El PP, en una situación inmejorable para el congreso de la ‘refundación’

EL CONFIDENCIAL 01/07/16
GRACIANO PALOMO

· El poder autonómico constituido definirá el futuro liderazgo con un objetivo básico: ser la referencia de poder del centro derecha

El Partido Popular, la mayor fuerza política del país, se enfrenta tras el 26-J a la mayor revolución interna desde que este partido se refundara por vez primera el 1 de abril de 1990, cuando formalmente el fundador Manuel Fraga cediera el poder a José María Aznar en el famoso X Congreso de Sevilla. Los resultados del pasado domingo permiten, según fuentes internas, plantear con tranquilidad los cambios “necesarios y urgentes” para continuar siendo la referencia de poder del centro derecha en el país. En este sentido, la reivindicación de Mariano Rajoy ante sus cuadros y militantes ha quedado explícita tras la nueva jornada electoral, si bien todavía no tienen muy claro que se pueda mantener el poder sin necesidad de acudir a unas terceras elecciones generales.

El partido se ha quedado envejecido y parte de las clases medias nos han abandonado… Esto es lo que nos debe hacer reflexionar de cara al futuro. No podemos ser la formación únicamente de los pensionistas, jubilados y el mundo rural”, señala una fuente oficiosa de Génova 13. “La ventaja es que se puede llevar a cabo sin dramatismos porque el orgullo de ser del PP se ha recuperado, aunque solo en parte”.

En lo que existe total unanimidad entre los diferentes sectores ideológicos que conviven bajo las siglas PP, es que el partido debe reencontrarse a sí mismo, reflexionar sobre su futuro sobre la base del reciente pasado y aprobar de una vez por todas las asignaturas pendientes en un centro derecha que tiene que abandonar definitivamente los complejos y los hedores de la corrupción. Pero, al mismo tiempo, nadie quiere oír hablar de ‘escisión’. No hay que olvidar que no son pocos los líderes del PP que conocieron en carnes propias la amarga y dramática experiencia que significó la destrucción de UCD. “Nadie en su sano juicio va a poner en riesgo los cimientos de una formidable organización que tiene problemas, sí, pero que representa a millones de españoles que la consideran como suya”, afirma una alta fuente popular partidaria de producir cambios a la mayor velocidad posible. “Máxime cuando tanto en España como en Europa se están produciendo cambios políticos revolucionarios que todavía no hemos sido capaces de asumir como propios…”.

El XVIII Congreso Nacional ordinario -que debería haberse llevado a cabo en el pasado mes de febrero- ocurrirá entre los meses de septiembre y octubre de 2016. Sí o sí. Hay que recordar que ya se encuentra en el juzgado una demanda de la plataforma interna de un grupo de jóvenes críticos denominada Foro de Pensamiento y Desarrollo, denunciando a la actual dirección por no haber convocado el cónclave de acuerdo a los plazos reglamentarios, tal y como se recoge en los estatutos de la formación y en la propia Ley de Partidos. 

Congreso en octubre
El XVIII Congreso se celebrará, por tanto, ocurra lo que ocurra, y como muy tarde a finales del próximo mes de octubre. El desarrollo y conclusión de la concentración popular dependerá en gran parte de si el PP continúa pilotando los destinos del país desde el Gobierno o no. Pero, en cualquier caso, la formación de centro derecha tendrá que producir fuertes cambios, que es lo que significa una ‘refundación’. El actual presidente, Mariano Rajoy, avanzó meses atrás que sigue dispuesto a liderar el proyecto; pero resulta obvio que si él continúa, será a cambio de proceder a fuertes cambios de personas en la alta dirección del partido y conformar un Gobierno en el que la amistad no sea el factor determinante, siempre según las mismas fuentes consultadas.

A unos meses vista -subrayado de nuevo que las incógnitas respecto al mantenimiento del poder del Estado siguen en el aire, aunque ahora con muchas más posibilidades que el 20-D-, la situación interna en el Partido Popular ofrece los siguientes corolarios, según fuentes diversas y de la máxima solvencia consultadas por este columnista.

Poderes regionales
En primer lugar, el futuro mando del PP pasaría por un nuevo líder y una nueva dirección donde los poderes regionales resultarán definitivos. Rajoy puede influir, pero Mariano no es Aznar y sabe en propia carne el pago que hay que realizar si el próximo liderazgo no cuenta con el respaldo auténtico de las bases, los cuadros y la alta militancia. El juego de equilibrios territoriales será lo decisivo. Y ahora mismo ese peso se mide en número de militantes (aumento de afiliados o deceso), resultados electorales en los mismos y la capacidad de sus respectivos líderes.

En este sentido, y a día de hoy, Galicia es el territorio que lleva la delantera. Claramente, a tenor de las mencionadas fuentes internas. De modo que su líder, Alberto Núñez Feijóo, figura en la primera línea de salida, dados, además, los resultados del 26-J, netamente favorables. Y si mantiene el tipo en la vieja cornisa en los comicios autonómicos, contará con todos los avales para iniciar la vuelta a Madrid. Siempre según sus conmilitones en ejercicio.

