El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) siempre ha tenido importantes diferencias con el PSOE en materia territorial. Los dos partidos llevan décadas influyendo el uno en el otro: el PSC ha hecho más catalanista al PSOE y viceversa. Pero, quizá, los dos nunca han estado tan cerca de coincidir en los mismos planteamientos como ha ocurrido con Pedro Sánchez.
El PSC defiende que Cataluña es una nación desde su constitución en 1978. Pero nunca hasta ahora había podido convencer al PSOE.
Desde julio de 2014, cuando Sánchez fue elegido por primera vez, el secretario general trabó una muy buena relación con el primer secretario del PSC, Miquel Iceta. Una relación que ha conseguido en gran parte, según explica el propio Sánchez, que haya evolucionado hacia una posición más catalanista.
Sánchez e Iceta siempre coincidieron tanto en el diagnóstico del conflicto territorial como en la solución. Pero el PSC no siempre fue moderado. De hecho, Iceta suele ser citado por los socialistas catalanes como el líder del PSC menos catalanista, ya que siempre estuvo enfrentado al ala soberanista, que hace años que abandonó esta formación.
La alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, Núria Parlon, que ha entrado en la Ejecutiva de Sánchez como secretaria de Cohesión Social, sí representa un ala más soberanista, sin estar a favor claramente del llamado derecho a decidir.
La entrada de Parlon en la Ejecutiva se produce a la vez que el PSOE abraza este nuevo concepto del Estado que no afecta, eso sí, a la soberanía, que los socialistas defienden como única y correspondiente a todo el pueblo español.
El PSC llegó a defender un referéndum legal y acordado sobre la independencia y el derecho a decidir. Una posición que envenenó durante años su relación con el PSOE, entonces dirigido por Rubalcaba.
El ex vicepresidente convocó a todos los secretarios generales y al líder del PSC en Granada y de allí salió la tantas veces citada Declaración de Granada, que fija la propuesta de reforma federal de la Constitución que defienden las dos formaciones.
Los socialistas catalanes, aún así, mantuvieron su defensa del derecho a decidir hasta después de la consulta convocada por Artur Mas el 9 de noviembre de 2014. Tras aquel pseudoreferéndum, que contó con la oposición del PSC, Iceta retiró su propuesta de consulta sobre la independencia de su programa electoral. Lo hizo en silencio y sin casi hacer ruido, de forma que tampoco despertó ninguna oposición interna.
Aquella operación, coordinada entre Iceta y Sánchez de forma discreta, acercó a los dos partidos hacia una misma concepción del problema soberanista que ahora vuelve a aproximarse, esta vez por cesión del PSOE.
La cercanía tanto política como personal de Iceta a Sánchez le convirtió en uno de sus principales defensores en la crisis que acabó con el secretario general el año pasado.
Entonces, el después presidente de la Gestora, Javier Fernández, tuvo varios enfrentamientos con Iceta en algunos comités federales. El asturiano defendió con vehemencia que no hay más nación que la nación española, e instó al primer secretario de los socialistas catalanes a cambiar de posición. Tanto Díaz como Javier Fernández representaban el ala menos catalanista del PSOE, aunque la presidenta andaluza lo niega.
Según desvela el periodista Jesús Maraña en su libro Al fondo a la izquierda, Díaz le reveló en 2016 que «algún día habrá que reconocer que somos un estado plurinacional». «¿Vas a defender expresamente que Cataluña es una nación?», le preguntó. «En su momento, cuando toque, paso a paso», relata que le dijo. En el debate entre los candidatos a las primarias, sin embargo, Díaz aseguró que siempre ha tenido la misma idea de España y que no admitía que Cataluña sea una nación.