Regina Otaola, LA GACETA, 4/7/11
Bildu ha comenzado a gobernar y han bastado unas pocas actuaciones para que los buenistas de pacotilla se hagan los sorprendidos porque los representantes «pata negra» de Batasuna vayan accediendo al poder vía contratación. Era una toma anunciada. Al igual que el resto de medidas que no hacen más que corroborar que sus Gobiernos son «euskaldunes y soberanistas», como ha aclarado el diputado general de Guipúzcoa Martín Garitano.
Declaración acorde con la negativa a permitir que los escoltas realicen su labor en los ayuntamientos porque los responsables de Bildu se dedican en cuerpo y alma a conseguir la «normalización» del País Vasco y eso supone rechazar las armas legales (las que llevan los escoltas) y exigir, además, la salida de todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Las únicas armas que no molestan son las de ETA, ahora silenciadas pero no entregadas.
La normalización supone nombrar como asesor al ex alcalde de Azpeitia, miembro de ANV, y celebrar el pleno itinerante de Juntas en su pueblo sin dedicar unas palabras, no digo ya de condena porque no lo van a hacer, sino de recuerdo, al asesinado Ignacio Uría. Silencio normalizado.
La normalización supone que, según les dé, hablarán sólo en euskera. El español es el idioma del invasor, el idioma a rechazar; «sólo el euskera nos hará libres», piensan. Los medios que se las apañen y los ciudadanos que no lo entienden que lo aprendan. No tardarán mucho en crear la figura del comisario del idioma, sujeto que irá por comercios y empresas controlando el uso del vascuence. Hace unos años el PNV ya hizo amagos de crear ese comisariado pero finalmente no se atrevió. Bildu lo hará, siguiendo la estrategia de ETA.
Y mientras Guipúzcoa se batasuniza un poco más cada día, los buenistas de pacotilla no entienden cómo algunos apoyamos que se impugne el nombramiento político de la capitalidad cultural europea 2016. La cultura sin libertad no es cultura, es una creación dirigida y tutelada por el poder para adoctrinar a las masas. Se hablará de conseguir la paz creando cadenas humanas que equiparen a víctimas y a criminales y lo único que se conseguirá será el escarnio, una vez más, de las víctimas de ETA. «Qué bonito», dirán algunos, «todos unidos de la mano, los etarras y sus víctimas» y su cerebro no dará para más porque el sentimentalismo de pacotilla les ha nublado el razonamiento.
Así se normaliza una sociedad. Nos quieren hacer creer que los de Bildu son los portadores de paz y que ETA ya no cuenta. Lo dijo también el lehendakari: «A ETA se le ha derrotado y ya sólo queda que desaparezca. Ya no hay marcha atrás. Es nuestra gran victoria. Hemos puesto límite al totalitarismo…». Si desde el Gobierno vasco ya se confunde el deseo con la realidad, mal vamos a terminar. Ni ETA está derrotada gracias a su negociación ni se le puede permitir que «desaparezca» como si fuese humo. Tiene que ser derrotada y condenada por los crímenes cometidos. Lo demás serán cierres en falso con nefastas consecuencias.
Regina Otaola, LA GACETA, 4/7/11