Gorka Maneiro-Vozpópuli

Ahí los tenemos, dando lecciones democráticas al resto que democráticamente los resistimos

Como cada Aberri Eguna, el PNV ha vuelto a reivindicar la construcción de la nación vasca que ya existe pero hay que hacerla posible y, a la vez, protegerla de quienes quieren destruirla, para, a continuación, sin prisa pero sin pausa, lograr ser la nación política que ya somos y que nos permita ejercer el derecho a la autodeterminación al que, sin embargo, ya tenemos derecho en base a nuestros derechos históricos. Porque, según los nacionalistas vascos, la autodeterminación es un derecho que nos asiste aunque realmente no exista en ninguna parte del mundo pero que de momento no va a ejercerse, de modo que en el ínterin puedan seguir gobernando y obteniendo tajada política y beneficios económicos de su reivindicación histórica que nunca llega a plasmarse. Ya dijo Arzalluz que «no nos dejan ser lo que somos», como si tal cosa fuera posible. Porque «un país se hace poco a poco», nos dijo Aitor Esteban, aunque la base de su mercancía averiada es que ya lo somos, lo cual, por cierto, podría casar con la nación de naciones de la que habló el PSOE, aunque sin delimitar cuántas ni cuáles. Es el lío lingüístico y democrático al que los jeltzales nos tienen acostumbrados: lo mismo son autonomistas que independentistas, políticos pragmáticos que osados libertadores patrios, de izquierdas que de derechas, de modo que les voten los unos y los otros y sean ellos, eso sí, quienes gestionen los votos, convertidos en partido atrapalotodo y amos del cotarro.

El presidente del PNV, Aitor Esteban, y el lehendakari Imanol Pradales y sus ocho apellidos españoles, se han estrenado en la celebración en Bilbao del Día de la Patria Vasca, esa entelequia gracias a cuya reivindicación viven tantos y tantas nacionalistos y nacionalistas. Si observamos a los que intervinieron y al público que asistió a la exaltación patria, no parece que sean precisamente personas marginales, con dificultades económicas o en grave riesgo de exclusión social cuyas libertades políticas dependan de la independencia política que reivindican una vez al año; debe de ser que, como dijo Esteban, han sabido resistir a quienes han pretendido subyugarlos a lo largo de los siglos y han salido indemnes de la dura resistencia. Si es por edad y por modernidad de las ideas (Dios y leyes viejas), lo de los siglos me lo creo. Lo de que han sido subyugados precisamente ellos, me lo creo menos. Porque seguro que tienen al menos una sopa caliente que tomar al llegar a casa, los pobres que nos gobiernan y a cuyos familiares, compañeros y amigos nunca les falta trabajo, casualidades de la vida.

Ellos no son españoles aunque se beneficien de España y en ocasiones la cogobiernen, aunque lo que más han hecho ha sido aprovecharse de ella. Lo de que ellos han sido «los verdaderos vencedores», visto lo visto, también me lo creo

Y uno de los que quiso subyugarlos fue Franco, nos dice Esteban, aunque no fue exactamente así, como sabemos. Y, desde luego, no precisamente a ellos, o al menos no a todos. Porque Franco se alzó contra la República e impuso después una dictadura que abolió la democracia y que persiguió a quienes se opusieron a ella. Y algunos no solo no se opusieron a ella sino que vivieron muy bien durante su vigencia, para, a continuación, reivindicarse como antifranquistas cuando Franco ya estaba muerto. Y es que hay ahora más antifranquistas que durante el franquismo, cuando realmente había que serlo. Los otros que quisieron subyugarlos fueron, dice Esteban, «los jacobinos de Francia«, como si defender la unidad del Estado fuera menos democrático que hacerla saltar por los aires. Y, cómo no, los «fervientes unitaristas de España», añade, que igual son esos que les concedieron el Concierto Económico y todos los poderes imaginables a través de un Estatuto del que tanto han sacado provecho. Porque ellos no son españoles aunque se beneficien de España y en ocasiones la cogobiernen, aunque lo que más han hecho ha sido aprovecharse de ella. Lo de que ellos han sido «los verdaderos vencedores», visto lo visto, también me lo creo. Hay que reconocer que vergüenza no tienen y el rosto lo tienen de cemento armado.

Como Bildu había acusado al PNV de carecer de ambición nacional, Esteban les recordó que ellos llevan décadas demostrándola, «caminando hacia delante y sin poner palos en las ruedas». Una respuesta contundente, como puede verse. A este punto hemos llegado, en boca de los jeltzales: a considerar el terrorismo que asesinó a centenares de personas como palos que impidieron a la bicicleta nacionalista caminar más rápidamente hacia delante. Si atendemos a lo que se empeñó el PNV en hacer frente a ETA, cualquiera pensaría lo contrario: que no movieron un dedo y que se dedicaron a recoger las nueces que caían del árbol movido por los terroristas y sus servicios auxiliares. Pero igual tengo mala memoria y necesito una ley de memoria histórica.

Según él, Euskal Herria era «un país condenado a muerte y hoy sigue en pie»; y debe de ser que sigue vivo gracias a ETA; y es que, para ellos, el fin justifica los medios y la nación está por encima de los individuos

Porque Bildu también celebró el Día de la Patria Vasca, en la que el exconvicto Arnaldo Otegi reivindicó la «república vasca de iguales» y recordó a Txiki y Otaegi, etarras fusilados por el franquismo. En cuanto a lo primero, supongo será una república de iguales entre los que quedan vivos, dado que los asesinados difícilmente pueden llegar a ser iguales a los que los mataron y siguen vivitos y sermoneándonos. Aunque en el fondo pienso que no piensan en nosotros, vascos descarriados de sus dislates, afortunadamente. Respecto a lo segundo, a quienes de verdad homenajea Otegi es al conjunto de los etarras que a lo largo de la historia han sido, salvo a aquellos que se arrepintieron de serlo y pidieron perdón por ello, claro. A los «buenos» etarras los homenajea a diario, en la teoría y en la práctica. Pero ahí los tenemos, dando lecciones democráticas al resto que democráticamente los resistimos. Porque, según él, Euskal Herria era «un país condenado a muerte y hoy sigue en pie»; y debe de ser que sigue vivo gracias a ETA; y es que, para ellos, el fin justifica los medios y la nación está por encima de los individuos. Y recordó a «quienes sacrificaron sus vidas y tendrán su recompensa en la sonrisa de nuestros niños». Se refiere a los etarras que asesinaron a centenares de inocentes, niños incluidos.

Y colorín colorado, esto es lo que nos ha traído el Aberri Eguna de este año, celebrado el Día de la Resurrección, el día que Sabino Arana se inventó la nación vasca, esa que nunca existió y que algún día resucitará de entre los muertos, nunca mejor dicho.