EL MUNDO 22/02/15
· La dirección ordena airear las debilidades del partido centrista: la presencia de corruptos en algunos municipios y la inexperiencia de su equipo Recela del apoyo a Rivera de parte del Ibex
La política española se acelera en año electoral y surgen nuevos actores que disputan el terreno a los tradicionales. En las últimas semanas ha irrumpido con mucha potencia mediática Ciudadanos, el partido liderado por Albert Rivera. La experiencia de Podemos –que nació y creció en cuestión de meses– ha encendido las alarmas en el Partido Popular. Fuentes de la dirección popular aseguran que no van a cometer el mismo error que con Podemos, que fue menospreciarlo. Por eso, sus dirigentes combatirán a Ciudadanos resaltando sus puntos débiles: falta de equipo, fichajes con pasado turbio y ausencia de programa. El PP aprecia tras esta formación la mano de determinados poderes económicos interesados en que los electores que buscan algo nuevo lo hallen en Rivera –que pretende la reforma– y no en Pablo Iglesias, que busca asaltar el cielo.
La inmensa mayoría de los españoles de 2015 quieren un cambio político y rechazan la continuidad. Lo saben desde hace tiempo los sociólogos, los políticos, los asesores, los empresarios, los banqueros y los medios de comunicación. En la búsqueda de un actor político nuevo que pueda encarnar ese cambio, el ojo público se fijó primero en Pablo Iglesias y ahora –buscando, buscando– ha detenido su mirada en Albert Rivera.
El líder de Ciudadanos ha irrumpido como un cohete en la política española –en la catalana lleva ya ocho años– en cuestión de días. Igual que Pablo Iglesias, es nuevo, telegénico, habla muy bien y tiene carisma. Pero, sobre todo, posee una ventaja sobre el líder de Podemos. Albert Rivera no da miedo a nadie. Quiere cambio, no revolución. El ojo público ha detectado que Rivera puede ser una alternativa atractiva para los españoles menores de 40 años que buscan políticos nuevos para expresar en las urnas la voluntad de cambio.
En los últimos 15 días, Albert Rivera ha pasado por todas las cadenas de televisión que encumbraron a Pablo Iglesias, ha salido en reportajes en todos los diarios, ha visto cómo se publicaban encuestas en las que su intención de voto llegaba hasta el 14% y ha sido presentado ante los poderes económicos del país por los mejores y más prestigiosos padrinos: Luis Garicano y Manuel Conthe. Los dos economistas, con un prestigio intelectual fuera de toda duda, le han dado sus bendiciones elaborando un programa económico para él.
Los actores políticos ya existentes asisten a este encumbramiento de Albert Rivera con sorpresa. Si desde las elecciones europeas no se hablaba de otra cosa que no fuera Podemos, ahora ya se empieza a hablar de Ciudadanos en serio. Y en UPyD con desolación. La formación de Rosa Díez asiste entre triste y resignada al éxito mediático de Ciudadanos.
Algunos dirigentes del PP coinciden con UPyD en que detrás de la repentina irrupción de Albert Rivera en el mapa político español hay un interés de los poderes económicos y financieros que tienen el control de los grandes medios de comunicación para promocionar al líder de Ciudadanos como alternativa sensata a Pablo Iglesias. El Ibex y el Consejo de la Competitividad, dicen, ven en Rivera el mejor antídoto contra Pablo Iglesias. «Ha habido un toque de corneta del establishment porque todo el mundo sabe que España se juega mucho más de lo que parece en las elecciones de este año. Y a Rivera no se le ve tan peligroso como a Pablo Iglesias. No asusta y hay que seguir dando espectáculo para que el cambio fructifique», asegura un diputado del PP.
Oficialmente, la preocupación popular por el crecimiento de Ciudadanos es relativa porque, según los sondeos de Pedro Arriola, su intención de voto se sitúa en el 6-7%. Pero algunas voces internas alertan de que el fenómeno Ciudadanos introduce una novedad inquietante nunca contemplada en el PP: la escisión de sus votantes por el centro. En los últimos 15 años, el PP sólo había temido una sangría de votos por su derecha.
La dirección popular, sin embargo, se muestra tajante en su voluntad de combatir a Ciudadanos desde ahora mismo. «No nos hemos reunido para diseñar una malvada estrategia contra Albert Rivera. Pero hasta ahora no estaba en el mercado político y ahora empieza a estar. Por lo tanto, no podemos cometer el mismo error que con Podemos. No vamos a menospreciarles. Les vamos a combatir y a dar leña».
Dicho y hecho. Soraya Sáenz de Santamaría empezó el viernes cargando contra Luis Garicano. El presidente del Gobierno está sumamente molesto con el economista y el PP ha empezado ya a sugerir que Garicano se ofreció al Ejecutivo para ocupar la plaza que dejó vacante González Páramo en el BCE. A la vicepresidenta la seguirán en los próximos días todos los dirigentes del PP. Según los interlocutores de este diario, «Ciudadanos no es ningún proyecto nuevo, no tiene candidatos en ningún lado y está fichando en algunos ayuntamientos a personas turbias, incluso expulsadas de otros partidos; carece de proyecto político para España y ha subcontratado sus propuestas económicas». En todo esto incidirán las críticas del PP contra la formación política emergente.
El discurso regenerador de Rivera también será puesto en cuestión. «Se presentan como incorruptibles, pero al diputado que dimitió por fraude fiscal lo han colocado de asesor en el Parlamento Europeo», aseguran fuentes del PP.
Aunque internamente hay voces que sostienen que la irrupción de Ciudadanos en las instituciones es beneficiosa para el PP porque podría ser una bisagra para gobernar a falta de mayoría absoluta, la dirección del partido cree que su principal objetivo político de los próximos meses –recuperar a los votantes abstencionistas– también pasa por «ser contundentes en nuestros mensajes contra los partidos de laboratorio y sin proyecto político, cuyo único mérito es tener un líder fotogénico para vender el producto».
Aunque la interpretación más extendida –y más obvia– es que Ciudadanos podría llegar a ser al PP lo que Podemos al PSOE –su principal adversario electoral–, algunas fuentes aseguran que este peligro no es real. «Puede haber un divorcio con nuestros votantes, pero lo que no tenemos es una crisis de identidad, como tiene la izquierda y Podemos no es más que la expresión de esa crisis».
El sociólogo Narciso Michavila cree que en un escenario en el que los electores abandonan a los dos grandes –PP y PSOE– y buscan alternativas nuevas, Rivera puede recoger los votos de los españoles que puedan empezar a desencantarse con el equipo de Pablo Iglesias.