El problema vasco del PP

ABC 28/01/14
EDURNE URIARTE

· El PP no puede buscar el diálogo con el PNV en los objetivos independentistas, como tampoco lo hace en Cataluña

La liberación injustificada de Bolinaga fue un grave error del PP al que se sumó, en sus nefastos efectos para los populares, un error ajeno, el de la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, un error atribuido con cierto éxito mediático al PP por algunos representantes de las asociaciones de víctimas. La posición de Arantza Quiroga respecto al PNV amenaza con ser la guinda de todo lo anterior. Esa por la que Quiroga cuestiona, la semana pasada, al diputado general de Álava, Javier de Andrés, por criticar las posiciones de apoyo a Sortu del PNV, «no hay que echar leña al fuego». Y se niega a reconocer la gravedad de ese apoyo al brazo político de los terroristas en su estrategia de legitimación de la historia de ETA, con eso de que «no es tiempo de reproches» o «hay que tener altura de miras», para con el PNV, que decía ayer en una entrevista.

Entre este error y el que cometen algunos representantes de las asociaciones de víctimas o los dirigentes de partidos como Vox o UPyD hay un trecho en el que Antonio Basagoiti supo ocupar una posición inteligente y coherente con el discurso antiterrorista del PP. Que ni intentaba contemporizar con el PNV en sus alianzas con el brazo político de ETA. Ni, por el otro lado, era ajeno a una realidad sobre la que he escrito desde hace muchos años. La realidad de que hay un nacionalismo radical e independentista con vida propia fuera de ETA. O que independentismo continuará después de ETA. Como lo prueba Cataluña, en su momento de radicalidad independentista máxima, sin un grupo terrorista detrás.

Lo anterior significa que algunos objetivos de ETA continúan con éxito su camino, en efecto, pero no porque ETA no haya sido derrotada, como dicen algunos, sino porque el independentismo existía al margen del grupo terrorista. Y ese independentismo fue siempre mayor que el catalán en todas y cada una de las encuestas, una media de un 25% de apoyo, lo que nos da una idea del camino que puede recorrer, aunque ETA desaparezca definitivamente. A eso se suma el intento de ETA de legitimar su historia criminal y de sacar de las cárceles a sus asesinos antes de tiempo, un problema diferente del anterior.

Y el PP no puede buscar el diálogo con el PNV en los objetivos independentistas, como tampoco lo hace en Cataluña. Pero mucho menos puede tender puentes con un PNV que está en estos momentos en la legitimación de la historia etarra junto con Sortu, en las manifestaciones de la calle y en las instituciones. Por muy cómodo que sea políticamente eso de hacer amigos entre los nacionalistas del centro-derecha. Y por muchas ganas de ver tiempos nuevos que tenga Arantza Quiroga.

Si se suma a todo lo anterior la ausencia confirmada ayer de Jaime Mayor Oreja en la lista al Parlamento europeo, el PP va camino de tener un problema electoral con el asunto vasco. Y con Vox, o UPyD, listos para recibir los votos de castigo de algunos de sus votantes enfadados.