DIARIO VASCO, 9/4/12
Iñigo Urkullu no es amigo de los grandes titulares, de las frases con gancho que tanto gustaban a Juan José Ibarretxe. Puede que no tenga el arrastre del exlehendakari en sus mítines públicos, pero sí goza de un apoyo incondicional de su partido, tal y como ha demostrado el proceso de renovación que acaba de concluir el PNV. Cada día más acomodado a su papel de aspirante a lehendakari, cargo en el que todas las quinielas le sitúan, Iñigo Urkullu prefiere tirar de hemeroteca para reivindicar el papel de su partido frente a los modelos que principalmente representan el PSE y la izquierda abertzale. Ayer, en lo que supuso el pistoletazo de salida en la carrera hacia la Lehendakaritza, Urkullu eligió la celebración del Aberri Eguna para reivindicar, más allá de las habituales llamadas al Gobierno central y a la referencias a la paz y la nación vasca, al PNV como «el motor que ha hecho y va a hacer avanzar a este pueblo». A menos de un año de las elecciones vascas, el líder del EBB quiere exprimir el papel central de su partido en la sociedad vasca frente a un Gobierno del PSE «indolente» que «ha echado casi por tierra 30 años de trabajo bien hecho» y una izquierda abertzale que «cree que el día de la revolución ha llegado, como si la Euskadi del siglo XXI fuera la Nicaragua sandinista».
Puede que, oficialmente, el PNV aún no quiera dar por hecho que Iñigo Urkullu será su candidato a lehendakari, pero no tiene duda de que el próximo Aberri Eguna lo celebrará en Ajuria Enea. Así de seguro se mostró Urkullu en su tradicional discurso ante una Plaza Nueva de Bilbao abarrotada con motivo del Día de la Patria Vasca. No era un Aberri Eguna cualquiera. La propia formación jeltzale quiso dejar claro que desde el primer día de la Patria Vasca, en 1932, Euskadi no lo celebraba sin la amenaza de la violencia, ya sea del franquismo o de ETA.
Sea de una manera o de otra, lo cierto es que Iñigo Urkullu, que subió al escenario acompañado del renovado EBB y bajo un cielo nublado que solo al final del acto dejó caer algunas gotas, evitó en todo momento entrar a cuchillo y prefirió comparar los modelos de gobernar en un momento especialmente complicado, con una paz que necesita afianzarse y una recesión que amenaza con quedarse al menos un año si Alemania no levanta la bota.
Lo cierto es que incluso las referencias a Euskadi, como nación europea, o al propio Gobierno del PP, fueron más bien escasas, limitadas a apenas tres párrafos en un discurso de ocho folios. Tras dejar claro que el cese de la actividad armada de ETA ha sido un triunfo de la sociedad vasca» y que ahora «Euskadi quiere cerrar las heridas del pasado» para «vivir en paz y libertad», el líder del EBB pidió a Mariano Rajoy que «mire a Euskadi» y «no diga que nada ha cambiado, porque no es verdad. No se escude. No dilate. No paralice».
Urkullu solicitó a Rajoy que «no se estanque en la excepcionalidad del pasado», convencido de que las normas jurídicas vigentes «ofrecen margen para la acción». Para el presidente del PNV, «es posible» tanto el acercamiento de presos de ETA, como la «participación política plena» -en referencia a la legalización de la izquierda abertzale- y el «diálogo resolutivo ante la evidencia del cese definitivo de la acción armada».
Tras recordar a Rajoy que en este camino «va a contar con un amplio respaldo parlamentario», Urkullu pidió al presidente del Gobierno que «no defraude las expectativas de la sociedad vasca: ¡Muévase!».
Regreso a Ajuria Enea
Más allá de las referencias a Madrid, el líder del PNV se centró en el regreso de su partido a Ajuria Enea. Así, subrayó que el «primer reto» para el futuro es la «recuperación» del Gobierno Vasco, bajo el liderazgo de un lehendakari «que piense y que esté en Euskadi» y «celebre el día de su patria, el Aberri Eguna». «No un lehendakari López que va de campaña en campaña, que es el primero solo en eso, en empezar la campaña electoral. Buscando el aplauso de España en lugar del compromiso con Euskadi».
Según el dirigente nacionalista, en Euskadi «ha terminado la fase de un Gobierno indolente», cuya «falta de compromiso, de rigor, de ideas, ha dañado seriamente la solvencia y la seriedad» de las instituciones vascas.
El presidente del PNV también repartió sus críticas hacia la izquierda abertzale. «Creen que el día de la revolución ha llegado. Como si la Euskadi del siglo XXI fuera la Nicaragua sandinista. Pretenden gobernar a golpe de consigna».
Urkullu censuró el modelo de gobierno de la antigua Batasuna, cuyo máximo exponente es la Diputación de Gipuzkoa. «Las empresas y los proyectos que requieren impulso institucional se desesperan ante la soledad dictada por unos dirigentes más preocupados por la pancarta que por la gestión. Son patronos que llaman a la huelga. Manifestantes en coche oficial y moqueta. Representan y defienden el pasado», criticó.
Urkullu advirtió que mientras el PNV es «el motor de Euskadi», el «coche» de Patxi López y Antonio Basagoiti «va marcha atrás» y el de la izquierda abertzale «no se mueve porque ni saben dónde está el volante».
El presidente del PNV reservó el último párrafo de sus discurso para recordar que su partido trabaja «por un nuevo estatus político» para Euskadi, «desde la bilateralidad, con España y también con Europa» y «desde el reconocimiento internacional», para llegar a una «Euskadi, Nación Europea»
DIARIO VASCO, 9/4/12