El castigo por los malos resultados del PSE-EE en el 22-M se ha llevado por delante a sus tres referencias territoriales en menos de 48 horas.
Precisamente la sucesión atropellada de las renuncias de Miguel Buen (Guipúzcoa), José Antonio Pastor (Vizcaya) y Txarli Prieto (Álava) ha propiciado una foto de cierta desesperación interna atribuida desde algunos sectores internos a una «falta de habilidad» en su puesta en escena, cuando, en realidad y según el propio partido, responde a un plan trazado tras la reunión del comité nacional, que presidió Patxi López, donde se decidió «renovar y reforzar el liderazgo, incorporando además con un discurso ilusionante pensando en las próximas autonómicas», admitió a este diario un dirigente vizcaíno.
La renuncia de Prieto a mantener, desde ayer, su escaño en las Juntas de Álava, y comunicada en una rueda de prensa convocada minutos antes con carácter de urgencia, fomenta la sospecha de «cierta improvisación» en el seno de la cúpula socialista. Eso sí, nada comparable con la perplejidad que provocó la marcha de Miguel Buen como viceconsejero de Interior el mismo día en que había acreditado como juntero guipuzcoano.
Sin embargo, desde San Sebastián, el PSE-EE minimiza cualquier atisbo de polémica en la doble vía de Buen y reitera que una «filtración», atribuida al equipo de uno de los viceconsejeros relevados en Interior, «aceleró» el recambio, previsto «para más adelante». «Miguel quería seguir en las Juntas, como anteriormente quería seguir en el Puerto de Pasajes. Es un hombre siempre a disposición de partido y ahora, cuando se lo ha pedido Rodolfo Ares, también lo ha hecho», asume un dirigente socialista guipuzcoano. Al parecer, Ares ya intentó incorporar a Buen en el inicio de la legislatura, pero Iñaki Arriola se adelantó para proponer al veterano dirigente que «desatascara la situación del Puerto de Pasajes, como así lo ha hecho antes de aceptar ir a las Juntas».
En Guipúzcoa, desde luego, se rechaza cualquier motivación de índole política en los cambios tan llamativos como la renuncia de Odón Elorza y el traspaso de Buen. «Aquí ha influido la crisis, la situación económica, el desempleo», añade la misma fuente, quien asegura que «mientras pateábamos las calles y los mercados nadie nos ha dicho que estaba en contra del pacto con el PP».
Pero el debate sobre el posicionamiento ideológico del PSE se avecina. De hecho, transcurrirá en paralelo a la incorporación «del banquillo» y su visualización será en la conferencia que los socialistas vascos celebrarán antes de final de este año. Mucho antes, Rubalcaba vendrá al País Vasco dentro del proceso de primarias. «Hay que pensar en las próximas autonómicas, a las que tenemos que llegar con un mensaje claro para ilusionar a la gente reforzando nuestras expectativas». Hasta entonces, la dirección socialista se centrará en «proyectar a la nueva gente, resituar todas las piezas y fijar el criterio político».
En este escenario podría inscribirse la marcha de Txarli Prieto, víctima inmediata del desolador balance socialista en Álava, donde pierde la alcaldía de Vitoria y ve inalcanzable la Diputación. Su renuncia a las Juntas no debe interpretarse en clave interna ya que mantiene el control de situación. «¿Si lo ha hecho convencido? Los resultados electorales no daban otra opción, se veía venir», admitía un compañero de Prieto.
Para la cúpula del PSE, el desastre de Álava guarda estrecha relación con «lo mal que se ha explicado» la necesidad de las reformas que «ha tenido que aplicar el Gobierno» en beneficio de la estabilidad económica del país. A este déficit atribuyen el «tsunami que hemos vivido» y sobre estas heridas abiertas plantean las líneas maestras para el futuro inmediato. Es aquí donde hay coincidencia en la necesidad de «rearmar» el peso político del mensaje que surja desde el Gobierno vasco. «En ello nos vamos a centrar», advierten.
EL PAÍS, 11/6/2011