Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 15/8/12
La indefinición del PP sobre los 400 euros prolongaba la angustia de quienes reciben la ayuda
El PP ha demostrado en los últimos días que no necesita enemigos. Ellos solos saben hacer todo el trabajo de desgaste del Gobierno, sin necesidad de que la oposición les eche una mano. Lo están poniendo de manifiesto estos días en torno a dos asuntos: el pago de los 400 euros a quienes han agotado las percepciones de desempleo y la atención sanitaria a los inmigrantes sin papeles.
El discurso de los últimos días de los portavoces del PP -con la excepción del dirigente vasco Antonio Basagoiti- y de varios miembros del Gobierno ha sido oscilante. La mayor parte de los pronunciamientos parecían pensados para salir del paso sin comprometerse a nada, posiblemente porque quienes se han visto obligados a dar la cara tampoco sabían qué es lo que va a hacer el Ejecutivo en este asunto. Lo menos grave sería que no estuvieran enterados. Lo peor sería que el Gobierno tampoco supiera qué hacer. Esa indefinición generalizada ha contribuido a prolongar la angustia de los perceptores de la ayuda que no sabían si el mes que viene perderían sus únicos ingresos para sobrevivir.
En el terreno de la contienda partidista, la indefinición del PP ha permitido al PSOE tomar la iniciativa y enarbolar una bandera con tirón social, de forma que el Gobierno, al decidir finalmente prorrogar el pago de los 400 euros, ha acabado transmitiendo la idea de que ha cedido a las presiones, que ha mantenido las ayudas, pero lo ha hecho sin convicción, contra su voluntad y a remolque de la situación.
En un país en el que, según el último informe Foessa presentado por Cáritas, hay 580.000 hogares sin ingresos y donde el 30% de los hogares llega con problemas a fin de mes, los 400 euros son un recurso imprescindible para la supervivencia de mucha gente. Pensar en recortarlos como estímulo para que los beneficiados encuentren trabajo era desconocer que se trata de una ayuda social de emergencia y que hay más de un millón y medio de hogares en los que todos sus miembros están desempleados porque el mercado de trabajo no ofrece opciones para encontrar una colocación.
Esta realidad no es óbice para que los beneficiarios de los 400 euros reciban formación o ayuda para favorecer sus posibilidades de empleo.
En el caso del recorte de la asistencia a los inmigrantes sin papeles, la proliferación de propuestas paliativas que han salido desde el Gobierno en los últimos días (cobrar un seguro de 700 euros, primero, pasar la factura a los países de origen, después) lo único que demuestra es improvisación, porque se van sugiriendo ideas que se cambian sobre la marcha a la vista de la respuesta social que obtienen. La improvisación del Gobierno, sin embargo, no puede ocultar el grave problema que supone la financiación del sistema sanitario y la necesidad de adoptar medidas para reducir el gasto que hoy por hoy resulta insostenible.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 15/8/12