Uno de los factores que más han contribuido a mantener al PNV en el poder durante treinta años ha sido lo extendida que ha estado entre los ciudadanos la identificación entre ese partido y el interés general de lo vasco. La llegada de Patxi López al Gobierno ha situado al PNV como un partido más, aunque sea el más importante.
La presentación en el Congreso del proyecto de Presupuestos Generales del Estado abre el camino para la tramitación parlamentaria de las cuentas públicas del próximo año y, al mismo tiempo, obliga a los socialistas a entrar ya de lleno en la búsqueda de los socios necesarios para garantizar su aprobación.
Uno de los grupos que con más claridad ha expresado su disposición a negociar con el Gobierno de Zapatero es el PNV. El líder nacionalista Iñigo Urkullu ratificó esta voluntad de pacto el domingo en el Alderdi Eguna. Los nacionalistas vascos han dado a conocer las exigencias previas, una de las cuales es que se garantice el «blindaje» del concierto económico vasco. Se pretende hacer mucho más difíciles los recursos judiciales contra las decisiones fiscales de las haciendas forales. En los últimos años han menudeado estos recursos por iniciativa de los gobiernos, organizaciones empresariales y sindicatos de La Rioja y Castilla-León, que se han sentido perjudicados por diversas normas fiscales vascas.
La petición de que se «blinde» el concierto de manera que sólo sea recurrible ante el Constitucional fue aprobada por el Parlamento de Vitoria con el apoyo de los socialistas y populares vascos. El PSOE y el PP, sin embargo, no ven con buenos ojos la iniciativa, entre otros motivos porque son conscientes de que les crea conflictos en otras comunidades.
El PNV, al convertir la cuestión en contrapartida a su apoyo a los presupuestos, lleva las cosas a un terreno que conoce bien porque lo ha frecuentado demasiadas veces. Los gobiernos españoles, tanto socialistas como populares, han negociado transferencias de competencias a cambio de apoyo parlamentario del PNV. Han convertido lo que debía ser una cuestión de relación institucional –de gobierno a gobierno– en materia de regate partidario. Es un error. Lo ha sido en el pasado, pero puede serlo todavía más en este momento si el Gobierno central acepta negociar el «blindaje» del concierto con el PNV. Si esa medida tiene encaje legal y Zapatero está dispuesto a sacarla adelante, con quien debería negociarla es con el Gobierno vasco, ya que se está dando respuesta a una demanda del Parlamento de Euskadi.
No es sólo el respeto institucional lo que está en juego, sino también el interés de los socialistas que ahora presiden el Gobierno vasco. Negociar con el PNV contribuiría a volver a asentar la idea de que las cuestiones importantes del País Vasco las tiene que decidir este partido y supondría minusvalorar el papel de Patxi López y de su Ejecutivo.
Uno de los factores que más han contribuido a mantener al PNV en el poder durante treinta años ha sido lo extendida que ha estado entre los ciudadanos la identificación entre ese partido y el interés general de lo vasco. La llegada de Patxi López al Gobierno ha situado al PNV como un partido más, aunque sea el más importante.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 30/9/2009