Así lo expresaron ayer durante una conferencia en el Espacio Bertelsmann de Madrid centrada en los populismos, dentro del foro Pensar [en] España, organizado ayer por EL MUNDO y Expansión y con la colaboración de Sagardoy Abogados. Participaron el ministro portavoz del Gobierno y los catedráticos José Luis Villacañas, José Luis Pardo y Gaspar Ariño.
En la mesa redonda, José Luis Villacañas, catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense, remarcó que el populismo, al igual que sucede con la fiebre en el cuerpo humano, revela algo «latente» que estaba en la sociedad. Por eso, subrayó la importancia de mirar lo que estaba «escondido», es decir, las causas. «Es fundamental no demonizar los populismos, sino prestarles atención, porque en el fondo revelan la verdad más profunda de nuestra sociedad», dijo. E insistió en que suponen una «válvula de escape» para muchas dimensiones que estaban ahí, y que los partidos no habían visto. «Podemos sentirnos suficientemente satisfechos de que el intensísimo grado de malestar y angustia siga canalizándose a través de movimientos políticos».
Villacañas comentó la etiqueta de que el populismo hace promesas que no puede cumplir, pero puso de relieve que «la democracia se basa en una promesa incumplida, que es la promesa de que todo individuo está en condiciones de deber su felicidad a sí mismo en ciertas condiciones de igualdad». «Nuestra democracia está incumpliendo sus promesas», alertó. Por eso, llamó a no «despreciar» a la inmensa cantidad de ciudadanos que «se toma en serio cumplirlas cambiando a sus representantes».
A su juicio, Podemos ha sido atacado de forma «sobredimensionada» por la clase política y dio el porqué: «Hace mucho que esta clase política no conocía la lucha política de verdad» porque estaba «extraordinariamente adaptada» y desprendida de sus «arsenales morales». En su opinión, la irrupción de Podemos ha generado «nerviosismo» en los viejos partidos porque llevan 30 años acomodados en ese papel. De ahí que su conclusión sea que Podemos revela ante todo «el estado de la estructura de la representación política del país».
José Luis Pardo, catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, señaló que el populismo es el «síntoma» de un problema que aprovecha principalmente la «construcción de un enemigo» para abrirse paso. «Ha calado la idea de que el populismo es algo malo, pero ha calado también la idea de que es para defenderte de algo que es peor», dijo. Unos males que podrían ser la corrupción o la desigualdad.
Pardo explicó que no por perder el trabajo una persona «pasa a votar a Le Pen», sino que es después cuando lo hace, cuando se le señala un responsable de todas las frustraciones y descontentos sociales. Y vota bajo la promesa de que combatir al responsable señalado supondrá la solución a sus problemas. En cuanto al freno al populismo, Pardo avisó de que no se le neutraliza señalándolo, sino que «hay que comprender que está presente y que hay mucho antisistema en el corazón del sistema».
Por su parte, Gaspar Ariño, catedrático de Derecho, fue más escéptico que Méndez de Vigo sobre el final de los populismos con la recuperación económica. «Mientras existan las causas de este descontento social, los populismos continuarán. No son un fenómenos pasajero como dice el ministro, sino preocupante, porque las causas siguen ahí», afirmó.
Ariño fue particularmente crítico con Podemos. Si bien reconoció sus «raíces democráticas», expresó sus dudas «hasta cuándo». «Si el populismo español tuviera la mayoría no sé si el respeto a las minorías se mantendría mucho tiempo o no. Tengo mis dudas porque sus raíces y por sus pares en otros países que defienden», abundó. Asimismo, rechazó lo que llamó la «soberanía de la multitud», que subordina la ley a la aceptación del pueblo a través de los referendos.
«La única ideología del populismo es ganar. No es asalto a los cielos, sino ganar. La única manera de cambiar el orden social y hacer la revolución que llevan dentro es ocupar las instituciones y luego someterlas a un control dictatorial», avisó Ariño.
Por su parte, Méndez de Vigo –que hizo la introducción al debate– comenzó haciendo una mención a la actualidad para celebrar el «alivio colectivo» que siente Europa por la victoria de Emmanuel Macron frente a la ultraderechista Marine Le Pen en las elecciones francesas. Una inyección de optimismo contra el avance de los movimientos xenófobos y populistas en Europa.
Méndez de Vigo advirtió de que el «objetivo» que caracteriza a los populismos es «alcanzar el poder destruyendo lo que hay», mientras que otros movimientos, como el de Macron, plantean «reformar el sistema».
Pese a considerar que hay ese fin común en todos los populismos, Méndez de Vigo detalló que hay distintos tipos, y que éstos se pueden agrupar en función de su localización geográfica. En su explicación, señaló que en los países europeos del norte están caracterizados por el nacionalismo, la identidad y el aislacionismo político y económico; mientras que en los países del sur de Europa «atacan a la raíz del sistema» culpabilizando a las élites y a Bruselas de los problemas derivados, principalmente, por las durísimas consecuencias de la crisis.
El ministro portavoz planteó principalmente tres líneas de actuación para frenar a los populistas. En primer lugar, la «defensa» del sistema político «basado en la democracia representativa». Algo que, a su juicio, partidos como Podemos «ponen en solfa» con su idea de someter permanentemente a consulta distintas cuestiones. La democracia representativa, dijo, en lugar de la directa, es «la mejor manera de preservar las ideas» y de actuar de manera «responsable». «La mayor unión entre representantes y representados incluye una falacia. No se puede preguntar por cuestiones complejas», alertó, porque los electores «no se mueven por la pregunta sino por otras variables bien distintas». Lo que conlleva riesgos.
El segundo eje sería la defensa de la sociedad del bienestar, el crecimiento integrador y el progreso social. Ahora con el reto de afrontar la globalización y la era digital. Y, la tercera gran línea de actuación, sería «apostar» por el compromiso con el proyecto de la Unión Europea. «Justo lo contrario que han hecho los populistas, que ven en Europa a la culpable de todo», recalcó el ministro.