José Alejandro Vara-Vozpópuli
  • Temblores en Podemos, sarpullidos donde Zapatero, inquietud en Ferraz. Todos pendientes de si el Pollo canta y desvela los líos caribeños de la izquierda española

Si el Pollo larga, Podemos desaparece, dicen los profetas más vehementes. Quizás. De momento, en Podemos hay mucha gente que tiembla. Nada hay más incómodo que vivir pendiente del silencio del tipo que amasa los secretos. Ese es Hugo Armando Carvajal, el mentado Pollo, detenido en Madrid y pendiente de que el Gobierno active su extradición a Estados Unidos donde le reclaman las fiscalías de Nueva York y Florida por todo tipo de delitos, del soborno al blanqueo, pasando por narcoterrorismo y otros apéndices criminales. En situación similar se encuentra Alex Saab, el testaferro de Maduro, a la espera de ser parachutado desde una cárcel de Cabo Verde hasta un juzgado de Florida.

Son fugados ilustres, personeros relevantes en el esquema de poder vanezolano. Son dos bombas de relojería, dos proyectiles fuera de control que pueden derribar un gobierno, dinamitar partidos, demoler organizaciones, tumbar carreras y enviar a chirona a un buen puñado de antiguos camaradas y viejos compañeros de viaje. Se advierten temblores de políticos y empresarios a ambos lados del Atlántico. La Justicia estadounidense los persigue desde hace tiempo. La cacería de estos forajidos arrancó en tiempos de Trump. Al final de la escapada habrá algo más que sorpresas.

No le van mal las cosas al exjuez Garzón, apartado de la carrera por prevaricar, emparejado con la fiscal general del Estado y vinculado profesionalmente a lo peor de la ralea del castrismo-chavista

En Podemos, en efecto, reina un clima raro de inquietud. Publicaba aquí Costantini que temen la información oculta en el móvil del apresado. El Pollo fue el jefe de los servicios de inteligencia venezolanos durante años. Saab manejaba los negocios sucios y delictivos del genocida supremo desde hace 15. Carvajal fue compañero de Chávez en la escuela militar y cómplice de Maduro hasta que se hartó. Saab controlaba, se dice, ocho de cada diez dólares que iban a engrosar las cuentas de su jefe. Saltó a su refugio africano a bordo de un jet privado de 70 millones de dólares. Ambos prófugos comparten abogado y quizás horizonte judicial. Baltasar Garzón se encargó de la defensa del Pollo, con quien no terminó bien, y conduce ahora la de Saab, quien se ha empezado a mosquear. No le van mal las cosas al exjuez español, apartado de la carrera por prevaricar, emparejado sentimentalmente con la actual fiscal general del Estado y vinculado a destacados miembros de lo peor de la calaña del castrismo-chavista. Su despacho ingresó 7,5 millones de euros el pasado año. Venezuela paga bien.

No ha de olvidarse que Dolores Delgado era ministra de Justicia cuando los jueces De Prada y Guevara, de la Audiencia Nacional, denegaron la primera solicitud de extradición del Pollo, alegando que los cargos contra el jefe del espionaje chavista eran un mero «relato novelado de un ataque conspirativo contra los EE.UU». El pleno de la Sala Tercera de lo Penal revocó tal sentencia y dio luz verde a la extradición. Y entonces el Pollo, se esfumó. Oh. Algo olía muy mal. Y sigue oliendo porque inopinadamente, la misma sección Tercera de lo Penal de Audiencia y con el mismo juez Guevara al frente, ha suspendido su entrega a las autoridades estadounidenses a la espera de un informe del Ministerio de Interior sobre la petición de asilo que demandó el fugado al llegar a territorio español. Más sorpresas, más sospechas.

Lingotes de oro en Barajas

Saab y Carvajal pueden provocar severas turbulencias en el tablero nacional. Especialmente por la izquierda morada y alrededores, dados sus vínculos con la mugre política caraqueña, boliviana, ecuatoriana y los chorros de la Pampa. En el PSOE miran también de reojo hacia la alargada sombra de José Luis Rodríguez Zapatero, valedor interoceánico de la dictadura chavista, estrechamente vinculado a importantes personeros del régimen con quienes habría sustanciado muy provechosos acuerdos. Hay algún sapo suelto que puede atragantar más de un desayuno, como aquellas maletas de Delcy que se perdieron en una larga velada en Barajas bajo los auspicios del defenestrado Ábalos. Trasiegos, negocios, encargos, favores…o sea, dólares que vuelan, lingotes de oro que aterrizan y montañas de asuntos que apestan.

En Moncloa dicen estar tranquilos. Los podemitas salpicados o, más bien enlodados, ya no están en en el Consejo de Ministros. «Era cosa de Iglesias, Monedero y hasta Errejón que fueron quienes estuvieron por allá en los primeros tiempos de la revuelta populista. Los que quedan, están limpios». Si el hermético Carvajal empieza a largar, para congraciarse con las autoridades de Washington, muchos pueden pasarlo mal. Hablan de que van a aflorar datos que hasta ahora son meras sospechas o leves indicios. Saldrá más gente señalada. Y así las cosas, puede que las confesiones de los dos detenidos del Orinoco puedan ayudarle a Sánchez a propinarle la gran patada al partido con el que comparte Gobierno antes de la cita electoral de Andalucía.

Yolanda se mueve

Estamos a pocos telediarios de que Podemos salte por los aires. En efecto, si no es por el lado caribeño, será por los navajazos intramuros. Evaporado Iglesias, ahí aparece Yolanda Díaz, vestida siempre para la boda de su mejor amiga, que procede del tronco comunista gallego, sin militancia entre los morados, y que se está moviendo a toda prisa para montar su propio artefacto electoral antes de que la nave podemita naufrague. Sus movimientos son astutos y certeros.

Paralizó la ampliación del aeropuerto de El Prat y se acaba de apuntar la confiscación de beneficios de las eléctricas. El siguiente paso, el alza del salario mínimo, ya lo tiene atado con los serviles sindicatos. Al tiempo, urde con Ada Colau y Mónica Oltra, entre otras intelectuales de la familia del progreso, la gran plataforma de la izquierda que competirá con el PSOE en las próximas generales. Podemos, bien por los lenguaraces presos del Caribe o por las escaramuzas de la ambiciosa vicepresidenta, ya se habrá extinguido. Del populismo del macho alfa al comunismo feminista de la doña Yoli. La única duda, a todo esto, es dónde aterrizarán Irene y Monedero. En estos años todo es distinto, hasta el sabor de la venganza, que cantaría Yeats.