Editorial, LA VANGUARDIA, 8/11/11
QUIZÁS lo que quedó más claro a lo largo del cara a cara de ayer es la convicción de los dos contendientes en una cosa: uno (Rajoy) va a ser presidente del Gobierno después de las elecciones del 20-N y otro (Rubalcaba) carece de opciones para dar la vuelta a los sondeos. Esa atmósfera sobrevoló de una manera muy clara el primer bloque del debate de ayer, centrado en la economía, en el que pesaron como una losa para Rubalcaba los giros en las políticas llevadas a cabo por el Gobierno Zapatero y los más de cinco millones de parados. Quizás fue en ese bloque cuando Rajoy le propinó a Rubalcaba uno de los golpes más contundentes del debate al acusar a los socialistas de ser unos maestros en decir una cosa y aplicar la contraria desde las elecciones del 2008 hasta la fecha. El candidato del PSOE se refugió en lo que sería un hilo conductor durante el cara a cara: acusar a Rajoy de ambigüedad y de tener un programa en el que figura bajar las prestaciones a los desempleados y subir impuestos como el IVA. Ese primer bloque lo ganó Rajoy. El segundo, el de políticas sociales, estuvo muy centrado en la sanidad y ahí Rubalcaba, algo menos agresivo, castigó a Rajoy con la idea de que su gobierno privatizaría la sanidad. El líder del PP se defendió separando lo que es una gestión privada de una privatización y reprochándole la congelación de las pensiones. En esta materia, el debate estuvo más igualado. El tercer bloque, sin un guión preestablecido, fue realmente prescindible. Resumiendo: el candidato socialista tenía que arrasar y quedó muy lejos de lograrlo. Rajoy tenía que resistir y ganó a los puntos. Un interrogante: ¿por qué leyó tanto Rajoy?
Editorial, LA VANGUARDIA, 8/11/11