EL CORREO 07/01/15
· Los socialistas piensan que el impacto de la nueva formación no se verá al menos hasta las autonómicas de 2016 y apuestan por dar estabilidad a las instituciones
El PSE quiere establecer distancias con Podemos, una formación que todavía está en proceso de constitución y cuyos líderes y programas concretos para Euskadi están por definir. Los socialistas vascos creen que el impacto de la nueva formación en el País Vasco no será tan desorbitado como señalan las encuestas y que, en todo caso, su efecto no se percibirá hasta después de las autonómicas del año que viene. El hecho de que el partido de Pablo Iglesias haya decidido no presentarse a los comicios locales de mayo con marca propia –en algunas localidades podría apoyar o lanzar plataformas ciudadanas– ni haya desvelado qué hará en las forales, hace que los socialistas mantengan un cierto nivel de optimismo, aunque con matices. Porque también admiten que la ola de indignación ciudadana de la que se nutre Podemos puede alterar el actual reparto de concejales y dificultar la estabilidad de las diputaciones y ayuntamientos. Y aunque los principales dirigentes del PSE insisten en que no hay nada decidido, algunos ya reconocen en privado que un acuerdo de estabilidad con el PNV puede acabar siendo la solución menos mala.
El PSE, y el conjunto del PSOE, se enfrentará en los próximos meses a un dilema de calado que, además, no encuentra una respuesta unívoca dentro del partido: el alcance de los pactos con Podemos. En lugares como Madrid o Valencia los socialistas esperan quedar por delante del partido de moda con el objetivo de obligar a los de Iglesias a apoyarles para desbancar al PP. La otra opción, Podemos por delante del PSOE, colocaría a los de Pedro Sánchez en una situación complicada: dar el Gobierno a una formación con la que compiten por parte del electorado y de la que no se acaban de fiar o permitir que el PP retenga el poder en algunas comunidades, lo que no sería muy bien entendido por parte de sus bases.
Pero en Euskadi el escenario es más complejo. Aunque el Euskobarómetro de hace dos semanas colocaba a Podemos como segunda fuerza en el Parlamento muy cerca del PNV, el mandato de Iñigo Urkullu no termina hasta otoño de 2016. En el País Vasco sólo hay elecciones municipales y forales. Y la dirección encabezada por Pablo Iglesias ya ha dejado claro que no quiere pelear por los ayuntamientos.
Algunos grupos locales de Podemos podrían integrarse en plataformas ciudadanas, al estilo de lo que puede ocurrir en Barcelona con Guanyem, liderada por la activista antidesahucios Ada Colau. Pero, según el PSE, esta opción no tiene visos de cuajar con la misma intensidad en Euskadi al no haber referentes claros. Para los socialistas, las marcas independientes que sacarán buenos resultados serán las que ya lo hicieron en ocasiones anteriores, como las de Gorliz, Plentzia, Carranza, Zalla o Zambrana en Álava. «No creo que haya grandes mirlos blancos escondidos», aseguraba hace unos días un cargo del PSE al ser cuestionado sobre los líderes locales de Podemos.
Aun así, los socialistas sí reconocen que la situación para el partido es complicada. El PSE gobierna ocho localidades y, aunque su esperanza es retener la mayoría de ellas, no las tienen todas consigo. A pesar de que la sensación generalizada es que la llegada de Pedro Sánchez ha servido para frenar la sangría, lo cual es positivo ya que la recuperación de los socialistas vascos pasa porque la marca PSOE tire para arriba, el malestar ciudadano con los grandes partidos sigue pasando factura a los de Idoia Mendia.
En varios municipios, los socialistas sí han comprobado que algunos conflictos locales han servido de catalizador para la movilización ciudadana, pero está por ver su alcance. Lo que temen los cargos del PSE es que, aunque Podemos no se presente, este tipo de colectivos desgasten a los alcaldes socialistas y les resten unos apoyos que, en algunos casos, están muy justos.
Venezuela y «populismos»
A esto hay que añadir los recelos que genera la formación de nuevo cuño. En menos de una semana, los candidatos del PSE a las diputaciones de Bizkaia y Gipuzkoa, Carlos Totorika y Denis Itxaso, han cargado contra Podemos. El segundo consideró que la formación de Iglesias acabará siendo «un bastón de Bildu», mientras que el alcalde de Ermua aseguró que sus propuestas «no generarán riqueza», les acusó de «populistas», de «tener como referencia a Venezuela» y criticó «sus insultos» hacia el Partido Socialista. «Cuando se miente sobre la realidad se tiene dificultades para buscar socios. Es difícil que compartamos visiones con planteamientos muy distantes», dijo en declaraciones a ‘Europa press’.
Además, aliarse con Podemos para desbancar al PNV no es lo mismo, entienden en el PSE, que hacerlo para quitar al PP. Y si se descuenta a Podemos o plataformas afines, todas las miradas se dirigen hacia Sabin Etxea. La relación entre jeltzales y socialistas se está recuperando tras el cisma abierto con la llegada de Patxi López a Ajuria Enea. Aunque desde el PSE se evita cualquier confirmación oficial, no son pocos los dirigentes socialistas que confían en un acuerdo con el PNV que permita a ambos partidos mantener una cierta estabilidad institucional en las administraciones que gobiernan.