EL CORREO 14/01/14
· Ortuzar justifica la convocatoria conjunta de la manifestación por los presos para evitar una «batalla campal» e insta a la izquierda abertzale a hacer «pedagogía» entre sus bases
· El Euskadi buru batzar se reunió ayer en la sede jeltzale de San Sebastián de forma excepcional, en el primer aniversario del mandato de Andoni
En un clima de máxima expectación, menos de 48 horas después de la gran manifestación de Bilbao que derivó en un acto de exaltación de los presos de ETA, el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, salió a la palestra ayer para poner los puntos sobre los íes a una izquierda abertzale que parecía soñar ya con una reedición de los tiempos de Lizarra y para dar su versión de lo sucedido en una marcha que algunos simpatizantes jeltzales abandonaron precipitadamente ante los constantes gritos a favor de la amnistía y de los reclusos etarras. «El PNV no va a estar en ningún frente, ni con unos ni con otros. Ahora no es el momento de hacer frentes, sino de los acuerdos», puntualizó Ortuzar, consciente de que, desde que el viernes decidiera prestarse a la foto del hotel Carlton con Hasier Arraiz, los cantos de sirena de la izquierda abertzale para que la unidad de acción nacionalista no sea «flor de un día» han sido crecientes.
El presidente jeltzale quiso cortar de raíz las elucubraciones y aseguró que seguirá apostando por la transversalidad. «Es nuestra seña de identidad, lo ha sido siempre, también en los tiempos de Lizarra. La ponencia del PNV señala con claridad que la política de frentes ha terminado», zanjó el presidente del EBB, que se mostró convencido de que son «otros» –en referencia a la izquierda abertzale y al Gobierno central– quienes sienten «vértigo»y están «incómodos» con «esto nuevo que viene» tras el cese definitivo de la violencia de ETA hace ya más de dos años. Es más, Ortuzar dio a entender, aunque no lo dijo así, que a sus compañeros de pancarta les queda aún recorrido que hacer para que pueda existir una colaboración política más allá de la «respuesta excepcional motivada por una situación excepcional» que fue la manifestación del sábado, convocada tras la prohibición del acto de ‘Tantaz Tanta’. «Depende más de Sortu que de nosotros. Quien tiene que dar más pasos es la izquierda abertzale», advirtió.
En una comparecencia en San Sebastián, originalmente convocada la semana pasada para hacer balance del primer año de Ortuzar al frente del EBB –que se cumplió el domingo–, pero convertida en un monográfico sobre la marcha del sábado, el presidente jeltzale se esforzó en colocar a su partido en una posición central –y centrada– entre la «palmaria torpeza» del ministro del Interior y una izquierda abertzale que, a su juicio, tiene la «asignatura pendiente» de hacer «mucha, mucha pedagogía entre sus bases». Unas bases que, apuntó, aún no son conscientes de la «nueva etapa» en que ha entrado Euskadi.
Ortuzar se refirió así a la actitud que los simpatizantes de Sortu mantuvieron durante la marcha, en la que no cesaron de escucharse gritos de ‘Euskal presoak Euskal Herrira’, aderezados con la habitual parafernalia de fotos de reclusos, panfletos, octavillas y pegatinas pro amnistía y hasta colectas en favor de los encarcelados.
«La fuerza del silencio»
Un sesgo que, en privado, los jeltzales reconocen que les disgustó –«de haber visto todo lo que estaba pasando nos habríamos ido», admiten–, pero que en público se limitan a achacar a la incapacidad de los dirigentes de Sortu para «contener» a sus bases. «Muchos de los que estaban allí no se habían leído ni lo estatutos de Sortu ni el documento del EPPK ni el de los presos de Durango», apostilló Ortuzar, que lamentó que se desaprovechara «una gran oportunidad» para hacer valer «la fuerza del silencio».
En todo caso, el líder jeltzale sí reconoció sentirse «decepcionado» –ni «incómodo» ni «dolido» ni «traicionado», pero sí defraudado– con la formación de Arraiz por el incumplimiento de la «palabra dada», que pasaba por celebrar una manifestación silenciosa y sin símbolos con el lema ‘Derechos humanos. Acuerdo. Paz’. «El PNV sí cumplió con su palabra de vasco», recalcó, tras asegurar, a preguntas de los periodistas, que no se arrepiente de haber convocado una protesta a la que su partido fue «el primero» en decir que no pensaba asistir. «Alguien tendrá que analizar por qué entonces terminamos convocándola», dijo.
¿Por qué, en definitiva, decidió el PNV impulsar la protesta al alimón con su principal rival electoral? La explicación que dio Ortuzar en público coincide con la impresión de que los jeltzales quisieron evitar a toda costa tener que enviar a la Ertzaintza a impedir la marcha prohibida y los posibles incidentes que, a
buen seguro, habrían contribuido a alentar el victimismo de la izquierda abertzale y, consecuentemente, sus réditos políticos. Según dijo, el PNV actuó por «responsabilidad» para evitar una «batalla campal» en las calles de Bilbao. «¿Qué hubiera pasado si no hacemos nada? ¿Queremos volver a eso sabiendo que ETA ya no está en activo?», se preguntó Ortuzar, que achacó lo sucedido a la política antiterrorista del Ministerio del Interior, al que acusó directamente de «obstaculizar la paz» y exigió «un giro de 180 grados» porque, de lo contrario «nos tendrá enfrente». Aprovechando que el ministro Jorge Fernández Díaz se encontraba en Israel, Ortuzar recalcó que «no necesitamos ‘halcones’» y tendió la mano para seguir colaborando en una estrategia «que involucre a todos los poderes del Estado, especialmente el judicial».
De hecho, la necesidad de aplicar de forma «más inteligente, justa y gradual» la política penitenciaria desde Madrid fue una de las tres metas que se puso Ortuzar para hacer «avanzar» la consolidación de la paz en un plazo máximo de «seis meses», el mismo que fijó el lehendakari Urkullu para el desarme de ETA. La entrega de las armas fue, de hecho, el objetivo inmediato marcado por Ortuzar, que se fijó como tercer hito la reactivación de la ponencia de paz del Parlamento, que el PSE y el PP han abandonado.