EL CORREO 30/01/14
· La dirección del partido se sacude por primera vez en público las críticas de la expresidenta
· Sémper considera un «despropósito» los reproches de San Gil y cree «que mañana puede decir que somos cómplices de ETA»
La dirección del Partido Popular del País Vasco ha cortado el frágil cordón umbilical que todavía le unía a María San Gil, un símbolo en la resistencia frente a ETA y un referente para los sectores más críticos con el Gobierno de Rajoy. Aunque el vínculo oficial de San Gil con el partido que presidió hasta 2008 pendía de un hilo por sus periódicos reproches, los populares decidieron ayer poner pie en pared para intentar frenar la escalada de acusaciones contra su forma de afrontar el final del terrorismo y de concebir la política vasca. El último episodio en la cadena de «insultos» y desmarques lo ha protagonizado la política guipuzcoana, que acusó a sus compañeros de «consentir la pesadilla» que se vive en Euskadi «en relación con Batasuna, los presos, Sortu y demás entramado etarra».
El portavoz del PP, Borja Sémper, se encargó ayer de manifestar el malestar provocado por lo que calificó de «despropósito» y puso la letra a una ruptura que se venía gestando en privado en los últimos años. «Es profundamente injusto decir que consentimos no sé qué cosas. Hoy es eso; mañana será decir que el PP es cómplice de ETA; y pasado mañana, que somos prácticamente quienes apretamos el gatillo, que somos ETA», advirtió Sémper, en un mensaje sin precedentes. Se trata de la primera vez que un alto cargo de la formación censura sin ambages y en público a María San Gil desde que ésta renunció a la presidencia.
Respuesta a las «afrentas»
Con esa declaración, coordinada con la líder del partido, Arantza Quiroga, los populares buscarían un revulsivo para responder a las «afrentas» encadenadas por las críticas de algunas víctimas y disidentes, los plantes de Jaime Mayor Oreja y José María Aznar, y, sobre todo, las acusaciones de San Gil, presidenta del partido de 2004 a 2008. Hasta la fecha, la dirección del PP evitaba el choque en público contra la política donostiarra a riesgo de parecer condescendiente con ella. Ocurrió el año pasado en el homenaje a Gregorio Ordóñez, cuando la expresidenta reclamó a algunos de sus compañeros «dignidad» para «no hacerse fotos con Bildu». En aquella ocasión, la ejecutiva prefirió morderse la lengua, pese a considerar «injustas» las acusaciones, según portavoces oficiales del partido.
Esta vez, la dirección ha decidido no dejar pasar por alto la nueva andanada lanzada por San Gil. «Sobre alguien que ha sufrido por hacer política en el País Vasco, que se ha jugado el tipo y su vida, como es su caso, no puedo tener más que palabras de respeto humano y político. Pero es profundamente injusto que se proyecte una sombra de sospecha sobre el compromiso de quienes hacemos política en Euskadi, de quienes hemos hecho política en las circunstancias más extremas», advirtió Borja Sémper, que puso voz a la ruptura. En su opinión, «la pesadilla de verdad» era tener que «revisar los bajos del coche» y salir de casa sin la seguridad de «volver vivo a ella». «Hoy el momento es complicado, pero también es ilusionante porque ETA no asesina», recalcó.
Sus palabras revelan el «basta ya» con el que la dirección quiere sacudirse las críticas. La propia Quiroga denunció ayer «una campaña por tierra, mar y aire para poner en solfa la política antiterrorista» de Mariano Rajoy. Una campaña que, según los populares, lleva la firma de los mismos protagonistas que en el congreso de Valencia de 2008 trataron de socavar el liderazgo de Rajoy, que se enfrentó al legado de Aznar, Mayor Oreja y San Gil.
El trance más duro
Para Rajoy, el trance más duro fue intentar pasar página a Aznar, la persona que le eligió como sucesor al frente del partido. Es decir, enterrar una etapa delante de su mentor y comenzar otra. Un proceso delicado que los populares vascos ya han vivido con Mayor Oreja, alejado de la vida orgánica de la formación desde la salida de San Gil. La cúpula de los populares, entonces encabezada por Antonio Basagoiti, mantuvo una fría relación con el eurodiputado. La única foto conjunta data de febrero de 2009 y está realizada muy lejos de Euskadi, en Bruselas, donde una delegación del PP vasco reclamó avances en el TAV.
Las acusaciones del exministro del Interior sobre una presunta negociación con ETA durante la etapa del pacto con el PSE desataron el distanciamiento definitivo. Simbólicamente, los populares pasaron página a su ‘padre político’.