EL MUNDO 15/09/14
· Banca y grandes comercios alertan sobre el encarecimiento del coste de la vida
La moneda de una Escocia independiente está en la diana de las campañas del referéndum, planeando sobre un mar de incertidumbres económicas. ¿Erró Alex Salmond, jefe nacionalista del Gobierno de Edimburgo al mostrar su carta a favor de una unión monetaria con Londres al comienzo de la carrera electoral? ¿Se equivocan el Ejecutivo de David Cameron y el resto de partidos unionistas en oponerse a un divorcio amistoso?
El electorado emitirá sentencia el próximo jueves en una cita con las urnas sin precedentes en Reino Unido. De momento, la entrada en el debate de la banca y los grandes comercios, que alertan sobre el encarecimiento del coste de la vida en la fase inicial de una trayectoria independiente, no ha dentado el súbito despunte del sí en la intención de voto, registrado la semana pasada. La contienda está en tablas y la victoria de un bando u otro amenaza con ser mínima, abriendo una nueva era de incertidumbre política.
Este fin de semana, los grupos de telecomunicación se han sumado a los supermercados y cadenas comerciales que advierten de la inevitable subida de precios sí se confirma la separación. O2, propiedad de Telefónica, BT, EE y Vodafone, entre las grandes con sede en Inglaterra, cargarán la tasa europea de roaming a las llamadas al norte de la frontera.
Las telecos alertan además de que los altos costos de mantenimiento o extensión de fibra óptica y otros adelantos tecnológicos por los bellos y remotos parajes escoceses se resentirán en la factura mensual de sus usuarios.
Los estudios confirman la inquietud de los líderes empresariales en sectores potentes de la economía escocesa: electrónica y alta tecnología, energía (petróleo y renovables), ingeniería y producción industrial, servicios financieros, bebida y alimentación (con sus reputados whisky y carne de buey). Sólo una minoría de ejecutivos identifica oportunidades de crecimiento e inversión en una senda apartada del Reino Unido, según un sondeo de la Universidad de Edimburgo.
Dirigido por el profesor Brad Mackay, el informe identifica entre los más afectados por la independencia a las grandes y medianas compañías que enfocan su negocio en Reino Unido. La red de clientes de este grupo tiende a repartirse en una proporción del 10% en Escocia y 90% en el resto del país. Por otro lado, las empresas privadas se declaran más dispuestas a absorber los riesgos que las que cotizan en bolsa. Y las extranjeras que operan en el mercado global apenas se sienten afectadas por la potencial ruptura constitucional.
Mackey deduce que el 10% de las grandes y medianas empresas podrían eliminar sus actividades de una Escocia independiente. Los bancos escoceses rescatados por el Tesoro británico en la crisis de 2008 –RBS, con una participación estatal del 81%, y LLoyds Bank, que engloba al Banco de Escocia, con el 25% de las acciones controladas por el Gobierno de Londres– han indicado que trasladarán sus sedes legales a Inglaterra.
La mudanza de ambos bancos no implica, al menos a corto plazo, una reducción de sus 28.000 empleados en Escocia ni recortes de los servicios. Pero el anuncio simultáneo del cambio de domicilio oficial, cuando los sondeos acababan de dar la victoria al sí por primera vez, fue denunciado por Salmond como el último desesperado cartucho unionista para infundir temor en el electorado sobre el impacto de la independencia.
«La unión monetaria es incompatible con la soberanía», ha declarado el gobernador del Banco de Inglaterra, el canadiense Mark Carney. Salmond, sin embargo, tiene el piñón fijo en mantener la libra esterlina en un pacto que quiere alcanzar con el Gobierno de Londres en los 18 meses de negociación sobre los términos de la independencia. Alistair Darling, cabeza de la campaña del no, rechazó ayer esta posibilidad que, según dijo en la BBC, va en contra de los intereses de Escocia y el resto de Reino Unido.
Si los políticos unionistas mantienen su negativa a la unión monetaria en el supuesto de la victoria independista, Salmond se verá ante tres alternativas: la adopción de la libra sin acuerdo con Londres –la llamada esterlinación de la divisa, en línea con territorios independientes, como Panamá y Hong Kong, que usan el dólar estadounidense–, la adhesión al euro o una divisa de nueva creación.
Los analistas coinciden en que un compromiso acordado con el Gobierno británico acarrearía menos costes y menor incertidumbre.
Los estudios reflejan que la economía escocesa sufrirá en la transición hacia la independencia, pero pocos auguran un desastre en el futuro. Si Mark and Spencer y otras grandes superficies se retiran de Escocia o suben los precios al norte de la Muralla de Adriano, su hueco será rellenado por otros agentes comerciales que reavivarán la competencia.
El profesor Mackey advierte además de que el no a la independencia también trae consigo incertidumbre en aspectos que influyen en el comportamiento del empresariado. Por una parte, está la promesa de los tres grandes partidos de Westminster (la coalición gubernamental de conservadores y liberal-demócratas más laboristas) de transferir competencias a Edimburgo; la falta de consenso en el bando unionista sobre la cesión de plena autonomía fiscal; y la posibilidad de un referéndum sobre la continuidad de Reino Unido en la Unión Europea si la formación de Cameron gana las generales del próximo año 2015.
La reina Isabel II pide precaución
> Consejo real. «Pensad muy cuidadosamente sobre vuestro futuro». Fue el consejo de Isabel II a un feligrés que se acercó ayer a darle la mano a la salida de la iglesia en Crathie Kirk, a tiro de piedra del castillo de Balmoral, donde apura su estancia veraniega hasta más allá del referéndum.
> Intervención directa. Es la primera vez que la reina se pronuncia en público, días después de que Farage, líder ultraconservador del Ukip, le pidiera intervenir.
> «Neutralidad». El Palacio de Buckingham insistió ayer en la «estricta neutralidad» de la monarca en la consulta, pero el comentario real, cazado al vuelo por la comentarista política de ‘The Times’ Lindsay McIntosh, se convirtió en la historia política del día.
> Ruptura. Según medios de comunicación británicos, la reina confesó en privado a Cameron estar «horrorizada» ante la posibilidad de la ruptura del Reino Unido.