«ETA está derrotada», ya no mata, pero «su proyecto sigue vivo en las calles, en el Parlamento Vasco. No se ha terminado el trabajo», señaló ayer el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, que presidió uno de los homenajes más emotivos de los que se han dedicado esta semana al recuerdo de Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA hace 20 años. Se le recordó por su partido, en su pueblo, Ermua, y con la presencia de su madre, Consuelo, y de su hermana Mari Mar, visiblemente emocionada.
Ante ellas, Alonso rememoró ese espíritu de Ermua, que fue el principio del final de ETA, para pedir la misma unidad ahora para luchar contra «el odio que va unido al proyecto de ETA, todavía instalado en nuestras calles, en el Parlamento Vasco» de la mano de EH Bildu, dijo el líder popular.
Muy duro con la coalición abertzale por no haber secundado mociones de condena al asesinato de Blanco y por no haber condenado nunca abiertamente la violencia de ETA, Alonso señaló que «es difícil mirar atrás para aquellos que siempre han mirado para otro lado, o sólo nos miraban por detrás, para pegarnos un tiro en la nuca». «Aquellos que sólo están esperando a que acabe esta semana para volver a plantear sus exigencias sobre los presos». Y criticó a los partidos que ahora, «por cálculo político» quieren abrirle las puertas «al brazo político de ETA», «por si alguna vez necesitan de sus votos», señaló en clara alusión al PSE y al PNV. En este sentido, rechazó que se baje la exigencia moral a EH Bildu o a Sortu, «no es aceptable».
En la misma línea de Alonso, Mari Mar Blanco, que se emocionó en más de una ocasión durante su intervención, –«este es el momento más duro de los últimos años», confesó– pidió la misma unidad que se vivió en aquellos días en Ermua para «ganar el relato basado en la memoria, en la dignidad y la justicia». «Saben que han sido derrotados por el Estado de Derecho,
pero quieren ganar un relato de conflicto, de bandos enfrentados, como si las víctimas hubieran estado en un bando y también hubieran asesinado», señaló la hermana de Miguel Ángel Blanco.
Frente a ello, abogó por un relato de «vencedores y vencidos» y coincidió con la presidenta del PP de Bizkaia, Raquel González, en que ahora es necesario ganar la «batalla del relato» para que las nuevas generaciones conozcan lo que sucedió».
Durante el acto político y tras una ofrenda floral se visionó un montaje de vídeo con algunos de los momentos vividos durante el secuestro de Miguel Ángel Blanco y tras su asesinato, y un grupo musical interpretó un tema en su recuerdo.
La juez de instrucción número 39 de Madrid impulsó ayer las diligencias judiciales sobre el caso López Madrid, en el que el empresario está siendo investigado por un presunto acoso a la doctora Elisa Pinto. Compareció el inspector de la Policía Carba, quien remitió informes al juzgado en los que se ponía en duda las denuncias de la doctora y se apuntaba que no sufrió agresiones. En este sumario se investiga dos apuñalamientos a la doctora, quien identificó al comisario Villarejo como el autor de uno de ellos.
El inspector se ratificó en sus conclusiones, pero tuvo que admitir y corregir sobre la marcha algunas deficiencias en sus datos. Asi, indicó que recurrió a la unidad de análisis de comportamiento, «una unidad muy especializada», para que le realizaran un perfil de Pinto, un informe negativo sobre la doctora. Admitió que el análisis lo realizó su mujer –que llevaba en el Cuerpo un año y medio– con sus indicaciones. Explicó que fue comisionado para investigar la denuncia que presentó la doctora en la secretaría de Estado de Seguridad. Posteriormente, el oficio del juzgado 26 donde se recibió esta denuncia le indicó que investigara la relación de López Madrid con altos cargos de la Policía.
Ayer, reconoció que en sus pesquisas no realizó ni una cosa ni la otra y se dedicó a investigar a la doctora. Compareció ante la juez después de que varios testigos cuestionaran su versión y avalaran las agresiones. El inspector reconoció que en sus informes había datos erróneos sobre el día de la agresión. Sobre todo, cuando señaló que ese día no se vio por la zona ningún coche parecido al de la doctora y que las cámaras no lo habían registrado. Sin embargo, las imágenes que están en el sumario corroboran que el vehículo si pasó por la zona. Carba admitió su error durante su declaración.
Asimismo, también reconoció que no se ajustaba a la realidad su informe cuando indicó que la doctora había subido a casa para limpiarse las heridas, aspecto que fue negado por los testigos sanitarios posteriormente. Carba indicó que se había «fiado» de las diligencias policiales porque por su «dilatada experiencia» sabe que los policías no mienten. También compareció López Madrid en calidad de investigado. Negó haber acosado a la doctora y aseguró que él era la víctima.
Después prestó declaración P. R., amiga de la doctora, quien explicó las conversaciones que mantuvo con Elisa Pinto durante la época en la que se presume que era acosada por López Madrid. Esta testigo explicó cómo Pinto tenía angustia y miedo. Aseguró que la doctora estaba convencida de que la iban a matar.
En la declaración pusieron grabaciones entre esta testigo y la doctora donde Pinto le trasladaba su convicción o de que López Madrid se había vuelto «loco» y de que la iban a matar.