FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 29/04/14
· El jueves de la pasada semana el dirigente del PSE-EE Rodolfo Ares criticaba que algunos socialistas catalanes habían asumido las tesis nacionalistas «disfrazadas del derecho a decidir», derecho que, en su opinión, sólo era un camino para llegar a la independencia. Ares descartó que en el PSE se produjera una situación similar. Las posiciones públicas de los socialistas vascos sobre el derecho a decidir, eufemismo que el nacionalismo utiliza desde los tiempos de Ibarretxe para no hablar de autodeterminación, son claras y nítidas.
Dos días después de que hablara Rodolfo Ares, su compañera de partido Gemma Zabaleta se descolgaba con unas declaraciones en este periódico en las que defendía el derecho a decidir y anunciaba que iba a participar en la cadena humana del 8 de junio que pretende unir Durango y Pamplona imitando las estrategias del independentismo catalán.
No es la primera vez que se plantean graves diferencias entre Ares y Zabaleta. En 2007, a raíz del atentado de ETA en Barajas, el secretario de Organización del PSE exigió que Ahotsak, una plataforma de mujeres de la que formaba parte Zabaleta, condenara la acción terrorista, a lo que su compañera respondió diciendo que el grupo «no tenía que pasar la prueba del algodón».
Las disidencias de Gemma Zabaleta con la dirección del PSE, de la que ella misma ha formado parte durante mucho tiempo, no son nuevas. En el año 2001 se alineó con las posturas sobre el federalismo que propugnaba Pasqual Maragall y lo justificó indicando que «frente a las aventuras de los nacionalistas podemos ofrecer una opción en la que caben muchas cosas». Ahora que el PSOE en su conjunto asume el federalismo y plantea una reforma constitucional en esa línea, Zabaleta va más allá y hace suyas las ideas nacionalistas sobre un derecho a decidir que es difícilmente compatible con cualquier federalismo.
En 2002, Zabaleta formó una tendencia dentro del PSE bautizada como Nuevo Socialismo Vasco que no sobrevivió al congreso en el que su candidatura a la secretaría general sólo obtuvo el 6% de los votos. En los años siguientes, la dirigente del PSE participó en actividades de Elkarri, mostró su entusiasmo por el modelo irlandés de paz y por la Declaración de Downing Street; defendió, en 2006, la posibilidad de alcanzar en el futuro pactos con Batasuna, lo que le valió la crítica de Patxi López y Rosa Díez, y formó parte de la controvertida plataforma Ahotsak que defendía tesis de pacificación próximas a la izquierda abertzale.
El periodo en el que desaparecieron las disidencias públicas entre Gemma Zabaleta y su partido fue cuando Patxi López fue elegido lehendakari y ella, consejera de Empleo y Asuntos Sociales. Durante esa etapa sus intervenciones públicas se centraban en los asuntos propios de su consejería.
A mediados de 2011, cuando ya se resentía el apoyo del PP que mantenía a los socialistas en el Ejecutivo vasco, Zabaleta comenzó a marcar de nuevo distancias: abogó en el comité nacional del PSE por diferenciarse de los populares, defendió también tender puentes con Bildu, polemizó con Idoia Mendía sobre la relevancia de Arnaldo Otegi o apoyó en el congreso de Sevilla a Carme Chacón mientras el grueso del PSE apoyaba a Rubalcaba. El 5 de septiembre de 2012 anunció que se retiraba de la primera línea de la política, pero que seguiría siendo «socialista vasca y vasquista».
Ahora, Gemma Zabaleta vuelve y lo hace para apoyar una iniciativa avalada por la izquierda abertzale, la cadena humana del 8 de junio, y las tesis nacionalistas sobre el derecho a decidir. Posiblemente, el impacto de su posición en el seno del PSE sea irrelevante, pero va a dar mucho juego a los nacionalistas.
FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 29/04/14