Luis Ventoso-El Debate
  • Afrontan el problema de la manta corta: quisieron taparse los pies cortejado a los desencantados del PSOE, pero destapan la cabeza defraudando a los de derechas

Un amigo de potente inteligencia y capacidad de síntesis me resume los tres patrones que a su juicio distinguen a la derecha de la izquierda. Entre libertad e igualdad, la derecha elige la primera. Entre Estado e iniciativa privada, la derecha se queda siempre con la segunda. Por último, su tercer rasgo distintivo son los impuestos bajos.

Me parece que lo clava. Aunque le falta un cuarto patrón que ha surgido en los últimos tiempos y que está dando alas a la derecha conservadora: el retorno del apego al terruño nacional ante el desconcierto y los problemas que ha generado la globalización a las clases medias y bajas de Occidente (pérdida de poder adquisitivo, fuga de fábricas y empresas a otros pagos y mala integración de algunos inmigrantes).

El PP afrontará en 2027 unas elecciones cruciales para España (o antes, a este ritmo de escándalos). Pero curiosamente parece ajeno a esos debates ideológicos de fondo, que constituyen las palancas profundas de la política en todo el mundo. Su líder acaba de proclamar en el foro de La Toja que la cosa ya no va de «derecha e izquierda», disyuntiva que considera superada. Lo que ofrece es dejar atrás el sanchismo y «reparar España» desde el sentido común. Lo cual está muy bien, pero se queda en el ámbito de la gestión.

No se propone un cambio de paradigma profundo, que ofrezca una visión de la vida y de la economía realmente alternativo a lo que podríamos llamar el Pensamiento PSOE, inculcado durante décadas a la sociedad española (con el resultado de un paro endémico, el peor de Europa; y una sociedad donde el esfuerzo cotiza a la baja y la subvención anestesiante al alza). El modo en que el PP se ha arrugado rápidamente en el debate del aborto es significativo de su resignación al rodillo mental de la izquierda.

En las encuestas, el PP sigue ganando las elecciones. Pero no se está beneficiando de la implosión del sanchismo. Vox sube con fuerza y los populares parecen estancados. ¿Qué ha pasado? Probablemente sufren el problema de la manta corta. Génova apostó por cultivar a los votantes desencantados del PSOE desde una postura de centro-centro, pero fue taparse los pies para destaparse la cabeza. Desencantaron a sus votantes naturales, que son de derechas y que desean más contundencia y más ideología. La dureza dialéctica ha llegado, pues por fin se ocupan de darle cera Sánchez, acorde a los méritos que ha contraído. Pero de las ideas nunca más se supo.

El PP tiene dos naturalezas. La mayoría de los barones que gobiernan las regiones son centristas, que en realidad habrían estado cómodos con la visión del mundo del PSOE de Felipe González. La Numancia de derechas es Ayuso, que se está quedando casi sola en sus planteamientos de confrontación directa con la ideología mal llamada «progresista».

Las dos corrientes que anidan en el PP las encarnan los dos políticos que buscarán la silla de Feijóo al día siguiente si pincha en las próximas elecciones: Bonilla y Ayuso. Bonilla, un mago de las relaciones públicas que va a ganar de calle en Andalucía, es el heredero directo del sorayismo. Así que el conservadurismo y sus valores le huelen a azufre. Ayuso se presenta como más liberal en economía y claramente no le gusta la visión de la vida que propone la izquierda y la combate.

Lo más probable es que ambos tengan que aguardar en sus aspiraciones sucesorias, porque lo normal es que Feijóo sea el próximo presidente, aunque lo logre con lo justo. Pero mientras tanto el PP sigue en una nebulosa ideológica que no le sienta nada bien.