ABC 06/08/16
EDITORIAL
· Si C’s evoluciona hacia el «sí», a los socialistas no les quedarán argumentos para bloquear la legislatura, y el Comité Federal debería enmendar la plana a su secretario general
LA predisposición de Ciudadanos a mantener un contacto directo y permanente con el PP, y a evaluar el techo de gasto y los Presupuestos Generales del Estado junto a Mariano Rajoy, ha terminado por irritar al PSOE y lo ha sumido en un desconcierto absoluto. Con Pedro Sánchez desaparecido y obstinado en un «no» sistemático, varios dirigentes regionales socialistas están protagonizando movimientos telúricos para lograr la fórmula que permita al PSOE salir lo más indemne posible del laberinto en que se encuentra perdido. Ya no son solo Felipe González y varios exministros quienes han sugerido a Sánchez que renuncie a su empecinamiento y asuma la gravedad de su derrota electoral. Ahora se ha sumado otro ex secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, que de forma sinuosa, y para quien quiera interpretarle, ha apelado a una rectificación del PSOE reclamando un «debate interno» sobre el error de mantener de forma indefinida un bloqueo que perjudica a España, pero también al propio PSOE. Es su forma de decir que lo que está en juego no es solo el presente y el futuro de España, sino la supervivencia de su partido.
Cuando Zapatero propone «abrir un debate», lo hace en la seguridad de que el empecinamiento de Sánchez es en vano, y de que a su partido le han perjudicado sus acuerdos municipales y autonómicos con Podemos. Es el PSOE el que ha dado carta de naturaleza institucional a Iglesias y ha permitido que Podemos campe a sus anchas en los ayuntamientos más relevantes de España. El rédito electoral obtenido por el PSOE de esa estrategia es nulo. Es evidente, y cunde la inquietud porque Sánchez no sabe reaccionar a este diagnóstico que, poco a poco, va creciendo de forma alarmante en el PSOE.
Javier Lambán en Aragón, Fernández Vara en Extremadura, García-Page en Castilla-La Mancha, Susana Díaz en Andalucía, Javier Fernández en Asturias o Ximo Puig en la Comunidad Valenciana son líderes territoriales que no comparten la estrategia de Sánchez. Otras regiones, como Madrid, Cataluña, Castilla y León, Baleares o el País Vasco, sí lo hacen. Eso sí, los críticos no han plantado formalmente cara a su secretario general para que rectifique hacia una «abstención institucional» en la investidura de Rajoy. De fondo, González, Zapatero y los barones críticos son conscientes de que los motivos reales de la discusión interna en el PSOE se basan en estos primeros escarceos para dirimir el liderazgo de Sánchez y poner a prueba su capacidad de resistencia. Si Ciudadanos evoluciona hacia un «sí» a Rajoy, al PSOE no le quedará un solo argumento creíble para bloquear la legislatura, y el Comité Federal debería enmendar la plana a Sánchez con urgencia.