El PP vasco no es culpable

ABC 30/01/14
EDITORIAL

· Los posibles errores que ha cometido la actual dirección de los populares vascos en su estrategia no pueden transformarse en un juicio de culpa por complacencia ante el avance proetarra

LA prioridad inmediata del Partido Popular vasco, a las puertas de un Congreso extraordinario en el que se ratificará a Arantza Quiroga como presidenta de la formación, debe ser la terminación de polémicas con antiguos dirigentes y víctimas del terrorismo. Para la inmensa mayoría de los votantes del PP, el enfrentamiento de declaraciones producido en los últimos días es insufrible y todos los protagonistas deberían ser conscientes del desgaste que puede producir en todos los órdenes, no solo el electoral. Parece como si, de pronto, hubiera una confusión de papeles y adversarios en el País Vasco, en la que el desasosiego que provoca la evidencia de que ETA tiene ahora más fuerza política que nunca se vuelca contra los dirigentes populares vascos. Y esto no es justo política ni humanamente. Los posibles errores, algunos relevantes, que ha cometido la actual dirección del PP vasco en su estrategia no pueden transformarse en un juicio de culpa por complacencia ante el avance de la izquierda abertzale. No se puede compartir la grave acusación de María San Gil contra los Quiroga, Semper, Oyárzabal y demás miembros de la cúpula popular vasca. Si Bildu y Sortu controlan Guipúzcoa y constituyen la primera fuerza municipal en el País Vasco es porque el Tribunal Constitucional revocó sus ilegalizaciones acordadas por el Tribunal Supremo y porque, luego, decenas de miles de ciudadanos vascos les dieron su voto. Ante esta realidad, en efecto, es posible oponer una más intensa política activa de no resignación y de beligerancia ante la falsa «normalidad» democrática de la izquierda proetarra. Pero pasar de constatar esta corrección necesaria de la estrategia del PP vasco a responsabilizar a sus dirigentes de una especie de complicidad por omisión con Bildu y Sortu es, repetimos, una injusticia. Ninguno de los actuales dirigentes del PP vasco ha tenido, ni tiene aún, la posibilidad de desarrollar una vida política o personal en libertad plena. Siguen siendo miembros de un partido golpeado por el terror de ETA y sus siglas siguen representando en el País Vasco el único mensaje nítidamente constitucionalista. La responsabilidad directa de lo que San Gil denunciaba sigue siendo de esa parte de la sociedad vasca que se tapaba los ojos cuando ETA mataba y ahora sufre amnesia desde que la banda ha dejado de matar.
El PP del País Vasco tiene que comprometerse con su significado histórico en esta Comunidad, porque solo así será reconocible y valiosa su aportación política. Cualquier intento voluntarista de abrir nuevas etapas cuando aún ETA no ha entregado una bala, Bildu y Sortu no han pedido, sin medias tintas, el desarme y la disolución de la banda y el PNV se mantiene en su doble moral, es una apuesta por perder la identidad.