EL MUNDO-SIGMA DOS 30/12/12
· La fuerte subida de IU (9,8%) y UPyD (7%) amenaza el bipartidismo
· Sólo un 15% tiene ‘buena o muy buena’ imagen del Gobierno
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, está, al cabo de un año de su llegada al poder, muy lejos de la mayoría aplastante que le condujo en volandas a La Moncloa. Ésa es la primera conclusión del sondeo, elaborado por Sigma Dos para EL MUNDO, que marca el final del primer año de mandato popular. Sin duda, la dureza de las medidas adoptadas en 2012 se tenía que pagar en términos de apoyo ciudadano: casi ocho puntos menos que aquel 20-N de la victoria. Pese a todo, la ventaja sobre el PSOE se mantiene, como hace cinco meses, en seis puntos.
Son estos votantes que le han retirado el apoyo los que Rajoy reconoce como los decepcionados, escépticos, desesperanzados porque, un año de enormes sacrificios después, siguen sin ver rayos de luz. Es a ellos a los que ya no pide paciencia ni confianza, sino sólo comprensión y solidaridad.
Pese a todo, el derrumbe del Partido Popular -quizá sólo a la espera de nuevos ajustes dolorosos- parece haber tocado suelo. El 20-N obtuvo un 44,6% del voto y hoy lograría el 36,7. Pero, si hace cinco meses su caída respecto a las elecciones generales era de casi nueve puntos (8,8 puntos), ahora se reduce, como un muelle, y se sitúa en 7,9. Casi un punto recuperado a pesar de que el segundo semestre del año ha sido el más impactante para los contribuyentes, que han sufrido en carne propia la subida del IVA y el inicio del curso con sus recortes en educación y en sanidad, con el anuncio de que la Justicia empezará a cobrarse, con el IBI aumentado, con la pérdida para muchos de la extra de Navidad y con la no revalorización de las pensiones.
Y, en paralelo, el PSOE, a una distancia del PP prácticamente exacta a la de hace cinco meses: seis puntos. Los socialistas también recuperan desde entonces un punto, y en comparación con las elecciones de hace un año, cuando se hicieron con el 28,8% de los sufragios, ganan casi dos y se hacen con el 30,7% de la intención de voto.
Su batalla por intentar recuperar la confianza de los ciudadanos, que huyeron en masa de su oferta el 20-N, está siendo ardua si se tiene en cuenta que su gran rival, el PP, desde el Gobierno, ha sufrido un desgaste muy grande en este tiempo.
Sin embargo, el problema del PSOE, sumido permanentemente en un dilema de liderazgo es, en estos momentos, la falta de un mensaje político claro, la ausencia de una hoja de ruta definida. Los españoles le ven todavía a caballo de la vieja etapa de gobierno y esta impresión, además, está bien alimentada desde las filas populares que hacen uso y abuso del recurso a la herencia recibida.
En realidad, en esta fotografía demoscópica del primer año de Gobierno de Mariano Rajoy se observa cómo una porción muy importante de votantes castigados por la política de extrema austeridad, se distancian del Partido Popular pero, lejos de refugiarse de nuevo en la otra gran formación del bipartidismo, el PSOE, optan por desplazarse hacia apuestas alternativas, fundamentalmente UPyD e Izquierda Unida.
Estas dos formaciones cosechan fuertes incrementos en sus respectivas intenciones de voto aunque, también en ambos casos, los mismos son algo menores que los que se apuntaban el pasado mes de julio. Otra vez el efecto muelle: subieron espectacularmente al cumplirse la primera mitad del año y ahora este ascenso se amortigua.
En el caso de la formación liderada por Rosa Díez, los 7,8 puntos de apoyo que lograba en julio se convierten ahora en 7,1. Y algo parecido, pero más intenso, le pasa al partido de Cayo Lara. IU escaló hasta lograr una intención de voto de 11,7 puntos en verano y ahora el termómetro ciudadano desciende hasta los 9,8.
En cualquier caso, este año con el PP dirigiendo los destinos del país les ha resultado electoralmente muy rentable a ambas fuerzas políticas. UPyD logró en las elecciones generales el 4,7% de los votos y ahora tendría, a juzgar por la encuesta de EL MUNDO, el 7,1%.
A Izquierda Unida, el espejismo de julio se le difumina un tanto, pero aun así obtiene en el sondeo un resultado que hace muchos años que ni siquiera rozaba. En las generales consiguió el 6,9% de los sufragios; en verano rebotó con fuerza inusitada hasta el 11,7 y ahora se acomoda en el 9,8%.
Todo indica que UPyD ha sabido rentabilizar como ningún otro partido la tendencia del Gobierno popular a la opacidad. La falta de interés de Rajoy por acudir al Parlamento y enhebrar un relato político que explique a los ciudadanos el porqué de sus medidas ha sido denunciada constantemente por un partido que si una virtud tiene, es la de hablar con la claridad suficiente como para que todos le entiendan.
A ello hay que añadir su política constante en defensa del Estado, sin privilegios de origen, y su respaldo decidido a las víctimas del terrorismo frente a una izquierda abertzale que ahora ejerce el poder instalada en las instituciones.
En el caso de Izquierda Unida, su ascenso explica el desconsuelo de unos votantes que han dejado de lado, hartos, la opción del PSOE. La batalla de IU contra los desahucios y, sobre todo, el haberse convertido en la voz que azota y acosa a los banqueros, a buen seguro que le ha reportado pingües beneficios.
Por lo que se refiere a las restantes fuerzas políticas, la tónica general es el inmovilismo. Los dos grandes partidos nacionalistas -CiU y PNV- pierden dos y una décima respectivamente desde las elecciones generales. Los catalanes obtienen ahora un apoyo del 4%, en tanto que los vascos se quedan en el 1,2.
También, apenas sin cambios, aparece la izquierda republicana independentista de Cataluña. ERC consiguió robar una buena porción de votantes a CiU en los comicios catalanes, pero cuando la foto se traslada al conjunto de España, al partido asambleario de Oriol Junqueras aquel efecto sólo le supone una décima más respecto a lo logrado el 20-N.
Muy similar es el caso de la formación abertzale vasca Amaiur, que mantiene, un año después, prácticamente el mismo resultado que logró en los comicios nacionales. Su intención de voto ahora es de un 1,3%, una décima por debajo de la que logró en las urnas hace un año. A ellos, como a ERC, el éxito hay que medírselo exclusivamente en su territorio, donde sí demuestran capacidad para arrastrar votos. Cuando el partido se juega en el campo grande, su representatividad sigue demostrándose muy pequeña.