Tanto si Otegi rinde cuentas ante el juez como si su cita se hubiese pospuesto a la etapa postelectoral, a nadie se le escapa que el ‘proceso’ y la acción judicial contra la izquierda abertzale van a estar irremediablemente ligados. El funcionamiento de la Justicia siempre estará condicionando el pulso negociador entre el Gobierno y la banda.
EL principal protagonista del llamado proceso de negociación entre el Gobierno y ETA se sentará hoy en el banquillo de los acusados por obra y gracia de la Audiencia Nacional. De los tres órganos judiciales que debían pronunciarse en torno a la revisión de la impugnación del presunto delito de Otegi por enaltecimiento del terrorismo, únicamente la Audiencia Nacional ha decidido pasar por alto el ambiente preelectoral, con la presión correspondiente, y citar al portavoz de la ilegalizada Batasuna. Ha habido más instancias que han querido «echar una manita» en tan delicado asunto: la del ministro de Justicia, por ejemplo, Fernández Bermejo, que unas horas antes de que la Audiencia Nacional comunicara su decisión, a pesar del Tribunal Supremo y de la Fiscalía general, se mostraba muy comprensivo con las actitudes proclives a dejar madurar las cuentas pendientes de Otegi con la Justicia hasta después de las elecciones.
Y es que, a medida que se aproximan las fechas electorales, han ido renaciendo de las cenizas las denominadas «normas no escritas» encaminadas a justificar, por razones jurídicamente inexplicables aunque políticamente comprensibles, que la Justicia se tomara unas vacaciones durante la campaña. Lo cierto es que el escenario de una contienda electoral, con el portavoz de la ilegalizada Batasuna en la cárcel resultaría el peor de los diseñados por un Gobierno que quiere evitar, a toda costa, que el entorno político de ETA tenga una excusa victimista en la que apoyar su bandera electoral.
Pero ésa es un arma (con perdón) de doble filo que siempre estará condicionando el pulso negociador entre el Gobierno de Zapatero y la banda terrorista. Tanto si Otegi rinde cuentas ante el juez por el delito del que se le acusa como si su cita se hubiese pospuesto a la etapa postelectoral, a nadie que conozca el entorno de ETA se le escapa que el denominado proceso y la acción judicial contra la izquierda abertzale van a estar irremediablemente ligados.
Con Otegi, como con el caso De Juana, el Gobierno ha estado en un callejón sin salida. Si la Audiencia Nacional hubiera pospuesto su comparecencia, tal como quería la Fiscalía General, se le habría acusado de cesión al chantaje del entorno de ETA para hacerle más fácil su vuelta a las candidaturas en las próximas elecciones. Como no ha sido así, hoy Otegi dará una vuelta de tuerca a su campaña contra la Audiencia Nacional. Y para esta causa no piensa en otra cosa que utilizar a Conde-Pumpido. Ya ha empezado a hacerlo.
Mientras, los periodistas preguntaban a Blanco qué sabía del rumor del próximo comunicado de ETA. El dirigente socialista marcó el móvil del ministro Rubalcaba y, al terminar la conversación telefónica dijo: «no hay nada». Siguen esperando.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 21/3/2007