Tonia Etxarri-El Correo
Las dos campañas electorales del presidente de la formación, Pablo Casado, perjudicaron al partido en Euskadi
Los malos resultados electorales suelen provocar reacciones dispares entre los afectados. Todo depende de sus perspectivas de recolocación. Esta semana, en pleno mercadeo entre los partidos para repartirse el poder municipal y autonómico, Pedro Sánchez, el ganador ‘ma non troppo’, empieza a sopesar el alto precio de su investidura. Mientras, un Pablo Iglesias menguado aún no ha digerido las causas del descalabro de su formación. Después de haber sacrificado a Echenique sigue aspirando a ocupar ministerios. El poder como única tabla de salvación para evitar la debacle. Ha pasado del «sí se puede» al «solos no podemos». En Euskadi el PP vasco ya está preparando un cónclave especial para redefinirse. Su presidente, Alfonso Alonso, no está para lamentos. Su partido se ha quedado, por primera vez, sin presencia en el Congreso de los Diputados y ha perdido votos, concejales y junteros. Se centra en prepararse para las próximas elecciones al Parlamento vasco e intentar remontar en esa oportunidad. No va a ser tarea fácil. Pero, al menos, sabe dónde han estado los errores y pretende subsanarlos cuando inicien el curso político con la convención del 13 y 14 de septiembre.
El PP vasco quiere dejar de funcionar como si fuera una sucursal de Madrid. Que los populares no hayan tenido autonomía en relación al discurso y las decisiones del nuevo líder, Pablo Casado, no es un fenómeno nuevo. El partido desde Génova, tradicionalmente, ha marcado las directrices sin mayor contestación desde Euskadi. Pero es ahora, después de que se han producido divergencias sobre algunos mensajes radicalizados, a veces torpes, de Casado en plena contienda electoral, cuando los populares vascos no han tenido reparo en reconocer que necesitan marcar su perfil. Una vez digeridos los malos resultados electorales acaban de poner en marcha la operación ‘influencia’. Para intentar frenar la sangría de votos que se les han ido al PNV. Quieren distanciarse de la dirección nacional y ofrecer un proyecto político basado en la foralidad y el liberalismo. Presentarse como referentes del constitucionalismo en el País Vasco reivindicando la actualización de los derechos históricos en el conjunto de España. Afrontar el reto de recuperar ese perfil propio que desde la etapa de Jaime Mayor Oreja y María San Gil se ha ido desdibujando. Tienen los mismos 9 escaños en el Parlamento vasco que los socialistas. Pero los populares vascos, sin cotas de poder ni efecto ‘arrastre’ del Gobierno de España, necesitan reinventarse.
Las dos campañas electorales de Pablo Casado han sido perjudiciales para el PP vasco. Les dejó sin discurso y en tierra de nadie. Quedándose con una imagen de indefinición ideológica. Por haber querido emular a Vox, primero. Por haberse precipitado, después, en su propuesta de supeditar las policías autonómicas a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Por haber impulsado en el Senado una moción prevista para paralizar las transferencias pendientes. Topó con el Estatuto. Un dardo contra sus propios compañeros de partido que les cuesta lo suyo sacudirse el sambenito de la ‘recentralización’. A pesar de ser defensores del sistema foral, del Concierto. Tanto que a veces les cuesta diferenciarse del PNV.
El PP vasco necesita ‘resetearse’. Y reivindicar su historia. Quieren recuperar la defensa del liberalismo constitucional. Les parece injusto que ese espacio de centro derecha se lo vaya arrebatando el PNV en las urnas. Borja Sémper hizo una campaña como candidato a la alcaldía de San Sebastián muy personalizada y alejada de las siglas del PP. Y aguantó el tipo en su ciudad. Pero reclama su trayectoria. «Después de tanto sufrimiento vivido en la etapa del terrorismo quienes no hicieron nada contra ETA (en referencia al PNV) se están beneficiando ahora de votos de gente que no se identifica con postulados independentistas».
La batalla por Navarra le ha propiciado a Alfonso Alonso la oportunidad de poner condiciones al PNV para apoyar los Presupuestos del lehendakari Urkullu. Su electorado no entendería que apoyara las Cuentas del Gobierno vasco si el PNV en Navarra, a través de Geroa Bai, desbanca al centro derecha que ganó las elecciones. Una forma de hacerse valer como una fuerza útil en el Parlamento vasco en donde no existen ni Ciudadanos ni Vox. Ese es el drama del PP en el País Vasco. No tienen competencia en la derecha constitucionalista pero no retienen sus votos. Se van al PNV.