EL CORREO 04/02/14
· Cree que sale «reforzado» de la convención de Valladolid para encarar el final del terrorismo como «un asunto de Estado» entre los gobiernos central y vasco.
El PP vasco se considera «avalado» por Mariano Rajoy para «adaptar» su discurso «a la realidad» abierta en Euskadi tras el cese del terrorismo. Los populares de Arantza Quiroga interpretaron ayer que salen «reforzados» de la convención nacional celebrada el fin de semana en Valladolid, pero con el reto pendiente de plasmar sin estridencias el mensaje de firmeza reiterado en el cónclave para encarar el final de la violencia. «Lo que decimos es que, si hoy ETA no asesina, nuestro mensaje no puede ser el mismo que cuando ETA asesinaba», explicó el portavoz del partido, Borja Sémper, un día después de la cita.
La convención del PP estaba concebida para mostrar músculo ante el PSOE y sacar pecho por los síntomas de aparente mejora de la economía, cuestiones que apenas afloraron en la jornada de clausura debido a una conjunción de desmarques y reproches protagonizada en los días anteriores por auténticos referentes del sector más conservador del partido. Las críticas de Consuelo Ordóñez durante el aniversario del asesinato de su hermano Gregorio reabrieron la brecha en el delicado flanco de las víctimas, en una cadena de amonestaciones alimentada después por la renuncia de Jaime Mayor Oreja a las listas europeas y el plante de José María Aznar al cónclave. Todo ello regado por las acusaciones de los críticos que han formado Vox, entre ellos el exparlamentario alavés Santiago Abascal y José Antonio Ortega Lara.
Un cóctel de críticas que tocaba la médula de lo que ha sido hasta ahora la historia de los populares vascos: la resistencia contra ETA y, desde el cese del terrorismo, la necesidad de dar utilidad al partido en una Euskadi que busca la convivencia.
Liderazgo compartido
El PP vasco cree que el congreso de Valladolid ha servido de bálsamo reparador de fisuras. El equipo de Quiroga, a quien Rajoy ha colocado una alfombra roja de camino al congreso de su ratificación en marzo, se reafirmó ayer en la necesidad de que las administraciones central y vasca «lideren de forma compartida» el proceso de desaparición del terrorismo como si se tratase de «un asunto de Estado». Una estrategia «alejada de partidismos» que garantizaría la iniciativa a los gobiernos de Mariano Rajoy y de Iñigo Urkullu, frente al intento de la izquierda abertzale por «marcar la agenda».
La entrevista pendiente entre Rajoy y Urkullu está llamada a confirmar la recuperación de una línea de actuación conjunta, que podría verse refrendada después por la reunión que Quiroga ha solicitado al lehendakari. Encuentros que avalarían la apuesta del PP vasco por «estar pegado al terreno y tender la mano a los demás», según señaló ayer su secretario general, Iñaki Oyarzábal.
El reto es conciliar un discurso acorde al nuevo tiempo sin violencia con la exigencia exhibida en la convención de Valladolid, articulada en torno a la «disolución incondicional» de ETA y «la derrota definitiva del terrorismo con todas sus consecuencias». Un mensaje de firmeza que no ha terminado de apaciguar las voces que exigen más beligerancia, encabezadas por Esperanza Aguirre, que ayer insistió en que «ETA no está derrotada».
En Euskadi, el tono de sus compañeros es bien distinto, pese a defender «con toda la fuerza la aplicación de la ley». «Nadie en el PP nacional duda de nuestro compromiso para terminar con ETA e impedir que sus ideas triunfen. Entienden que adaptemos el discurso a la realidad política. No es lo mismo que ETA mate que no lo haga», recalcó Sémper. Los populares han encontrado un espaldarazo a sus tesis en el testimonio prestado en la convención por Manuel Giménez, hijo de quien fue presidente del PP de Aragón –asesinado en 2001–. Dijo que asumía el cumplimiento de la sentencia que ha anulado la ‘doctrina Parot’, aunque le «repugnase» la excarcelación de etarras.
El PP vasco regresa de Valladolid con menos peso en la mochila. Con menos complejos, como acaba de poner de manifiesto el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, al referirse a los disidentes: «Para mí es un alivio que los herederos de Blas Piñar digan que ahora son de Vox».
EL CORREO 04/02/14