvista, Iñigo Urkullu, trasladó ayer por la noche al máximo órgano del partido, la asamblea nacional reunida en Sabin Etxea, la decisión que poco antes había tomado el EBB: presentar a todos los candidatos jeltzales a diputaciones y ayuntamientos y votarse a sí mismos en todas las instituciones.
La apuesta parece a priori redonda porque, partiendo de los movimientos adelantados ya por sus adversarios políticos, permitiría en principio al PNV conservar dos de las tres diputaciones pese a haber sido la fuerza más votada solo en Vizcaya y, además, dejar que Bildu se desgaste a fuego lento en un Ejecutivo foral, el guipuzcoano, de difícil gestión para una coalición lanzada de improviso al estrellato y con escasas posibilidades de acuerdo por lo alejado que su programa está de las propuestas del resto.
De esa manera, el PNV cree poder afrontar con garantías las elecciones en las que tiene puestas todas sus esperanzas a medio plazo, las autonómicas de 2013, y cumple la promesa que Urkullu ha reiterado machaconamente desde el 22-M, la de no embarcarse en una política «de frentes» sin renunciar por ello a defender su proyecto. «Es una decisión que trata de preservar, por encima de todo, la coherencia», resumen fuentes del EBB. La nota que el partido envió al filo de las diez de la noche también apunta en esa dirección. De forma muy escueta, anuncia que el próximo sábado -la fecha para la constitución de los ayuntamientos- presentará a sus aspirantes en todos los municipios en los que tenga presencia y votará por sus cabezas de lista. De la misma manera, pondrá sobre la mesa las candidaturas de José Luis Bilbao, Markel Olano y Xabier Agirre para poder «confrontar su programa con el de otros aspirantes». A partir de ahí, y salvo que «concurran otras circunstancias que ahora no se prevén», los junteros jeltzales respaldarán a sus propios candidatos.
El PNV evita así recoger el guante que le han lanzado socialistas y populares para apoyar a la fuerza más votada entre las tres y evitar así que Bildu toque poder. Los jeltzales han tenido claro desde antes de las elecciones que en ningún caso iban a comprometerse en acuerdos de tipo global con PSE y PP, no solo porque su pacto para desalojarles de Ajuria Enea aún pesa, sino también porque una parte muy importante de su base social no lo entendería. Además, tampoco quiere maniobrar activamente para cortar el paso a Bildu y estimular así la sensación de agravio en una coalición emergente, que les pisa los talones a 20.000 votos.
En la práctica, sin embargo, hay una posibilidad cierta de que Bildu se quede en la oposición en las Juntas guipuzcoanas pese a haber obtenido una contundente victoria con 22 escaños, ocho por delante del PNV. Si PSE y PP apoyan a Olano, el aspirante peneuvista obtendría 27 votos, tres más de los que suma la alianza abertzale con Aralar. No obstante, el PSE, temeroso de una jugada como la que el PNV destapó ayer, ya ha advertido -públicamente y por boca de un dirigente plenamente autorizado como Rodolfo Ares- que sin un acuerdo global que les permitiera conservar las alcaldías de San Sebastián, Andoain y Rentería en ningún caso apoyarían al PNV. No obstante, los jeltzales se han adelantado para garantizar a su ahora más acérrimo adversario un junio de presiones y desvelos, aunque creen que Bildu terminará gobernando. Es de esperar que parte del empresariado guipuzcoano, muy reacio a la postura de Bildu sobre las grandes infraestructuras o en políticas fiscales, el PP o incluso las víctimas apremien al PSE para que colabore para arrebatar la ‘makila’ a Martín Garitano.
En Álava, la ‘hoja de ruta’ sellada por el EBB acerca, como exigía el líder jeltzale en el territorio, Iñaki Gerenabarrena, el sillón foral a Xabier Agirre. Si EB apoya finalmente al candidato peneuvista, tendría garantizada la reelección porque Bildu ya le ha regalado gratis su apoyo, aunque ha advertido de que «empieza y termina» en la sesión de investidura. En Sabin Etxea admiten que es un «caramelo envenenado» que solo busca el desgaste de un Agirre que gobernaría en solitario con solo 13 junteros de 51. De hecho, los jeltzales habían barajado también dejar gobernar al ganador, el PP, pero esta opción les plantea menos problemas de coherencia interna. En los ayuntamientos la decisión podría permitir al PNV hacerse con alcaldías en las que Bildu obtuvo la victoria -por ejemplo, Llodio o Elorrio- si algún otro grupo le apoya.
EL CORREO, 7/6/11