ABC 13/03/16
· El partido de Rivera admite que para crecer en Cataluña no puede hablar solo de lengua
El resultado de las elecciones catalanas de septiembre y el acuerdo de investidura PSOE-Ciudadanos están provocando un muy perceptible movimiento político en la comunidad, una lucha que tiene al PP y al partido de Albert Rivera como protagonistas. Mientras C’s acomoda su mensaje a lo que se supone es una nueva posición de centralidad –con un discurso, también, menos bronco en las formas–, el PPC liderado por Xavier García Albiol endurece el tono y se concentra en la agenda antinacionalista que hasta ahora había monopolizado y era la razón de ser del partido naranja.
La agenda soberanista
El PP acusa a C’s de dejarse engañar por Puigdemont, «menos estridente» pero con el mismo objetivo
De alguna forma, en Cataluña uno y otro partido intercambian los papeles, una transmutación de lo que significó, hace ahora una década, el nacimiento de Ciudadanos: el PPC se presenta como martillo del nacionalismo; C’s amolda su posición para crecer desde el centro. Los primeros quieren recuperar los votos que les arrebataron los naranjas; C’s entiende que para crecer en Cataluña, ir más allá de la Barcelona metropolitana donde son fuertes y arañar más votos al PSC o incluso a desencantados de UDC no pueden hablar solo de lengua.
García Albiol es muy duro en sus apreciaciones, y en declaraciones a ABC lamenta que el partido de Rivera «haya renunciado a un discurso que hasta ahora era el origen y motivación de C’s, la unidad de España y la lucha contra el nacionalismo». Por contra, en C’s se admite que el partido ha abierto el abanico de su discurso, pero niegan haber renunciado a los principios que motivaron precisamente el nacimiento de la formación. «Es ridículo que el PPC nos acuse de no defender España. C’s nace precisamente porque ellos no lo hicieron con sus pactos con el nacionalismo», replica a este diario Fernando de Páramo, portavoz adjunto en el Parlament y secretario de Comunicación de C’s.
«Propositiva»
Aunque García Albiol consiguió en las autonómicas del 27-S atenuar la debacle que pronosticaban las encuestas, el PPC pasó de 19 a 11 diputados, quedando como quinta fuerza, solo por delante de la CUP. El resultado se hizo más doloroso en contraste con las 25 actas conseguidas por Inés Arrimadas, que colocan a C’s como segunda fuerza en la Cámara. Como líderes de la oposición, en Ciudadanos entienden que «la estrategia ya no puede ser solo reactiva, ir a la contra, debe ser propositiva», explica De Páramo, algo que pasa por ampliar la agenda y abandonar el monocultivo de la defensa del bilingüismo y la unidad de España.
La visión del PPC es totalmente distinta, al señalar que del mismo modo que C’s ha «renunciado a sus principios» para pactar con el PSOE, también se ha dejado engañar por un Gobierno de la Generalitat que, quizá «menos estridente» en sus formas, «sigue con la ruptura de España como única prioridad». «Quien crea que el gobierno de Puigdemont es más moderado se equivoca. No es el momento de romper la unidad», advierte García Albiol en un mensaje implícitamente dirigido a Rivera y Arrimadas.
En catalán en el Congreso
«La verdad es que nos gustaría sentirnos más acompañados en la defensa de principios que hasta ahora entiendo que eran comunes», reprocha el dirigente popular, que apunta, por ejemplo, al hecho de que en el pacto PSOE-C’s no se mencione explícitamente la defensa de la unidad de España –aunque sí que hay un veto a cualquier tipo de referéndum– o no aluda a la defensa del castellano en la escuela.
En este contexto, en las últimas semanas se ha hecho evidente un endurecimiento del discurso del PPC, un tono más rudo, yendo más allá incluso de la línea que emana del PP nacional, por no hablar de la del Gobierno, con constantes alusiones de García Albiol al artículo 155 de la Constitución o a la posibilidad de recuperar competencias por parte del Estado. En C’s, por contra, señalan que en el PP no entienden el momento político, lo que demostraron, explica De Páramo, cuando «desde el dogmatismo» los populares silbaron a Rivera cuando se convirtió en el primer político «en defender, en catalán, la unidad de España» desde la tribuna del Congreso.