Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 23/4/12
En una Euskadi sin terrorismo, la geometría política se ha reducido a cuatro variables. En una de ellas, se encuentra el PP. En realidad, siempre ha estado ahí, aunque hasta 2008 apenas se notaba. Sumergidos en una política de clandestinidad en su proyección social, a la que le arrastraban la amenaza de ETA, sobre todo, y un antinacionalismo tan visceral que a veces se confudía con el rechazo al alma vasquista, los populares parecían reducidos al aislamiento, retroalimentados por la fuerza del partido en España.
Sin violencia, el PP vasco no ha roto, sin embargo, las barreras de su costoso crecimiento electoral, pero se asienta, sin duda, sobre una reconocida capacidad de influencia y proyección pública que jamás se pudo imaginar durante la etapa de Maria San Gil, su anterior referente. Precisamente el sonoro portazo de esta valiente defensora de la causa popular al entonces debilitado Mariano Rajoycamino del Congreso de Valencia en 2008 marcó el destino de su partido en Euskadi, muy a su pesar.
Tras el relevo, con la llegada de Antonio Basagoiti, el PP es distinto pero no otro. Lo ha puesto de manifiesto desde el primer día de su mandato que, precisamente, se apresta a renovar a mediados de mayo. Así, en su discurso, que acaba de renovar con el espíritu del Kursaal, los populares vascos buscan su sitio conscientes de que se avecinan los momentos más adversos para apuntalarse en el nuevo escenario. En un debate polarizado por la incidencia social de los recortes del Gobierno Rajoy ante la crisis y el debate identitario, el PP se teme lo peor.
Por todo ello, debería admitirse el pragmatismo que envuelve la vía abierta por Basagoiti en favor de procurar un clima de convivencia, posiblemente el anhelo que concita mayor adhesión a nivel de la calle. En esencia, viene a decir que no quiere alejarse de nadie para así evitar las dos orillas y que, incluso, si le dan tiempo, está dispuesto a jugar fuerte en las cuestiones que el País Vasco tiene pendiente por resolver en tiempo de paz.
El PP sabe que no juega con el viento a favor ante la próxima cita electoral, muy focalizada en la pelea entre PNV y Amaiur, pero ya está acostumbrado. Por eso se quiere hacer un hueco entre el granero que forman quienes son refractarios a ese debate. Además, como signo diferencial de su nueva imagen, le acompaña una sensación: se está haciendo querer y todos los que necesitan de sus votos, lo saben. Basagoiti es consciente de que puede seguir siendo una referencia en la política vasca. Ahora, por su reconocida capacidad de decidir cuánto tiempo de vida le queda al Gobierno de Patxi López, a quien apoya más por sentido de lealtad que de convicción; tras las próximas elecciones, por los decisivos votos que, en este caso, le podrían asegurar al PNV una mayoría absoluta. Vivir para ver, que diría Jaime Mayor Oreja.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 23/4/12