EDITORIAL ABC – 16/10/16
· Miquel Iceta ganó ayer las primarias del Partido Socialista de Cataluña a Núria Parlon, pero, más allá del resultado, el PSOE continúa teniendo un problema con sus socios catalanes.
El resultado de las primarias en el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) fue ayer tan ajustado como el de la recogida de avales para los dos candidatos, Miquel Iceta y Núria Parlon. Finalmente, Iceta obtuvo el 54 por ciento de los votos frente al 46 de su adversaria, gracias a la oferta combinada de un cierto continuismo en el papel del partido en Cataluña y a una cerrada defensa del «no» a la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.
Podría decirse que, en comparación con Parlon, Iceta es un mal menor, pero este es el drama del PSC desde hace varios años, que no encuentra un candidato que resitúe al partido en el catalanismo de izquierda no nacionalista del que fue removido por la estrategia de Zapatero de pactar con los nacionalismos para marginar al Partido Popular. El PSC, en la actualidad, representa al 12,72 por ciento de los catalanes en el Parlamento autonómico, y al 16,12 por ciento en el Congreso de los Diputados. Todo un balance del fracaso histórico de un partido fundamental en Cataluña. La victoria de Iceta, una victoria oficialista, sólo supone para la dirección provisional del PSOE un dolor de cabeza menos fuerte que el que habría ocasionado Parlon.
El «sanchista» Iceta abandera la ruptura con la Comisión Gestora si esta opta por la abstención en la investidura de Rajoy y defiende la concesión a los nacionalistas catalanes de una reforma federal de la Constitución con la «vía canadiense», que en Canadá se llamó «Ley de la Claridad». Tal propuesta de reforma del modelo territorial del Estado sólo anima a los nacionalistas a perseverar en su discurso victimista porque su base es un diagnóstico que culpa a la Constitución de la reacción desleal de los nacionalismos. Es inaceptable que el PSC, ante la ofensiva anticonstitucional del nacionalismo catalán, pida que se cambie la Constitución, no que cesen los ataques a la Carta Magna.
Que Iceta no apuesta como Parlon por una mayor afinidad con el derecho a decidir no entraña ningún beneficio para el PSOE, que sigue privado de una presencia propia en Cataluña, es decir, como partido nacional y constitucionalista. El socialismo español tiene arrendada su marca en Cataluña a quienes actúan más como nacionalistas disfrazados que como socialistas catalanistas.
Ahora corresponde a Javier Fernández, presidente de la Comisión Gestora del PSOE, gestionar –y nunca mejor dicho– esta consolidación del PSC como principal opositor interno a cualquier cambio de criterio frente a la investidura de Rajoy. La pinza formada por organizaciones territoriales afines a la postura extremista de Pedro Sánchez y la militancia socialista reclutada para el «no» a Rajoy va a ejercer una presión que pondrá a prueba la resistencia no sólo de Javier Fernández, sino del PSOE en su conjunto.
EDITORIAL ABC – 16/10/16