ABC 12/08/16
· El Gobierno de Rajoy está dispuesto a negociar las condiciones, pero recuerda que no tienen votos suficientes para sacarlas adelante
Las condiciones impuestas por Ciudadanos al Partido Popular para empezar a negociar su apoyo a la investidura de Mariano Rajoy son asumibles por este partido, pero se quedarían en un brindis al sol si no contaran con el apoyo del PSOE para poder aprobarlas, según han advertido fuentes próximas al candidato del PP consultadas por ABC.
Las exigencias de Ciudadanos requieren en unos casos la reforma de la Constitución, en otros modificaciones en leyes orgánicas, y en alguno más cambios de estatutos de autonomía o acuerdos políticos de calado en los que debería estar el PSOE, y no solo porque sus votos sean necesarios, sino porque se trata de asuntos que tocan el sistema y el partido que ha gobernado en España durante más de 20 años no puede quedarse fuera. Así lo sostienen en La Moncloa, donde siguen confiando en poder atraerse a Pedro Sánchez para que la legislatura no resulte fallida y acabemos en unas terceras elecciones.
Rajoy tiene previsto volver a llamar a Pedro Sánchez en cuanto el Comité Ejecutivo del PP tome una decisión, el miércoles 17, sobre las condiciones impuestas por Ciudadanos, según confirmaron fuentes próximas al líder del PP. El candidato expondrá entonces al secretario general del PSOE que su participación es necesaria para poner en marcha la legislatura, y para aplicar las reformas de regeneración que podrían negociar el PP y Ciudadanos.
Para la eliminación de los aforamientos que exige el partido de Albert Rivera haría falta un acuerdo como mínimo a tres bandas entre el PP, el PSOE y Ciudadanos, ya que haría falta una reforma de la Constitución en el caso de los diputados, senadores y miembros del Gobierno; pero además sería necesario cambiar estatutos de autonomía si se pretende que esa medida sea general y alcance al conjunto de las administraciones.
· Claves
El PSOE puede ser «parte de la solución o parte del problema», dicen los populares
La reforma electoral sería impensable sin el concurso del PSOE, según advierten en el PP. Sería tocar una de las principales reglas del juego de la democracia, y ahí tienen que participar como mínimo los grandes partidos. Además, si se pretendiera eliminar las circunscripciones provinciales por las autonómicas, eso implicaría otra reforma constitucional. Si la reforma solo afecta a la ley electoral, tampoco serían suficientes los votos del PP y Ciudadanos, pues al ser orgánica necesita la mayoría absoluta del Congreso para su aprobación.
En La Moncloa tampoco se ve problema en el punto sobre la eliminación de los indultos por corrupción, aunque sería necesario cambiar el Código Penal para establecerlo por ley. Y de nuevo, estamos ante una ley orgánica. Algo distinto es que se lleve a la práctica por acuerdo político, sin reformar nada, como se está haciendo ahora.
Respecto a la limitación de mandatos, el Gobierno en funciones lo ve «irrelevante», porque de hecho ya se está aplicando desde los tiempos de Aznar. El problema en este caso está más en las comunidades, donde algunos presidentes tienden a eternizarse. Si se quiere hacer por ley, hay que reformar la Constitución. Si no, bastaría con un acuerdo de Estado entre todos los partidos.
En cuanto a la creación de una comisión de investigación sobre el caso Bárcenas, Moncloa tampoco lo ve como un obstáculo, aunque se trata de una cuestión que podría salir adelante perfectamente sin el apoyo del PP. Según el Reglamento del Congreso, es el Pleno el que aprueba su creación, y los populares están en minoría. Los socialistas verían esa comisión como un caramelo, todo un guiño para atraerles al acuerdo.
Por último, la obligación de renunciar a un cargo público en cuanto haya una imputación sería más un compromiso político sellado en el acuerdo que una reforma legal. Se trata de una de las banderas de regeneración que ha exhibido Ciudadanos desde sus orígenes.
Sumas necesarias
Pero si el PSOE resulta esencial para sacar adelante muchas de las grandes reformas legislativas pendientes, también lo es para permitir una investidura, aunque sea con su abstención.
La actual configuración del Parlamento complica endiabladamente los acuerdos: al PP, con sus 137 escaños, no le bastarían ni el «sí» de Ciudadanos –que sumaría otros 32 diputados dando un total de 169– ni el que añade Coalición Canaria –lo que daría un resultado de 170–: aún le faltarían 6 para la mayoría absoluta.
En el otro lado de la balanza, estarían los votos de PSOE, Podemos y sus confluencias, ERC, Convergència, PNV y Bildu: en total, 180 votos. Como reconoció Rajoy, «ni sumando los 5 de PNV darían los números». Por eso precisa de la abstención socialista. De un diputado sería suficiente (si el PNV votará «sí»); pero aún mejor sería conseguir un acuerdo para la abstención de todo el grupo, que garantizara además apoyo para reformas de calado.
En el PP, la consigna del último comité de dirección es seguir apretando las clavijas al PSOE. Rajoy lo ha dicho muy claramente en varias ocasiones; la última, el miércoles tras entrevistarse con Rivera: «Si Sánchez no sale del “no”, es imposible la investidura», dijo, señalándole de paso como único culpable de una hipotética repetición de elecciones si no se alcanza un acuerdo de gobernabilidad.
Ayer lo repitieron sus dirigentes. Andrea Levy, vicesecretaria de Estudios y Programas: «Es tiempo de demostrarle a los españoles que pueden confiar en su clase política porque es capaz de llegar a acuerdos más allá de las trincheras partidistas», indicó, a la vez que recordaba al PSOE que se puede ser «parte de la solución o parte del problema». La reflexión final de otro vicesecretario popular, Pablo Casado, parafraseaba la que hizo semanas atrás Guillermo Fernández-Vara, el socialista presidente autonómico de Extremadura: «A ver qué partido va a unas terceras elecciones sabiendo que PP y Ciudadanos han hecho todo lo posible para evitarlo».