El Premio Euskadi distingue a una novela sobre las víctimas de ETA

La novela El ángulo ciego (Bruguera), de la escritora Luisa Etxenike, ha sido galardonada con el Premio Euskadi de literatura en castellano 2009, que concede el Departamento de Cultura. El jurado ha valorado en la obra tanto sus aspectos formales como el asunto que aborda: los momentos que siguen al entierro de un escolta, víctima de un atentado de ETA, rememorados por su hijo.

Etxenike, colaboradora de la edición de EL PAÍS en el País Vasco, estructuró la obra, su quinta novela, en dos partes. En la primera, el protagonista, todavía un adolescente, hace una versión ficcionada de su propia experiencia. En la otra, entra en la realidad: unos años más tarde, el hijo de un hombre asesinado cuando prestaba escolta a un político vasco habla de la verdad. El jurado, presidido por el escritor Juan Bas, ha destacado «la lograda conjunción de dos planos narrativos, el del deseo y el de la realidad, articulada a través de una prosa poética introspectiva y una difícil desnudez cargada de fuerza, ritmo y profundidad».

El valor literario del acercamiento al punto de vista de las víctimas de ETA radica, añade el fallo, en su «serena reflexión y denuncia de la violencia irracional y sus consecuencias».

Los premios Euskadi de Literatura han distinguido por vez primera a una obra de ilustración. La galardonada ha sido Elena Odriozola (San Sebastián, 1967) por los dibujos realizados para el cuento Aplastamiento de gotas, uno de los relatos del libro Historias de cronopios y de famas, de Julio Cortázar, en la edición de Laberinto de las Artes. El jurado ha considerado que Odriozola ha recogido las palabras de Cortázar «como si fueran un eco», en un esfuerzo creativo por «tratar de no ser servil al poderoso y conocido relato». El texto, explicó la autora, le llevó a la ilustración, un trabajo en el que no reconocer fronteras claras entre las obras destinadas a los adultos y al público infantil.

En la modalidad de literatura infantil y juvenil, el premio ha correspondido a Anekdotak (Pamiela), de Rubén Ruiz (Vitoria, 1973). El libro está compuesto por una treintena de relatos cortos, «celditas que componen un panal», dijo su autor, unidos por el punto de vista de su protagonista, una niña de ocho años. Es un libro «intimista y minimalista», en opinión del jurado, que con los juegos de palabras y las salidas poéticas de la narradora hacen atractiva su lectura también para los adultos.

Los galardonados recibirán premios de 18.000 euros y 4.000 más si la obra galardonada se publica en otra lengua. Los premios Euskadi serán entregados en Vitoria el 24 de noviembre. En la modalidad en euskera, el galardón distinguió el libro de poemas Egunsentiaren esku izoztuak (Pamiela), de Xabier Lete, que también recibió el Premio de la Crítica.


«Es un libro cercano a la realidad, pero es una novela»

Luisa Etxenike (San Sebastián, 1957) reconoce que su emoción al recibir el Premio Euskadi de Literatura por la novela El ángulo ciego resulta mayor por tratarse de un libro que habla de su entorno y llega más profundamente a su intimidad, al hablar de las víctimas del terrorismo. «Está más cerca de mi país, de Euskadi, de experiencias y sentimientos que nos rodean», dice. «El anhelo de felicidad y libertad que se expresa en él no es sólo literario, sino para la realidad».

La autora agradece las referencias del jurado a los aspectos formales de su obra, que amortiguan su preocupación ante el riesgo de que el argumento acabase ocultando la obra literaria. «Es un libro que está cerca de la realidad, pero es una novela. El trabajo literario es la guía para entender el fondo», señala.

Autora de colecciones de relatos y cinco novelas, publicadas en los últimos 12 años, y traductora de Claude Lanzmann, entre otros autores franceses, Etxenike cita a Camus para defender que el escritor debe situarse del lado de los que padecen la historia. El punto de vista de las víctimas le resultó el camino natural para escribir una novela sobre terrorismo. El huérfano de un escolta asesinado en un atentado se siente perdido en el momento inmediatamente posterior al entierro de su padre. En medio del naufragio, apunta Etxenike, la madre se convierte en el refugio de los valores fundamentales, de la lucha por la felicidad y de la recuperación de la figura del padre.

El ángulo ciego al que se refiere el título supone una metáfora sobre el espacio íntimo que no se puede ver y queda a salvo de las agresiones externas, un ámbito de libertad, donde no caben ni el miedo ni las amenazas. «Buscamos ese ángulo ciego y la búsqueda es una forma de no caer en la derrota. Eso es vivir, derrumbarse y levantarse. Los personajes de la novela no renuncian a esa posibilidad», indica la autora.

La brutalidad del asesinato no impide que la historia transmita confianza en el futuro. «La capacidad de los seres humanos para reaccionar, defender su libertad y dar réplica a quienes quieren anularla es extraordinaria», defiende. «No creo en el determinismo; nadie puede acabar con la libertad. No se trata de negar el dolor, sino de asumirlo». Etxenike entiende que no es una postura que peque de optimismo ingenuo: «No sé si es optimismo o realismo, pero los ejemplos que vemos a diario en todo el mundo me animan a pensar que es un optimismo justificado».

Los libros que como El ángulo ciego tratan sobre las víctimas del terrorismo sirven para actualizar su voz, sostiene Etxenike. «Cada vez que alguien los abre, hablan. Los libros tienen una vida larga y se pueden compartir», añade. La escritora donostiarra quiere que la voz de su historia se escuche, sobre todo, entre los más jóvenes, «para que construyan su futuro con respeto».

EL PAÍS, 4/11/2009