El PSOE reformulará en el 39º Congreso Federal de junio su concepto de Estado para avanzar en una nueva visión territorial que profundice en el «carácter plurinacional» de España. La inapelable victoria de Pedro Sánchez y su regreso a Ferraz permiten al secretario general reescribir el documento político que debatirá ese cónclave y que constituirá la base programática del nuevo PSOE.
El texto original, impulsado por la Comisión Gestora y coordinado por Eduardo Madina, apostaba por una «reforma federal» de la Constitución que consolide un «nuevo pacto de convivencia» y permita a Cataluña «alcanzar un nivel de autogobierno pleno». Una propuesta en la línea de la Declaración de Granada de 2013 en la que el PSOE dio el primer paso hacia el modelo federal.
A esta postura el equipo de Sánchez contrapone ahora una reforma de la Constitución en un sentido federal, pero para perfeccionar el carácter «plurinacional» del Estado. Los sanchistas apuestan por un mayor autogobierno, una garantía de respeto a la lengua, la educación y la cultura, la mejora de la financiación autonómica y un «reequilibrio» territorial de la inversión pública. No se hacen mayores concreciones, pero el cambio debería servir para dar acomodo a los diversos sentimientos de identidad territoriales, sin romper la unidad de España ni aceptar el derecho a decidir. Sobre este extremo no hay cambios. Es el mismo concepto de Estado plurinacional que defiende Podemos, pero sin permitir la celebración de un referéndum.
El movimiento de Sánchez no es realmente nuevo. Ya incluyó la defensa de la plurinacionalidad en su programa para la campaña de las primarias y ya entonces levantó una enorme polvareda interna. En aquel momento la respuesta de los barones, alineados mayoritariamente con Susana Díaz, fue apuntar que «España no era un Estado plurinacional de 17 trozos» y acusarle de hacerle el «caldo gordo» a los nacionalistas.
Ayer, el equipo de Sánchez defendió las mismas ideas pero enfrente no hubo réplica. El intento multilateral de reconstruir la convivencia entre socialistas deja libre a Sánchez la posibilidad de imponer sus tesis en el congreso, posiblemente sin ninguna resistencia. El PSOE avanzará así hacia un nuevo modelo territorial, una síntesis entre la posición del PSC –Cataluña es una nación– y el Estado Federal.
En las enmiendas presentadas por los sanchistas se realiza también un diagnóstico nuevo de la situación que atraviesa el PSOE y de su pasado reciente. El secretario general contraviene el relato que la Comisión Gestora hizo de la abstención del PSOE para hacer presidente del Gobierno a Mariano Rajoy. Y también rechaza que la profunda crisis de resultados que vive el partido comenzara en 2015, con él al frente. Plantea que todo empezó mucho antes, en 2011, con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente y secretario general.
Apuntan que en España tuvo lugar el año pasado «un fracaso político que puede llegar a ser institucional» por «la forma en la que se ha gestionado la crisis de gobernación» tras las dos elecciones generales. Según la candidatura que ha ganado sobradamente las primarias, el PSOE «al final se limitó a dejar el camino expedito al PP». Eso supuso, explican, «dejar al sistema sin alternativa» y «con un riesgo general de involución».
Manuel Escudero, uno de los coordinadores del programa de Sánchez, también plantea «una discrepancia» con la ponencia de la Gestora en torno a «cuándo se inició el declive electoral» del PSOE. El documento que coordinó Eduardo Madina ponía el énfasis en destacar «los dos peores resultados electorales» de la historia del PSOE de 2015 y 2016. Pero para el secretario general todo empezó en 2011, cuando el PSOE entonces dirigido por Zapatero perdió 4,5 millones de votos y 58 escaños.
El equipo de Sánchez propone, como ya anunció, hacer consultas obligatorias a la militancia para aprobar pactos postelectorales o para destituir a un secretario general. Además, incorpora la incompatibilidad de más de un cargo orgánico. Sólo podrá ser compatible un cargo orgánico con uno institucional, pero no dos orgánicos.