ABC 30/03/13
· CIU teme un plante de ERC tras renovar un diálogo con Rajoy que tendrá continuidad.
· Geometría variable Mas se encomendó a ERC, pero ha girado la vista a PSC y PP para aprobar los presupuestos.
A Artur Mas le gusta la geometría variable. Ya lo demostró en la anterior legislatura, donde el apoyo del PP le permitió aprobar los presupuestos de la Generalitat en dos ocasiones, sin que eso implicara exclusividades, pues en paralelo, el líder de CiU recurría a PSC y ERC para impulsar proyectos sociales y soberanistas. En el actual mandato, mucho más convulso que el anterior e igualmente precario en materia de finanzas, el presidente catalán dio solemnidad a su acuerdo de gobernabilidad con ERC, firmado en un acto en el Parlamento autonómico. Curiosamente, este pacto no garantiza el apoyo republicano a las cuentas de 2013 y Mas se ha visto obligado a recurrir al Gobierno del PP con la finalidad de que, vía flexibilización del déficit, se pueda reducir el recorte previsto, 4.400 millones que ERC no estaba dispuesto a asumir.
Temeroso de que, finalmente, ERC opte por la espantada, Mas vuelve a la geometría variable y ante la resistencia de los republicanos a formar parte de su Ejecutivo, ha hecho extensiva esa oferta al PSC, con el que le une la defensa del derecho a decidir, como se demostró en la votación celebrada en el Parlamento catalán, donde CiU, ERC e ICV apoyaron una resolución de los socialistas en este sentido. La formación que lidera Pere Navarro no desdeña esa sociovergencia tan deseada por algunos sectores convergentes y, sobre todo, por Unió, aunque por ahora limita el campo de juego a la aprobación de los presupuestos de 2013, que admite estar dispuesto a pactar con Mas.
Enfrentamiento con el PSOE
El PSC atraviesa por uno de sus peores momentos, pues la debacle electoral sufrida en las últimas elecciones autonómicas ha llevado al sector crítico, identificado con el ala más catalanista, a rebelarse y romper la disciplina de voto en la Cámara catalana con ocasión de la votación de la Declaración de Soberanía.
«Los votantes nos identifican con Zapatero, la crisis y a los gestos nacionalistas que Maragall y Montilla hicieron en favor del Estatuto. Eso pasó factura, pero no vamos a dar un giro hacia el PSOE, sería un error», explicaba recientemente un miembro de la ejecutiva del PSC. «Si eso provoca enfrentamientos con Ferraz, los asumiremos», añade, consciente de que tampoco el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, goza ahora de una posición fuerte. Creen los socialistas catalanes que es más fácil que el PSOE acepte su apuesta por el derecho a decidir ahora que está en la oposición que en el Gobierno.
Ese acercamiento a Mas no es tan fácil. El PSC distingue claramente entre celebrar una consulta y apoyar la independencia, y sólo una renuncia por parte de CiU a ese proyecto secesionista allanaría el terreno para una entrada en el Gobierno. Ello y una apuesta por las políticas sociales. Pero la renuncia a ese camino independentista implicaría el fin de la carrera gubernamental de Mas, pues son tantas las promesas y las expectativas dadas sobre la consecución de un Estado propio que difícilmente podría desdecirse sin abandonar la presidencia catalana. «Nosotros no vamos a pedir la cabeza del líder de CiU, pero un paso atrás obligaría a CDC a buscar un relevo», explica este mismo dirigente socialista.
En todo caso, el ofrecimiento al PSC para entrar en el gobierno es visto con extrema desconfianza. Ayer mismo, Pere Navarro consideraba en una entrevista a Ep que la oferta parece hecha más bien «para darle miedo a ERC». Por contra, el PSC considera de manera mucho más seria la posibilidad de pactar con CiU las cuentas de 2013 ante el horizonte de inestabilidad que vaticina ERC, partido, añadió Navarro, que «no aporta mejoras a la sociedad» y solo busca el conflicto entre Cataluña y el Estado. La contrapartida para ayudar a CiU, profundizar en las políticas sociales y adoptar gestos como la retirada de las subvenciones a las escuelas de élite.
Juego desesperado
El juego de fintas y amagos que es ahora la política catalana se complica aún más por el pésimo estado de las finanzas de la Generalitat, y la consolidación del papel del Estado como garante de su viabilidad financiera. El deshielo en las relaciones entre Artur Mas y el presidente Mariano Rajoy, simbolizado en la reunión de esta semana en La Moncloa, tiene también su influencia en las relaciones CiU-ERC. Que en dicho encuentro se hablase también de la consulta de 2014 tuvo más de gesto hacia ERC que de convencimiento por parte del nacionalista, pues sabía de antemano el «no» de Rajoy. Jugando a tres bandas (con ERC, el PSC y el Gobierno), la geometría variable de Mas se adivina cada vez más como un gesto desesperado.
ABC 30/03/13