EL DIARIO VASCO, 1/8/2011
El PNV mandó ayer el primer aviso al próximo inquilino de la Moncloa. Si esta legislatura ha sido «la del Estatuto», la próxima será la de «un nuevo estatus político para Euskadi». Para ello, el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, alertó del riesgo de que el próximo Ejecutivo central se apoye en mayorías absolutas, «siempre nefastas para Euskadi».
Convencido de que el 20-N marcará el inicio de un nuevo tiempo político, el PNV cree que el nuevo rumbo que ha tomado la izquierda abertzale, aceptando las «reglas y marcas de juego», obliga a doblar aun más las exigencias. «No debe existir el borrón y cuenta nueva. El PNV va a propiciar que se reconozca el dolor causado, punto de partida para todos», añadió Urkullu.
El presidente del PNV marcó ayer las líneas maestras sobre las que pivotará el futuro inmediato de su partido en la celebración del 116 aniversario de su fundación, un acto en Sabin Etxea en el que estuvo acompañado de un centenar de afiliados y simpatizantes, además de representantes institucionales y los presidentes del PNV en Gipuzkoa, Joseba Egibar, y Bizkaia, Andoni Ortuzar. Lejos de centrarse en el pasado, Urkullu abogó por reforzar los pilares de su partido y aprovechar la próxima asamblea general que celebrará el PNV para renovar el proyecto político, hacer «autocrítica», «reconocer los errores» para «erradicarlos», y regenerar «los principios y valores de transparencia y honestidad, señas del partido».
Quizá en un aviso a navegantes, Urkullu advirtió de que su compromiso de dejar de «herencia» un partido «íntegro e incorrupto» como a él le fue legado, exige tras 116 años de historia de «una estructura de personas decentes» y de «conducta honorable». Según Urkullu , «así debe y va a seguir siendo», para lo cual «necesitamos pasar el antivirus para detectar si hay troyanos que infectan nuestro propio sistema. Y si es así, aplicar los procedimientos efectivos para que el mal remita».
«El deber cumplido»
Marcadas las líneas rojas, el líder del EBB no tuvo reparos en subrayar que los últimos cuatro años han sido «la legislatura del Estatuto». «Hemos conseguido competencias negadas durante años. Hemos persistido en la defensa de los intereses de Euskadi y lo hemos conseguido. Ahora afrontamos unas nuevas elecciones generales y lo hacemos con la satisfacción del deber cumplido. Hemos conseguido inversiones, subvenciones, transferencias y más autogobierno. Ha sido la legislatura del Estatuto», insistió.
Cumplido el «objetivo», el PNV ya se ha marcado la siguiente meta. «La siguiente legislatura va a ser la de un nuevo estatus político para Euskadi». Para ello y con la vista puesta en el 20-N, Urkullu adelantó que su partido se ha fijado el doble reto de «evitar las mayorías absolutas», «siempre nefastas para Euskadi», y «conseguir un grupo vasco con capacidad política y con influencia real».
El presidente del PNV no detalló sobre qué bases girará el nuevo «estatus político», pero adelantó que se planteará «desde el compromiso de avanzar en la construcción nacional y social de Euskadi en el día a día».
En esa fase de construcción, el presidente del PNV volvió a sacar su tono más exigente para reclamar el fin del terrorismo. «ETA es la gran mentira. Ha llegado el momento del punto final. Hoy no nos hemos podido felicitar por ello. Todavía».
Para lograr «una paz definitiva», Urkullu reclamó a la izquierda aber-tzale que, tras aceptar «las condiciones jurídicas», lo que tiene que hacer es aceptar «las condiciones políticas y las condiciones morales de este nuevo tiempo».
«Después de muchos años, de muchas vueltas y revueltas, ha suscrito unos estatutos legales. Ha aceptado las reglas y el marco de juego. Es un primer paso, pero no es suficiente. Les exigimos más. La sociedad vasca les exige más. Y sus propios votantes, todavía a media voz, les exigen más», apuntó.
Urkullu quiso dejar claro que el PNV impulsará que, al terminar la violencia de ETA, la izquierda aber-tzale reconozca «el dolor causado» como «punto de partida» para «construir un nuevo futuro en libertad». A su juicio, «con la espada de Damocles de la violencia» se cuestiona la legitimidad política de la izquierda abertzale y de Bildu.
El presidente del PNV fue un poco más allá y advirtió de que «con la paz ni se juega ni se calcula. Que nadie tenga la tentación de jugar con los tiempos y de querer dilatar un final por puro interés electoral».
El líder jeltzale también puso fecha de caducidad al Gobierno de Patxi López. Así, aconsejó al lehendakari que «haga mudanza», tras haber perdido «la iniciativa y la confianza». «El pacto PSE-PP no es la normalidad, es la anormalidad», señaló.
Urkullu recordó que «el Euskobarómetro ha dicho lo mismo que hace sólo 70 días dijeron los vascos en las elecciones municipales y forales. Los problemas de comunicación los tiene el lehendakari, porque ni escucha ni quiere escuchar lo que dice la sociedad. Y la desconfianza en el Gobierno no se debe a la crisis económica. Es la incapacidad del Gobierno para responder a la crisis lo que provoca esta desconfianza», concluyó.