EL CORREO, 22/11/11
Los populares se reservan el derecho a nuevos acercamientos con los jeltzales, como el acuerdo fiscal entre Álava y Bizkaia
El PSE y Patxi López se apuntan también al consejo que el fundador de los jesuitas, Ignacio de Loyola, acostumbraba a dar a los nuevos miembros de la Compañía de Jesús: «En tiempos de tribulación no hacer mudanza». Que traducido a Euskadi y al actual momento político quiere decir que el primer lehendakari socialista, como era previsible, va a intentar agotar la legislativa pese al fenomenal batacazo que se ha dado su partido en las dos últimas llamadas a las urnas, las municipales y forales del 22 de mayo y las generales del pasado domingo. Y, al menos por ahora, tiene el aval de su socio por el cambio, el PP de Antonio Basagoiti.
Tras el claro triunfo de las fuerzas nacionalistas en los comicios del 20-N -lograron 608.000 votos y 11 escaños en la comunidad autónoma frente a los apenas 464.000 y 7 representantes que suma el balance de PSE y PP-, era cuestión de horas que el PNV (de nuevo el partido más votado de Euskadi) y Amaiur (que tendrá el grupo abertzale con más diputados en el Congreso) solicitaran un adelanto electoral en Euskadi. Y lo hicieron.
Quien ha sido la voz del PNV en la Cámara baja en los últimos años, Josu Erkoreka -que sigue en cabeza de todas las quinielas para ser el próximo candidato jeltzale a lehendakari, aunque no falten voces que miren más arriba-, dijo que Patxi López debe «pensarse» seriamente no agotar la legislatura, que expira en marzo de 2013. Su argumento: para afrontar los dos enormes retos que hay planteados sobre la mesa, la crisis económica y la gestión del adiós a las armas de ETA, «sería no sólo bueno, sino imprescindible, que las instituciones representen adecuadamente la complejidad de la sociedad vasca». Tal cosa, entiende, no ocurre a día de hoy porque la izquierda abertzale tradicional no se sienta en la Cámara vasca, ya que en 2009 estaba ilegalizada. EA y Aralar sí lo están. Tienen uno y cuatro escaños (de un total de 75), respectivamente.
El discurso del otro triunfador del 20-N, Amaiur, que logró batir al PNV en escaños, pero no en votos, apenas se separó del de los jeltzales. Iñaki Antigüedad, diputado electo por Bizkaia, reclamó «cuanto antes» una «llamada electoral» para que el Parlamento autónomo represente «a todas las sensibilidades políticas». El actual es, dijo, un «transgénico».
Ibarretxe
El portavoz socialista intentó zanjar de inmediato el debate. José Antonio Pastor ratificó lo que el lehendakari confirmaba hace apenas nueve días a EL CORREO en Santander, cuando la totalidad de las encuestas ya vaticinaban el batacazo socialista, excepto la del CIS que controla Zapatero, cuya proyección para Euskadi ha rayado el ridículo. Es decir, que López quiere «agotar la legislatura» y que entre sus planes no se encuentra a día de hoy intentar liderar el PSOE.
Pastor recordó que hace cuatro años, cuando el PSE consiguió un histórico triunfo en las generales (con 9 diputados, cinco más que el domingo, y otros 9 senadores), no reclamó al entonces lehendakari Juan José Ibarretxe la disolución inmediata del Parlamento vasco. «Cada elección tiene su momento y sus objetivos», zanjó.
La pretensión socialista cuenta, a día de hoy, con el aval de su socio vasco por el cambio, el PP de Basagoiti, que sale del 20-N con un sabor agridulce por no haber logrado subirse a la ‘ola Rajoy’ al nivel deseado. «Somos gente coherente y no vamos a forzar nada raro», ratificó el líder de los populares vascos en conversación con este periódico antes de la ejecutiva nacional que en la tarde de ayer celebró su partido en su sede central de la madrileña calle Génova. Eso quiere decir que no habrá movimientos a corto plazo tendentes a dejar caer al Gobierno socialista que auspiciaron. Ni más, ni nada menos.
