EL MUNDO 07/03/14
· Jiménez se aferra al cargo a pesar de las duras críticas internas a su gestión.
El Comité Regional del PSN aprobó ayer la propuesta de la Ejecutiva de acatar la orden de Ferraz y no impulsar ni avalar una moción de censura contra la presidenta Yolanda Barcina (UPN). El acuerdo se alcanzó tras una tensa reunión en la que se evidenció que el partido está roto.
Tras cinco horas de reunión, por 80 votos a favor, 45 en contra –un tercio del total– y siete abstenciones, los socialistas navarros acordaron no continuar con la pretensión de la dirección de echar a la mandataria regionalista al toparse con el rechazo expreso de Ferraz. En todo caso, en la propuesta el PSN deja constancia de su «disconformidad» con la decisión de la Ejecutiva Federal.
Más allá de acordar no rebelarse ante Ferraz, el Comité Regional de ayer evidenció que el PSN está roto, abocado a una fractura total que pone en entredicho la estabilidad del partido en Navarra. La profunda crisis interna es una realidad, con dos bloques enfrentados: los críticos con la actual dirección y los que abogan por primar la autonomía del partido y mantener el desafío al PSOE, actuando contra Barcina sin el aval de la dirección nacional.
La decisión de Ferraz de vetar cualquier actuación contra Barcina deja en una muy delicada situación al secretario general del PSN, Roberto Jiménez, quien se encuentra sin credibilidad y muy cuestionado por parte de algunos sectores internos. Pese a ello, ha descartado dimitir («no lo manejo», aseguró al término de la reunión a los periodistas), aunque dentro del partido hay voces que exigen su salida por la gestión llevada a cabo de la crisis institucional abierta en el Gobierno de Navarra tras las acusaciones vertidas por la ex directora general de Hacienda Idoia Nieves.
De hecho, un sector crítico presentó una propuesta que no fue admitida para su votación en la que exigía la dimisión de Jiménez por trasladar a Navarra y al resto de partidos «unas expectativas incumplibles» y por su «caudillismo extemporáneo y antidemocrático», al «atribuirse el personalismo de que él era el PSOE en Navarra». Para este sector, sus declaraciones en las que daba a Barcina 15 días para dimitir o su partido le «echaba» del Gobierno son «completamente inaceptables en un régimen democrático», al tiempo que denunció la «escenificación teatral» de la ronda de contactos con los partidos, salvo Bildu, para articular una moción de censura contra la presidenta de Navarra «sabiendo de antemano la imposibilidad» de esta alternativa. Por todo ello, reclamaron la dimisión de toda la Ejecutiva Regional y el nombramiento de una comisión gestora interina.
En realidad, la crisis interna ya permanecía latente por las heridas abiertas en 2007 después de que Ferraz abortara el pacto al que había llegado el PSN con Nafarroa Bai e IU para gobernar en Navarra, y ahora no ha hecho sino estallar con el segundo pulso fallido a la dirección nacional y que deja sin credibilidad al partido. No obstante, a la salida de la reunión cargos socialistas rechazaron que lo sucedido vaya a provocar una «escisión».
Aunque disconforme con la orden expresa de Ferraz, la Ejecutiva optó por «acatar estatutariamente» la decisión, si bien se pide a la Ejecutiva Federal que «reconsidere su posición de cara a presentar una moción de censura a los solos efectos de convocar elecciones el próximo 25 de mayo», coincidiendo con las europeas. Por primera vez, el PSN habló abiertamente de moción de censura, algo que habían tratado de evitar todos estos días con circunloquios.
Rubalcaba consiguió ayer que la Ejecutiva navarra acatara el veto a la moción de censura
· El líder de los socialistas navarros, Roberto Jiménez, y la dirección del PSN iban a por todas. Apostaban por la moción de censura sí o sí, aunque la apoyara Bildu.
Argumentaban que un 80% de la organización estaba a favor de forzar la salida de Yolanda Barcina. Y Jiménez no podía recular después de haber salido tan fuerte desde el primer momento anunciando que el PSN echaría a la presidenta si ésta no disolvía la Cámara autonómica y convocaba elecciones.
Pero la dirección federal de la calle Ferraz de Madrid decidió la semana pasada al más alto nivel que no iba a haber moción de censura. Las acusaciones de corrupción contra el Gobierno de Barcina no se confirmaron en la comisión de investigación, como comprobó en Pamplona Antonio Hernando, el primer enviado de la dirección socialista. Además, el PSOE se negaba a aceptar el apoyo de los diputados abertzales para echar a Unión del Pueblo Navarro.
Roberto Jiménez y su portavoz adjunto en el Parlamento Foral, Pedro Rascón, han estado dos días en Madrid esta misma semana, el domingo y el lunes. Los dos han mantenido intensos contactos con el secretario de Organización, Óscar López, miembros de la dirección y con el propio Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero el acuerdo entre las dos partes no fue posible. Las cartas estaban boca arriba: el PSN seguía apostando por la moción; Ferraz la rechazaba de plano.
Ante el peligro de que el Comité Regional de ayer aprobara la moción que rechazaba el PSOE, Rubalcaba, Elena Valenciano, López, Hernando y Gaspar Zarrías elaboraron el miércoles un comunicado que fue enviado a todos los miembros de la Ejecutiva y acordado con los secretarios regionales. También se le envió a Jiménez.
Ante el peligro de que el PSN hiciera oídos sordos, Rubalcaba decidió dar el golpe definitivo en la mesa: hizo público el comunicado y prohibió a ojos de todos que el PSN presente o apoye «ninguna moción de censura» en Navarra.
Ferraz estaba dispuesto a disolver la Ejecutiva del PSN si el Comité de ayer hubiera desobedecido la orden. Como explican desde el PSOE, el artículo 39.C de los Estatutos establece que es competencia de la Comisión Ejecutiva Federal «las relaciones con otros grupos políticos y sociales españoles».
Varias fuentes de la Ejecutiva confirmaron que si el Comité Regional hubiera desobedecido la orden se habría montado una gestora para llevar al partido en Navarra a un congreso extraordinario.
Los hombres de Rubalcaba negociaron ayer con la Ejecutiva navarra su propuesta de acatar la decisión federal, aunque no estuvieran de acuerdo con ella. Y aunque la sangre estuvo a punto de derramarse en el seno del máximo órgano de dirección de los socialistas navarros, Ferraz respiró aliviado cuando la propuesta se aprobó.
EL MUNDO 07/03/14