EL CORREO 21/02/14
· El portavoz de los verificadores es un profesor universitario, hijo de diplomático, que aprendió español en Colombia y al que le encanta el baile latino.
Ramanujam Manikkalingam, más conocido como Ram, acaparará hoy buena parte de la atención de los medios vascos. Portavoz de la Comisión Internacional de Verificación (CIV), dará a conocer a las dos de la tarde los planes de ETA para poner en marcha un desarme que, según adelantó ayer este periódico, consistirá en el sellado de sus zulos, aunque sin entregar todavía pistolas, fusiles o el material explosivo. Un proceso que la banda quiere que esté supervisado por la propia CIV con colaboración de «agentes vascos o internacionales», en el que España y Francia deberían conceder impunidad a los etarras que tomen parte en esa labor de desmantelamiento y en el que podría participar un tercer país neutral que favoreciera los contactos con la cúpula terrorista. Falta por conocer qué tipo de garantías ofrece la banda de que ese proceso no tiene vuelta atrás.
Manikkalingam, que ayer esperaba entrevistarse con el lehendakari, Iñigo Urkullu –el encuentro no se había materializado a última hora de la tarde y podría haberse retrasado a la mañana de hoy–, aterrizó a mediodía en el aeropuerto de Loiu. Le acompañaba la secretaria de la comisión, Fleur Ravensbergen, y otros cuatro colaboradores suyos. Todos ellos desplazados desde Amsterdam, donde viven. El resto del grupo, compuesto por el teniente general indio Satish Nambiar, el ex político sudafricano Ronnie Kasrils, Chris Maccabe, que participó en las negociaciones con el IRA, y Aracelly Santana, exasesora de la ONU, utilizaron otros medios para llegar a la capital vizcaína.
Natural de Sri Lanka, pertenece a la etnia tamil, minoría en un país dominado por los cingaleses. Su padre fue embajador del país en Indonesia y la afición por la política anidó en él desde joven. No es difícil encontrar en Internet artículos de la prensa anglosajona en la que se da cuenta de cómo fue arrestado en aplicación de la legislación antiterrorista de Sri Lanka.
Aún así cursó estudios de Física Teórica en la Universidad estadounidense de Massachusetts, aunque finalmente se doctoró en Ciencia Política, la que se ha convertido en su profesión. En la actualidad, es profesor visitante en la Universidad de Amsterdam, donde ha fundado el DAG (Dialogue Advisory Group), un organismo especializado en la intermediación en conflictos.
«Brillante» y «simpático»
El portavoz de la CIV es un hombre de cuidadas formas, que habla español con soltura tras aprenderlo durante una estancia en Colombia. Quienes intimaron con él en la Universidad de Massachussets le recuerdan como un estudiante «brillante», que derrochaba «simpatía» y que no despreciaba salir de fiesta. «No era de los que estaba todo el día en la biblioteca», reconoce Marga Gómez Reino, profesora de la UNED y amiga de aquellos tiempos.
Fue durante esos estudios donde se destapó también su gusto por la música latina. «Es todo un bailongo», insiste Gómez Reino. Otro de los colaboradores de Manikkalingam, el profesor chileno Pablo Policzer, recuerda cómo en 1999 el ahora verificador del fin de ETA descubrió al grupo cubano apadrinado por Ry Cooder ‘Buena Vista Social Club’. «Recuerdo haber pasado horas escuchando y disfrutando el álbum con Ram y más gente. Ram se desempeña de lo más bien en el baile».
Padre de dos hijos de corta edad –el más pequeño nació el año pasado–, quienes le han tratado en Euskadi aseguran que es de los que «van siempre al grano» y huye de los circunloquios. «Lo que quiere saber lo pregunta sin rodeos», aseguran. Una forma de ser que, dicen algunas formaciones políticas vascas, «en un principio resulta un poco dura».
Amante de la literatura del nobel turco Orhan Pamuk, el mayor logro de Manikkalingam hasta su actual labor de intermediación en Euskadi tuvo lugar en su país de origen. Fue asesor del Gobierno de Sri Lanka en las conversaciones de paz con los Tigres Tamiles, que protagonizaron un enfrentamiento bélico muy cercano a una guerra civil. El papel de mediador le granjeó fuertes enemistades. Los tamiles le tildaron de «traidor» por colaborar con el Ejecutivo, mientras que algunos integrantes de aquel gabinete recelaban de él al considerarle un «espía» del grupo terrorista. Quienes le recuerdan de aquella época aseguran que tuvo que huir del país por las amenazas, aunque ahora lo visita con asiduidad.
EL CORREO 21/02/14