ABC 25/03/16
· Los afines a Sánchez no quieren retrasar el 39 congreso porque creen que ganará y opinan que hay que acabar ya con el desafío constante de ella a su autoridad
ingún dirigente del PSOE-A se cansa de repetir que Susana Díaz está «centrada» en gobernar Andalucía, pero, al mismo tiempo, ninguno deja de dar pábulo a las informaciones que dan por seguro su duelo con Pedro Sánchez por la secretaría general del PSOE; sea el 39 Congreso en mayo o más tarde. Si el miércoles era el miembro de la Ejecutiva federal Antonio Pradas quien decía en rueda de prensa que «ahora mismo» la ve pensando solo en la Junta, pero no descarta nada, ayer le tocó al «número dos» de la federación, Juan Cornejo.
Cornejo considera que es «lógico» pensar en ella como próxima secretaria general. No «extraña» nada, explicó en una entrevista a Europa Press, porque es la responsable institucional más importante del PSOE en España y ha demostrado «capacidad y liderazgo». Y después de estas palabras, el secretario de Organización del PSOE-A hacía suyo el sentir de muchos líderes territoriales, incluida Díaz, de que no es sensato que el 39 Congreso se celebre en mayo porque interfiere en un momento tan delicado como es la negociación de investidura de presidente del Gobierno.
De hecho, el castellano-manchego, Emiliano García-Page, o el extremeño, Guillermo Fernández Vara –«mal haríamos si nos enzarzamos ahora en ver quién es secretario general», dijo el martes cuando ABC publicó las intenciones de la andaluza– están presionando a Sánchez para que retrase las fechas del congreso: 8 de mayo votación de los 190.000 militantes para elegir secretario general, y plenario los días 21 y 22 de ese mes.
Saben que ella ya ha dicho en privado que disputará el cargo y está dispuesta a medirse cuando él quiera. Y el resto teme esa «pelea». Vara, García-Page, Javier Fernández, el aragonés Lambán, entre otros, creen un suicidio que el PSOE «se abra en canal» en medio de la negociación con Podemos y a un mes de unas más que probables el 26 de junio. Pero, precisamente por esto, hay otro sector, apoyado por una parte de la Ejecutiva federal y encabezado por el secretario de Organización, César Luena, que empuja a Sánchez en sentido contrario: para que no se le ocurra mover el calendario. Argumentan que fueron Díaz y los mismos barones que ahora piden retrasar el cónclave hasta después del 26-J quienes impusieron en el Comité federal del 30 de enero esas fechas de mayo. Ahora no les viene bien porque Sánchez ha ganado peso político en estos tres meses desde el 20-D; razón de más, esgrimen ante el líder, para que no ceda y mantenga la votación de los afiliados el 8 de mayo.
Fin del pulso permanente
Para entonces será, o presidente del Gobierno, si consigue una difícil abstención de Pablo Iglesias –previa renuncia al acuerdo con Ciudadanos–, o líder de un PSOE al que todas las encuestas pronostican una mejora de escaños a costa de Podemos. En palabras de su adversario Íñigo Errejón, un «win-win» (gana-gana), dos escenarios en los cuales la militancia nunca dará la espalda a Sánchez; y además, dice ese sector, es hora de acabar «de una vez por todas» con el permanente pulso de Susana Díaz a la autoridad del secretario general.
A priori, parece que estos últimos han ganado la batalla porque Sánchez dijo hace dos semanas en la SER de Aragón que «la fecha del Congreso está decidida: es el 8 de mayo. Es una decisión colegiada que tomamos todos» en el Comité federal.
Desde Ferraz se viene resaltando cómo en la consulta a la militancia sobre los pactos, el 27 de febrero, participó casi el 52 por ciento de los militantes y, de ellos, un 80 por ciento apoyó el acuerdo con Ciudadanos, a pesar de que a la militancia se le presupone mayor afinidad con Podemos. Desde el sector que apoya a Susana Díaz se replica que fue una votación «in extremis» (dos días más tarde empezaba la investidura) y, por patriotismo de partido, nunca van a dejar tirado al líder.
El hecho cierto es que ese 80% de apoyo supone 74.000 militantes, 12.000 más de los que apoyaron a Pedro Sánchez en las primarias del 13 julio de 2014 que ganó a Eduardo Madina. Pero el PSOE-A le resta importancia. Resalta que su federación sigue siendo la que más militantes aporta al conjunto, nada menos que el 25% de los 189.167 (censo actual). El cálculo que hacen es que, con que el 80% de todos los afiliados andaluces la apoyen, sabiendo lo que se juega, y saque más de un 25% de los votos en otras federaciones, ya gana a Sánchez. Pero el PSC, la segunda federación en número de afiliados, está claramente en contra, señalan en Ferraz; lo mismo que Galicia, Baleares, País Vasco, Murcia, Castilla y León, Cantabria y la parte del PSPV y de Madrid que no controlan Ximo Puig y los seguidores del ex líder del PSM Tomás Gómez.