La oferta peneuvista supone una tentación para los socialistas, en especial para aquellos sectores del PSE más reacios a entenderse con el PP. Por tanto, el movimiento del PNV puede intensificar las diferencias en el seno de los socialistas vascos.
El Partido Nacionalista Vasco ha salido del desconcierto en el que le sumieron los resultados de las elecciones del 1 de marzo que le hicieron perder el poder. La formación que lidera Iñigo Urkullu ha presentado a los socialistas una propuesta para alcanzar un pacto de estabilidad institucional, con compromiso de respaldo presupuestario en todos los niveles, que puede condicionar el juego político en Euskadi a corto plazo.
La iniciativa, de entrada, devuelve al PNV la iniciativa política que había perdido tras pasar a la oposición y, además, le permite recuperar la imagen del partido con capacidad para el pacto transversal que ha tenido tradicionalmente y que había ido abandonando en la última década bajo el liderazgo de Juan José Ibarretxe.
Si el factor principal de su salida del poder fue la incapacidad para el acuerdo con socialistas o populares, la oferta presentada al PSE es un primer paso para salvar ese déficit. La mano tendida del PNV –a falta de conocer la letra pequeña, si es que la hubiera– puede afectar al pacto entre el PSE y el PP que ha permitido a Patxi López llegar a la presidencia del Gobierno vasco y que garantiza su estabilidad en el Parlamento.
En estos momentos, el PP está presionando al PSE para presentar una moción de censura en Álava que permita a los populares hacerse con el control de esa Diputación. Sería la contrapartida al apoyo que ha hecho lehendakari a Patxi López. El PNV percibe una amenaza cierta al gobierno que lidera en la Diputación alavesa.
Las reclamaciones del PP chocan con las reticencias de los socialistas alaveses, que gobiernan el Ayuntamiento de Vitoria con apoyo del PNV, aunque encuentran más comprensión en el PSE de Vizcaya o de Guipúzcoa. Y chocan también con la presión que para los socialistas supone el reciente sondeo del Euskobarómetro que revelaba que el 61% de los ciudadanos no veían con buenos ojos el acuerdo existente entre socialistas y populares, al tiempo que predominaban los partidarios de que el PSE se entendiera con el PNV.
En este contexto, la oferta peneuvista supone una tentación para los socialistas, en especial para aquellos sectores del PSE más reacios a entenderse con el PP. Por tanto, el movimiento del PNV puede intensificar las diferencias en el seno de los socialistas vascos.
Además, si el PSE busca acuerdos con el partido de Urkullu, estaría sintonizando con una parte importante de la opinión pública, pero al mismo tiempo tendría un poco más difícil echar a los nacionalistas de la Diputación alavesa, lo que se traduciría en el distanciamiento de los populares que, hoy por hoy, constituyen la primera y más sólida garantía de estabilidad para el Gobierno de Patxi López.
A falta de saber cómo evoluciona la iniciativa del PNV, de momento este partido ha demostrado ser un jugador hábil que ha puesto a los socialistas y los populares vascos a la defensiva.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 8/7/2009