EL CORREO 25/02/14
· Considera que el viaje del lehendakari a Madrid para brindar su apoyo a los verificadores «rebaja la entidad» de su cargo y asegura que «no ha estado a la altura»
En el PP vasco ha «sorprendido», y no para bien, que el lehendakari decidiera escenificar su apoyo a los verificadores y asumir en persona el riesgo político del desarme. En un gesto inédito e «innecesario», según los populares, Iñigo Urkullu se desplazó este fin de semana hasta Madrid para arropar a los tres miembros de la Comisión Internacional de Verificación (CIV), liderada por Ram Manikkalingam, que prestaron declaración el domingo como testigos en la Audiencia Nacional. El origen: el vídeo en el que ETA muestra a los mediadores las armas que la banda asegura haber inutilizado.
La formación que lidera Arantza Quiroga, cuya cúpula se reunió en un desayuno informativo en Bilbao que tuvo como protagonista al diputado general de Álava, Javier De Andrés, no se había pronunciado hasta ayer acerca del papel que ha jugado el jefe del Ejecutivo autonómico –sí lo hizo sobre el vídeo en cuestión–. Consideró que, «por encima de lo arriesgada» que pueda ser la actuación de Urkullu, «lo que ha hecho es rebajar la entidad de la Lehendakaritza». «No ha estado a la altura», lamentó Borja Sémper.
El portavoz del PP vasco dijo no comprender cómo el máximo representante institucional de Euskadi «no perdió ni un minuto para subirse en un coche, ir a Madrid de madrugada y sacarse una foto en la puerta de un hotel con unos hombres que han sido invitados por ETA». «Habida cuenta –añadió– del papel que han jugado esas personas». Sémper, que ya el día antes calificó de tomadura de pelo» el anuncio de la banda, censuró que, «mientras la mayoría de la opinión pública se debatía entre la incredulidad y cachondeo» por un vídeo «más propio de los Monty Python», el lehendakari se prestara a ser «un mero comparsa y un notario de la teatralización de ETA». «Es muy triste», apostilló.
En las filas del PP tienen claro que Urkullu es «el único que puede explicar las poderosas razones» que le han llevado a dar un paso que, sin duda, le compromete. Ahora bien, estiman que en su decisión convergen dos factores. Por un lado, «un exceso de candidez» –en el círculo cercano del lehendakari aseguran que «cree absolutamente» en la labor de los verificadores– y, por otro, un temor político. En concreto, «la obsesión del PNV por el marcaje de Sortu y su interés en no parecer inmovilista», explica Sémper.
Los populares nunca han creído en la labor de la comisión de Verificación. Es más, según reiteró el líder del partido en Gipuzkoa, «su papel es absolutamente innecesario, excepto para ETA». «Vienen invitados por la banda terrorista, cobrando –los verificadores admitieron ante el juez percibir 750 euros por cada día de trabajo– y encima se van sin las armas. Suena a cachondeo si no fuera por la terrible historia de dolor que hay detrás», manifestó. Sémper se mostró convencido de que ETA «acabará dejando las armas y disolviéndose tarde o temprano». «Estamos ante su proceso de descomposición y lo que no podemos es seguir con estos paripés», añadió.
También desde Génova se mostraron especialmente críticos ayer con la escenificación de entrega de armas que ETA y los verificadores protagonizaron el viernes. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, tildó de «mal sainete» y de «vodevil» tanto el vídeo como la rueda de prensa que ofreció en Bilbao el grupo de Manikkalingam. En una comparecencia en la sede popular, Cospedal lamentó el «espectáculo» que han tenido que padecer los españoles y en el que, según apuntó, han participado actores «bien pagados», en alusión a los verificadores, y «artistas invitados». En este último caso se refirió tanto al lehendakari como a los socialistas vascos, que también hicieron público su apoyo al trabajo desempeñado por la CIV. «Han hecho unos papeles lamentables», censuró.
Cospedal, que subrayó que el anuncio del viernes y lo ocurrido en días posteriores supone «una falta de respeto a la inteligencia del pueblo español», insistió en sus críticas a Iñigo Urkullu y al PSE. Así, les reprochó que, de manera «bochornosa», hayan dado a los verificadores «toda credibilidad», como también «un papel preponderante en lo que llaman la resolución de la situación del País Vasco». «Que de un mal sainete se haya hecho eco nada menos que el Partido Socialista de Euskadi, al PP nos parece lamentable», concluyó su secretaria general. El PSOE respondió exigiendo a Cospedal que «no meta a ETA en campaña».