Eso sí. El PP se reserva el derecho a nuevos acercamientos con el PNV. Acercamientos como el que ha hecho posible que las diputaciones de Álava y Bizkaia anunciaran ayer un acuerdo para recuperar el Impuesto de Patrimonio y subir varios gravámenes. Curiosamente, o no tanto, apenas unas horas después del cierre de los colegios electorales. Y en absoluta contradicción con numerosas manifestaciones de ambos en los últimos meses.
Además, los populares exigen que no se deje la bandera de la paz a Amaiur. «Si algo reprochamos a los socialistas es que su discurso legitimador de Amaiur ha contribuido otra vez a engordarles electoralmente», se sostiene desde las filas del partido de Basagoiti.
Batalla abierta
¿Asunto zanjado? En absoluto. Primero, porque España atraviesa sus horas más complicadas en décadas y todo resulta un tanto más imprevisible de lo habitual. Segundo, porque el desmoronamiento socialista es de tal magnitud que el desenlace del congreso ordinario que ayer mismo se anunció para la primera semana de febrero es una incógnita superior a la que aupó a Zapatero a la secretaría general del partido en julio de 2000, derrotando al favorito José Bono y a Rosa Díez. Y tercero, por la enorme complejidad del nuevo mapa político vasco a cuatro que apareció el 22-M y se ha consolidado el 20-N.
El PNV obtuvo el domingo su cuarto mejor registro histórico en votos en unas elecciones generales, tras las de 1982, 2000 y 2004, y revalidó el grupo parlamentario que siempre ha tenido en Madrid. Aún así, Amaiur le superó en escaños: 6-5 en la comunidad autónoma, 7-6 si se contempla Navarra, donde los jeltzales integraban la coalición Geroa bai de Uxue Barkos, la gran sorpresa de la jornada.
Eso quiere decir que hay partido. Que la izquierda abertzale tradicional, que el domingo sólo logró medio ‘sorpasso’, tiene razones para soñar con completarlo en las autonómicas. Todo lo cual va a obligar al PNV a seguir midiendo al máximo sus movimientos y su discurso en los próximos meses. Objetivo, no debilitarse ni por el flanco soberanista ni por el pragmático. Fácil de enunciar, mucho más complejo de ejecutar en el día a día.
No sólo Sabin Etxea tiene argumentos para preocuparse por la izquierda abertzale. A la inversa ocurre otro tanto. Basta apuntar un par de datos para la reflexión.
Amaiur obtuvo el domingo sólo 11.000 votos más que Bildu en mayo, pese a que la nueva sigla incorpora a Aralar, formación que se fue hasta los 37.242 sufragios en las locales. Es decir, que más de 25.000 votantes del partido de Patxi Zabaleta no le han seguido en su apuesta por el reencuentro con la antigua Batasuna.
En San Sebastián, la izquierda abertzale gobernante repitió triunfo. Pero Amaiur logró un 0,8% menos de votos que Bildu. Si se suma lo que logró Aralar en mayo la caída sería del 5%. Apreciable.
El congreso
En cuanto al congreso que celebrará el PSOE el primer fin de semana de febrero, según anunció ayer Zapatero, aunque la convocatoria oficial la realizará el comité federal el sábado, todo está abierto. El deliberado silencio de Alfredo Pérez Rubalcaba sobre el asunto en su comparecencia en la noche del domingo tras la debacle no ha hecho sino abonar la hipótesis de que todavía aspira a la secretaría general. La ministra Carme Chacón, por su parte, también sugirió la semana pasada su deseo de estar en la carrera. Aunque entonces todavía soñaba con que el PSC fuera la excepción del 20-N y conservara la primacía en Cataluña, que al final le ha arrebatado por primera vez CiU.
Si se produce este choque de trenes, lo previsible es que López y buena parte del PSE estén con Rubalcaba. Pero este guión no está escrito y avanzar si puede traer consecuencias para Euskadi resulta una temeridad. De momento el lehendakari insiste en agotar mandato. Y, según su entorno, sin remodelar su gabinete.
EL CORREO, 22/11/11