EL MUNDO 29/09/13
· El Gobierno guarda silencio y sólo remite a la «clara» respuesta de la carta de Rajoy.
El último paso de Artur Mas, acompañado por los votos de ERC, ICV-EUiA y CUP, con el objetivo de trasladar al Congreso el debate sobre la necesidad de celebrar en Cataluña un referéndum de signo secesionista, ha sido acogido con sorpresa en las filas del PP. Consideran que, de cumplirse esta decisión, el propósito de la Generalitat entrará inevitablemente en un callejón sin salida, porque recibirá una negativa rotunda garantizada por los votos en contra de la mayoría absoluta popular, a la que, prevén, se sumaría el PSOE.
La resolución en virtud de la cual el bloque independentista catalán propone llevar al Congreso la demanda de celebración de un referéndum trae al recuerdo de los populares los pasos dados por el ex lehendakari Juan José Ibarretxe cuando, en 2005, trasladó a la Cámara Baja su propuesta de nuevo Estatuto para el País Vasco, en el que se incluía el llamado derecho a decidir. Ibarretxe cosechó entonces un no rotundo de la Cámara (313 votos en contra) y, en aquella ocasión, su plan también llegaba avalado por el voto de la mayoría absoluta del Parlamento vasco.
Las fuentes consultadas en el PP se muestran sorprendidas ante el resto del contenido de la resolución catalana, urgiendo en paralelo a Rajoy a dialogar, aunque ponen un plazo máximo para ello de tres meses y además «limitan» el contenido de las eventuales negociaciones.
«Marcan el resultado de las mismas de antemano: sí o sí. Eso no es diálogo, sino imposición. Predeterminan el final, acomodándolo a sus exigencias», analiza un destacado miembro del partido que prefiere el anonimato, habida cuenta de que, desde Moncloa, han optado por el silencio absoluto como respuesta. En todo caso, añaden desde el PP, la decisión de trasladar el debate al Congreso no tiene por qué ser mala, sino todo lo contrario. «Que lo traigan, pero también que asuman que el resultado debe ser aceptado».
El Gobierno, fiel a su costumbre, rechaza hacer un análisis de las propuestas surgidas del debate político catalán. Consideran que la carta remitida por Rajoy a Mas hace dos semanas es «meridianamente clara» y no requiere de más puntualizaciones ni matices. En dicha misiva, ofrecía diálogo sin fecha de caducidad y urgía al Govern a trabajar hombro con hombro con lealtad institucional.
En Moncloa ahora la primera preocupación gira en torno a la fórmula más adecuada para trasladar a los ciudadanos la idea de que España ha superado la recesión. El objetivo es vender únicamente ese mensaje desde Génova y desde Presidencia. La consigna pasa por echar tierra sobre el resto de los temas de la actualidad, sea el caso Bárcenas, el debate catalán o cualquier otro.
Desde el PSOE consideran que esta estrategia solo conduce a la «putrefacción de los problemas» y reclaman, en relación con Cataluña, acción por parte del Gobierno. En este punto de crítica a la pasividad de Rajoy y su equipo coinciden, aunque desde ópticas distintas, con buena parte de los populares.
Pese a todo, el presidente parece dispuesto a no darse por aludido. Moncloa ni siquiera acepta hacer previsiones sobre los futuros escenarios que pueden plantearse en relación a Cataluña. Dan por hecho que en ningún caso habrá consulta secesionista, pero tampoco explican qué método activarían para impedirla si la Generalitat optara por preguntar «sí o sí» a los catalanes.
Su silencio induce a la confusión aumentada, además, por el empeño de PP y PSOE en enfrentarse. Ayer ambas se acusaron mutuamente de ser las culpables del crecimiento del sentimiento independentista en Cataluña. Los socialistas reprocharon a los populares su tendencia a «fomentar la catalanofobia» y el PP respondió al PSOE acusándole de «alentar el separatismo» y de no saber encontrar, «perdido en sus diferencias internas», «la vía adecuada para defender la unidad de España».
En el PP insisten en la idea de que Artur Mas está cavando su propia tumba política y, quizá, también la de su formación. Las fuentes consultadas no ven descabellada la posible escisión de CiU. Incluso dentro de la fuerza catalana no faltan quienes consideran en serio esa posibilidad. Argumentan que el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, se verá impelido en breve a decidir entre retirarse del primer plano y dejar toda la escena a disposición del desafío secesionista o apuntalar, defender con decisión y liderar la propuesta de tercera vía, aun a costa de provocar con ello la división de CiU.
EL MUNDO 29/09/13