EL MUNDO 27/05/14
· Cospedal descarta cambios en el partido, por los que abogó Aguirre en el comité ejecutivo
Toda la «preocupación» exhibida por los barones y dirigentes del PP a las puertas del Comité Ejecutivo Nacional, en la sede de Génova, por la pérdida de millones de votos en toda España quedó ayer enterrada bajo el mantra del España va bien, nosotrosvamos bien de Mariano Rajoy.
El líder popular, escoltado por una triunfante –aunque contenida– María Dolores de Cospedal –nueve puntos más en su feudo de Castilla-La Mancha–, no dio pie al desánimo. Declaró a su partido ganador de las elecciones en Europa y en España, y resolvió la debacle de ocho escaños con el conocido recurso de encargar al efecto un análisis pormenorizado: «El PP ha ganado, aunque es verdad que hemos perdido muchos votos, y hay que darle una vuelta», dijo el jefe del Ejecutivo a puerta cerrada.
De la misma manera, Rajoy anunció un «plan de acción» encargado al Gobierno, y otro al partido, para resolver los problemas surgidos de dicho análisis, de cara a las elecciones locales y autonómicas de mayo de 2015, así como de las generales de ese mismo año. Un plan cuyas expectativas, no obstante, la propia secretaria vino a rebajar, al explicar luego que el partido lo habría emprendido en todo caso, fueran cuales fueran los resultados.
Y ahí acabó la autocrítica. De puertas adentro, no salió de boca del presidente del Gobierno ninguna otra explicación para la abstención de sus votantes tradicionales que la de la propia crisis económica. «En las grandes cuestiones no nos estamos equivocando», se reafirmó, para insistir en la continuidad de su política: «Hemos ganado en el peor escenario, pero las cosas van a ir a mejor».
Sólo Cospedal pronunció la palabra «autocrítica», pero lo hizo, a preguntas de la prensa, para hacer uso de un recurso demasiado conocido en la historia del PP, reduciéndola a la necesidad de hacer «esfuerzos en la pedagogía y en la comunicación»: «Tenemos que mejorar obviamente nuestra manera de relacionarnos con los ciudadanos, y nuestra comunicación de lo que hace el Gobierno y el partido, de lo que entre todos estamos consiguiendo con nuestro país, para recuperar la confianza en la política y la ilusión de los que se han quedado en su casa sin votar», fueron sus palabras.
Fiel al guión, la única razón que la secretaria general del partido ofreció para haber perdido 2,6 millones de votos es «las medidas no populares pero necesarias que las circunstancias económicas y sociales nos han obligado a tomar»; o sea, la gestión económica del Ejecutivo.
Los problemas de corrupción, transparencia o regeneración democrática estuvieron completamente fuera del análisis del PP. No obstante, preguntada por la influencia negativa del caso Bárcenas, Cospedal admitió: «Causas puede haber muchas, el asunto al que se refiere también ha podido ser una causa». Eso sí, añadió que el partido había tomado «medidas» y «dado la cara».
El caso es que para cuando Rajoy cedió el turno de la palabra, a los presentes ya les había quedado meridianamente claro que el líder popular no iba a ceder un ápice del terreno conquistado en las urnas. No sólo había puesto en valor la victoria popular, sino que había contradicho el análisis político dominante sobre el final del bipartidismo, advirtiendo de que populares y socialistas son mayoría en la Eurocámara. La propia Cospedal llegó a subrayar que el PSOE había quedado segundo –«lo tengo que decir»– y que la tercera fuerza –en alusión a Podemos– lo era «a muchísima distancia» de los dos.
Los barones y dirigentes del PP habían comprobado, igualmente, cómo su líder había rechazado como «un disparate» la extrapolación de los resultados a las elecciones autonómicas del año que viene. Una actitud que no frenó a la secretaria a la hora de explicar los resultados en Cataluña –«el voto soberanista en Cataluña ha sido de un millón y medio de votos, muy inferior al de las últimas autonómicas»–; una actitud, aún más, que vino a dilatar también el análisis de la debacle del PP por territorios. Algo que venía ayer como anillo al dedo a los más castigados; entre ellos, Alicia Sánchez-Camacho, Juanma Moreno, José Antonio Monago y, aunque ganadores, a Alberto Fabra y al tándem Ignacio González-Esperanza Aguirre.
Pero nada de esto evitó que la presidenta del PP de Madrid volviera a convertirse en el Pepito Grillo ola conciencia crítica del partido. Aunque en un tono absolutamente cordial, Aguirre fue la única –sólo secundada por un Ramón Luis Valcárcel algo más ambiguo– que pidió algo más que meros análisis.
Coincidió con Rajoy en que no se debían extrapolar los resultados. Sin embargo, opinó que la distribución de los votos en las europeas «marcan tendencias». Se declaró «preocupada» por el 38% que suman «independentistas, republicanos y partidos anticonstitucionalistas». Pero sobre todo, aseguró: «Yo sí creo que hay que hacer cambios en el partido, internos y externos, y también en el sistema electoral». Sobre el cambio de la Ley Electoral no hubo polémica. Todos están de acuerdo en el PP en que debe gobernar en 2015 la lista más votada. Pero lo de los cambios en el partido ya fue otro cantar. Cospedal los descartó con claridad, si bien salió al paso en la rueda de prensa: «Se tomarán las decisiones que se tengan que tomar, en el ámbito nacional, autonómico y local».
«Respeto» por Rubalcaba
El PP respondió ayer al anuncio de retirada de Alfredo Pérez Rubalcaba con una absoluta discreción y un explícito «respeto».
Ésta última fue la expresión utilizada por la secretaria general del partido cuando fue preguntada en rueda de prensa, sin que la cuestión hubiera tenido cabida en la reunión del Comité Ejecutivo.
«Desde el PP, lo que tengo que manifestar es nuestro respeto hacia las decisiones que tome cualquier persona sobre su futuro personal o político», afirmó la ‘número dos’. Y lo mismo manifestó en relación con las «decisiones» que pueda tomar el PSOE en el futuro. «Se trata de temas internos del partido y personales de Alfredo Pérez Rubalcaba, en los que no debo entrar», afirmó.
Eso sí, Cospedal se hizo eco del problema que la interinidad del PSOE añade a la respuesta constitucional frente al desafío soberanista de Artur Mas, en noviembre. «Seguramente no es la situación más fácil», admitió, dado el apoyo explícito recibido por el Gobierno de parte del aún secretario general socialista, «pero es la que hay». «Hay cuestiones de Estado en las que debemos ponernos de acuerdo, como la cuestión territorial y la deriva independentista», añadió, y «el PP va a hacer todos los esfuerzos por tener un acuerdo básico con el PSOE esté quien esté, es nuestra responsabilidad y también lo es del PSOE», afirmó.