A pesar de que la lista del PP fue la más votada en Álava, y su candidato a diputado general, Javier De Andrés, afirmó ayer que sigue aspirando a liderar el gobierno foral, varios dirigentes del PP en Euskadi han reconocido que ven difícil recuperar el poder en esta institución.
La única opción hoy por hoy, teniendo en cuenta que el diputado general en funciones, Xabier Agirre (PNV), opta a la reelección y que Bildu le prestará su apoyo, sería que Ezker Batua consintiera su elección al abstenerse, siempre y cuando el PSE respalde al aspirante popular.
Ayer, la Junta Electoral de Vitoria desestimó el recurso del PNV, para quitarle un juntero a los socialistas que hubiera dado la mayoría a las fuerzas nacionalista, por lo que esta posibilidad aún existe -la dirección peneuvista ha recurrido ahora ante la Junta Electoral Central-.
En todo caso, nadie quiere revelar sus cartas ni sacar conclusiones en público de los movimientos ya realizados. De Andrés afirmó que no renuncia a conseguir una postura favorable en la ronda de contactos oficiales que entablará con todos los partidos, salvo Bildu. «Queremos acuerdos muy amplios que den estabilidad institucional» destacó De Andrés, cuyo eventual gobierno tendría como prioridades la generación de empleo, dar estabilidad a las empresas y superar la crisis económica.
A pesar de los movimientos realizados por las direcciones del PNV en Álava y Guipúzcoa, ambas adscritas al sector soberanista, que podrían ser interpretados como un acercamiento a Bildu, PP y PSE insisten en que nada está cerrado y apelan a la «responsabilidad» de los peneuvistas para cerrar el paso a la coalición independentista en las instituciones.
Fiel a su estilo de no despejar todas las incógnitas hasta el último momento, el líder del PSE alavés, Txarli Prieto, fue capaz de responder ayer sí, no y todo lo contrario a casi todas las preguntas espinosas. Interrogado si seguirá como líder de la oposición en Juntas y secretario general del PSE alavés tras el batacazo que deja a su partido como cuarta fuerza en Álava, dijo que «los cargos tienen fecha de caducidad», pero «a fecha de hoy todo está como está».
Lo que sí dejó claro Prieto es que la política de alianzas en Álava será decidida por la Ejecutiva vasca, a diferencia de lo ocurrido en 2007, cuando su cabalgata en solitario para ser diputado general y su aversión respaldar al PP terminó entregando el ente foral al PNV.
En su análisis sobre lo ocurrido en Álava, además del efecto crisis, Prieto cree que el votante socialista se vio disuadido por la percepción de que el PSE iba a poner sus votos a disposición del PP en la Diputación. Además, citó como otros motivos las dudas sobre algunos proyectos estratégicos y la campaña del PP generada en torno a las ayudas sociales para inmigrantes. Para recuperar la conexión con la sociedad, recalcó Prieto, los socialistas deben decidir donde están sus «líneas rojas» como proyecto de izquierdas. «Debemos decidir si gobernar es un medio o un fin», lanzó al aire antes de precisar que no se refería a ningún gobierno en concreto.
Sobre si cree que los socialistas han sufrido cierto desgaste electoral en Euskadi por su entrada en Lakua de la mano del PP, replicó que «no hay ninguna discusión sobre el Gobierno del cambio. Era lo que había que hacer». No quiso comentar las palabras del presidente del PSE-EE, Jesús Eguiguren, que pidió al Gobierno vasco un cambio «radical» de políticas, en concreto sobre «pacificación». En todo caso, Prieto dio la impresión de que, de momento, los únicos que oirán con claridad sus ideas para recuperar «un partido socialista con aroma socialista» serán sus compañeros de formación en el proceso de reflexión abierto tras el descalabro del 22-M.
EL PAÍS, 28/5/2011