EL CORREO 06/01/13
El congreso de febrero iniciará un proceso de cambio que pilotará una dirección similar a la actual.
Democracia interna, reforzar su discurso de izquierdas y replantear el modelo de partido serán sus prioridades.
BILBAO. Dentro justo de un mes, los socialistas afrontarán uno de sus congresos más decisivos, una cita que puede marcar su futuro y que llega en un momento crucial, no solo para el PSE sino para el conjunto del PSOE. El cónclave, que se desarrollará el 9 y 10 de febrero, está pensado para definir y relanzar el proyecto de un partido que viene de tres derrotas electorales –municipales, generales y autonómicas–, con la menor cuota de poder de las últimas décadas –solo gobierna ocho ayuntamientos, el más grande, Barakaldo– y con la sensación de que su mensaje y su capacidad de influencia en la sociedad vasca va menguando.
La mayoría de los dirigentes del PSE coinciden en el diagnóstico. Son optimistas de cara al futuro, creen que a pesar de las dificultades hay una base solida para crecer –los 212.000 votos de las últimas elecciones–, pero admiten la gravedad de la situación.
Durante las últimas semanas se han presentado las ponencias orgánicas y políticas que se debatirán en el congreso tras ser analizadas por las diferentes asambleas locales. Hay una apuesta por abrir el partido, por regenerar las estructuras internas, por reforzar el discurso de izquierdas, por modernizar el sistema institucional vasco… Una hoja de ruta que, salvo sorpresa, manejarán la mayoría de los actuales dirigentes.
Pocos rostros nuevos
Días después de la derrota electoral del pasado 21 de octubre, Patxi López habló ante el comité nacional del PSE de un partido que se estaba quedando «viejo» y que requería de un cambio de «discurso» y de «personas». La última alusión dio pie a numerosas interpretaciones y a ciertos escalofríos en parte del aparato socialista. Desde entonces, el tono se ha modulado bastante. No habrá revolución, como mucho, una renovación pactada.
La ponencia orgánica que la dirección del PSE llevará al congreso establece toda una serie de incompatibilidades: no ocupar más de un cargo público y otro institucional, no estar más de tres mandatos en el mismo puesto o no repetir como candidato si ha habido dos retrocesos electorales seguidos. Pero como suele ser habitual también se establecen excepciones, por lo que tampoco se trata de ‘normas sagradas’. De hecho, desde la dirección del PSE se sostiene que entrarían en vigor después del congreso, por lo que no afectarían a los actuales dirigentes.
A partir de ahí, las últimas semanas –por no decir meses– se están empezando a vivir algunos movimientos internos. Está claro que Patxi López seguirá como secretario general y que Alfonso Gil dejará la secretaría de Organización para centrarse en el Ayuntamiento de Bilbao. También que la actual ejecutiva se reducirá de forma notable. Ahora es un organismo elefantiásico de 38 miembros. Las decisiones más importantes suelen ser negociadas por un círculo muy reducido, que luego las traslada al resto de compañeros. También se da por hecha la continuación de Rodolfo Ares –todas las voces apuntan a que retomará la secretaría de Organización– y del resto de la actual cúpula, incluido Jesús Eguiguren, que podría mantener la presidencia del partido, un cargo más honorífico que ejecutivo. En principio, todo depende de él.
Entonces, ¿dónde queda la renovación? No hay demasiado margen de maniobra. Hay quien piensa que López podría nombrar un vicesecretario general, una especie de delfín sucesorio que marcase ese camino de reforma. Pero es un cargo que nunca le ha gustado a López: jamás ha nombrado a ninguno. Tampoco tuvo vicelehendakari. De haberlo, las miradas se dirigen a Mikel Torres, aunque el alcalde de Portugalete sigue más centrado en su trabajo en la villa vizcaína. También está por ver el papel de Idoia Mendia, exportavoz y exconsejera del Gobierno. Se da por hecha su entrada en la ejecutiva, donde ahora mismo no está. Y puede que en un lugar relevante.
Tras el congreso de Euskadi se celebran los territoriales. Caso aparte es Álava, donde el debate es a cara de perro entre Txarli Prieto y sus opositores. Más tranquilos van a discurrir los de Gipuzkoa y Bizkaia. En el primero de los dos casos se da por segura la continuación de Iñaki Arriola. Él y el secretario de Organización, Miguel Ángel Morales, mantiene un control férreo del aparato, y aunque hay algunas voces críticas, no se esperan grandes conflictos. José Antonio Pastor tiene previsto seguir en Bizkaia. Es el líder territorial que más tiempo lleva en el cargo –desde 2002– y cualquier relevo, en todo caso, sería pactado, no ‘a la alavesa’.
Más apertura y primarias
El PSE, al igual que el conjunto del PSOE, ha entrado de lleno en el debate sobre las primarias. Se trata de una fórmula que la cúpula de los socialistas siempre ha visto con cierto recelo, sobre todo tras la experiencia vivida con Joaquín Almunia y José Borrell. Pero los tiempos han cambiado. La explosión de movimientos como el 15-M y similares y la constatación de que sus potenciales simpatizantes –sobre todo los jóvenes– piden más cauces de participación interna para volver a conectar con el proyecto socialista les han hecho modificar esa percepción. A esto hay que sumar algunas experiencias foráneas, como las vividas en Francia o Italia, donde la celebración de estas elecciones ha revitalizado a la izquierda.