Andalucía ha perdido peso tras la marcha de Javier Arenas y con un Juan Manuel Moreno al que le falta tiempo, aunque haya cosechado su primera gran victoria el pasado domingo, al sacar tres diputados más que el PSOE en el predio exclusivo del socialismo. La Comunidad Valenciana, tan decisiva en anteriores congresos para sostener a Rajoy, ha perdido mucho peso por las circunstancias de corrupción de todos conocidas, aunque el PP de la mano de Isabel Bonig mandó el 26-J un serio aviso a la coalición gobernante en esa comunidad. Pero Bonig está muy lejos de poder liderar la opción nacional.

Madrid es otro de los territorios clave. La marcha de Esperanza Aguirre dejó al PP con una gestora presidida por Cristina Cifuentes, pero fuertemente marcada por personas del aparato como Juan Carlos Vera. Pese a que cuenta con la presidencia de la Comunidad (con el caro y exagerado pago a Ciudadanos), Cristina Cifuentes no está consolidada como líder y es posible que en el próximo congreso regional tenga competidores de mucho fuste político. En definitiva, Cifuentes no manda en el partido.

Pero hay otros nombres que podrían tener su ‘chance’. La mayor parte de ellos forma parte actualmente de la actual dirección. Desde Pablo Casado, que ha salido muy reforzado tras la campaña electoral última, a Javier Maroto o el zamorano Fernando Martínez Maillo, aunque este nunca aspirará a convertirse en el número uno, pero al que se le reconoce internamente, empezando por el propio presidente, el esfuerzo y el trabajo realizados.

La cuestión ideológica
En el Partido Popular, tras la refundación aznarista de Sevilla (1990), conviven tres tendencias claramente dibujadas aunque mimetizadas por la gestión del poder. Los conservadores de toda la vida, por un lado, y los liberales (nunca esta tendencia supuso más del 20%) y la facción “socialdemócrata yeyé”, como se les conoce en la jerga interna. Pero apenas hay diferencias sustanciales; solo de matiz. Por ejemplo, en lo relativo al alza o bajada de impuestos o las competencias de las comunidades autónomas (CCAA) sobre competencia arriba o competencia abajo.

Los liberales, a quienes hasta hace unas fechas lideró Aguirre, propugnan un Estado con las competencias exclusivas en materias clave como Sanidad, Educación, Defensa, Exteriores, etc… No se muestran muy partidarios tampoco de las subvenciones a troche y moche, por ejemplo, para el coche eléctrico. Algo que les une con los ‘conservadores’, aunque estos hacen cuestión de gabinete en otros asuntos, por ejemplo, el aborto o la excesiva laicidad del Estado.

José María Aznar
El hombre que dirigió el PP con puño de hierro durante tres lustros asistirá al próximo cónclave popular en calidad de presidente de honor. Pero muy mermado en su capacidad de maniobra para lograr imponer su candidato como presidente ejecutivo. “A lo más que puede aspirar es a colocar algunos próximos en la futura dirección”, subraya una fuente tradicionalmente próxima al expresidente. La misma fuente señala que, en cualquier caso, Aznar no es tan tonto como para apadrinar a un candidato perdedor o que pueda quemarse en la oposición, si es que ello llegara a ocurrir.

Catarata y catarsis
Tras el XVIII Congreso Nacional, se producirán en cascada los congresos regionales y provinciales que pueden alumbrar un nuevo Partido Popular. Ello resulta especialmente importante en comunidades clave para el mantenimiento de la fortaleza del PP, como las antes señaladas, pero también en las dos Castillas, Extremadura, País Vasco y Cataluña, estas dos últimas donde el voto popular ha sido mermado sustancialmente en los últimos años.

Los parámetros por los que parece discurrir el parecer de la amplia militancia PP pasan por los siguientes extremos: democracia interna, ausencia de corrupción en los que serían sus nuevos dirigentes, menos de 50 años (aunque hay otras candidaturas poco conocidas en estos momentos entre los 30 y 40 años que se preparan para dar la batalla interna) y capacidad para sacudirse los perpetuos sambenitos que han agostado la opción de centro derecha.

“Del éxito o fracaso de esta operación política de gran calado depende nuestro futuro…”, asegura otra fuente con despacho en el cuartel general de Génova 13. “Bien mirado, la irrupción de Ciudadanos y de Albert Rivera se debe en gran parte a nuestros errores, especialmente en Cataluña… Muchos de sus dirigentes formaban parte de nuestra militancia, incluido el propio Rivera… El futuro de esta formación depende también en gran parte de nosotros. Porque si somos capaces de hacer una refundación creíble, Ciudadanos ya no tendrá nada en qué sustentarse y se evaporará como antes lo hicieron otras formaciones de ese estilo…”. Pone como ejemplo el hecho de que la incorporación de los nuevos vicesecretarios generales de otra generación distinta supuso un fuerte revulsivo entre sus militantes y votantes.

Han pasado casi tres décadas desde la refundación sevillana. Ahora, obligado por las circunstancias, el Partido Popular se enfrenta a su mayor reto de reforma interna. Sus cuadros son conscientes de que la hacen o se la hacen. Pese a su firme determinación por continuar, Mariano Rajoy no parece querer ser el tapón. Ni la excusa. Pase lo que suceda. Pero a lo que no está dispuesto en modo alguno es a que le digan lo que tiene que hacer desde fuera de su propia casa.