Aunque siguen sin levantar demasiado entusiasmo –se insiste en que no es el factor determinante y en que, por ejemplo, la izquierda abertzale no celebra primarias ni se sabe muy bien quién eligió a Laura Mintegi como candidata a lehendakari–, la ponencia que debatirán los socialistas vascos apuesta por su puesta en marcha y por abrirlas no solo a los afiliados, también a los simpatizantes sin carné. Unas propuestas que, en todo caso, fueron defendidas en un primer momento con más énfasis por los partidarios de Carme Chacón, y en Euskadi, por los críticos alaveses.
El modelo está por definir, pero sería muy similar al empleado en Francia, donde los que participaron en las elecciones internas de las que salió ganador François Hollande tuvieron que pagar un euro y suscribir un documento de principios. La apuesta puede ser incluso más radical y extenderse a la elección de los cargos internos. Es decir, que las bases elijan por voto directo –y no a través de delegados– a los secretarios generales. Pero eso aún está por decidir.
Estrategia y alianzas
La polémica se ha desatado esta misma semana tras hacerse pública una resolución elaborada por la ejecutiva alavesa, con Txarli Prieto al frente. El documento apuesta por conformar alianzas «sin hipotecas» con el pasado. En rueda de prensa, y al ser preguntado por si se refería a EH Bildu, Prieto consideró que la posibilidad de que haya acuerdos entre formaciones de izquierdas «no debería ser noticia» ya que es «razonable», mientras que lo que sí es destacable, a su juicio, es que se hagan pactos «indebidos o innecesarios con la derecha». Esa reflexión, unida a la de que «necesitamos pasar página de ese tiempo en que el socialismo era el bálsamo para la moderación de otros para una confusa e indefendible centralidad o para perdernos en definir a casi toda la sociedad en clase media» ha generado notables dosis de confusión en muchos de sus compañeros.
La apuesta de la dirección del PSE es mucho más cauta. La posibilidad de alcanzar acuerdos con EH Bildu se defiende, de hecho, se sostiene, al igual que Prieto, en que el nuevo tiempo abierto tras el fin de ETA plantea un escenario que hay que
aprovechar. Eso se materializará en acuerdos «de izquierdas» en temas sociales o fiscales, cuyo mejor ejemplo es la alianza presupuestaria de Gipuzkoa. Pero, a diferencia de lo que defiende la cúpula del socialismo alavés, la ejecutiva vasca insiste en que el PSE debe seguir buscando acuerdos transversales, lo cual no debería ser incompatible con incidir en el discurso de izquierdas, algo que se viene haciendo desde hace meses. «Somos un partido de gobierno, no de pancarta», recalca un destacado dirigente del PSE.
Reforma de la LTH
El documento elaborado por la dirección del PSE no da demasiadas pistas sobre qué decisiones adoptará el partido en el futuro sobre cuestiones concretas como la aprobación de Presupuestos o la posibilidad de reformar el Estatuto. Sí se compromete a hacer «una oposición de mano tendida y colaboración en aquellos ámbitos donde prevalezca el interés general».
Los socialistas quieren mantener esa imagen de partido que ocupa la «centralidad» en Euskadi, capaz de llegar a acuerdos con todos. «No va a haber ningún frente con EH Bildu contra el Gobierno», subrayó hace una semana Pastor en una entrevista en este periódico. De hecho, y a pesar de algunas broncas mediáticas, las relaciones entre el PNV y el PSE pasan por su mejor momento en mucho tiempo. Están lejos de ser idílicas, pero hay abiertas varias vías de comunicación.
Respecto a la modificación del texto de Gernika, el objetivo del PSE es desviar el debate público hacia otro foco de atención: la necesidad de realizar cambios en la Ley de Territorios Históricos para dar más poder al Gobierno vasco frente a las diputaciones, con el argumento de que se necesita una estructura institucional más ágil. No es un objetivo sencillo, ya que se trata de una norma que levanta numerosas suspicacias en el PNV. A esto se añadiría la creación de la Ley Municipal, que ya quedó atascada en el Parlamento en la pasada legislatura, y una encendida defensa del autogobierno.
¿Objetivo? 2015
Los congresos que se celebrarán en febrero, en todo caso, no son más que el inicio de un camino que tiene como meta 2015. Será entonces cuando se celebren las elecciones municipales: el verdadero objetivo del PSE en Euskadi. Si se asienta el final de la violencia, serán los primeros comicios en libertad, lo que puede permitir a los socialistas vascos elaborar sus listas en más o menos igualdad de condiciones que el resto de partidos.
También para entonces se tiene que haber asentado el debate abierto en el conjunto del PSOE. Se habrá elegido ya al candidato a La Moncloa y se habrá salido de la actual depresión interna. Por lo menos, con eso sueñan los socialistas.
Se espera una importante renovación de candidaturas en muchos municipios. Uno de ellos será Barakaldo, donde es seguro que no repetirá Tontxu Rodríguez, a punto de ser nombrado senador por designación autonómica. La única duda es saber cuándo abandonará su cargo de primer edil.
EL CORREO 06/01/13