EL PAÍS 14/03/16
· Sánchez cree que Iglesias no irá a nuevas elecciones ante la posibilidad de la ruptura con sus aliados territoriales
El PSOE confía en que el temor a un mal resultado en las urnas lleve a Podemos a reconsiderar el no a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno y acepte abstenerse. El ansia de proyectos autónomos que anima a En Comú Podem y a En Marea y el conflicto en la dirección madrileña que ha destapado una pugna entre los partidarios de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón alienta esta expectativa en los socialistas. Podemos no ha abierto todavía un debate sobre la abstención y se limita a acusar a Sánchez, pese a la presión recibida por figuras simbólicas como el exfiscal Carlos Jiménez Villarejo o los mensajes de Manuela Carmena.
Los puentes no están rotos, pero no hay disposición a distender las relaciones. Esta es la premisa de la que parten el PSOE y Podemos tras la investidura fallida del líder socialista, Pedro Sánchez, que terminó de manera abrupta entre ambos partidos. La decisión de los socialistas de mantener su acuerdo con Ciudadanos ha provocado el bloqueo con el partido de Pablo Iglesias, que no acepta a la formación de Albert Rivera entre sus interlocutores para formar Gobierno. Pese a esta situación de bloqueo, las dos fuerzas esperan para los próximos días algún gesto, previsiblemente a través de la fórmula de alguna propuesta programática.
La única vía de acercamiento es, por tanto, alguna oferta relacionada con el programa, que tal y como está recogido en el acuerdo suscrito entre el PSOE y Ciudadanos despierta, al menos por el momento, el rechazo inequívoco de la formación emergente. Desde antes del debate de investidura hay una pregunta que recorre las filas de Podemos ¿Sería más rentable abstenerse? Varias fuentes de la dirección aseguran que la cúpula se mantiene unida, sin ningún tipo de matiz, en la defensa del no, pero en los últimos días algunas referencias del partido, entre ellas el exfiscal Anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo, han pedido a Iglesias que dé vía libre al líder de los socialistas. La propia Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, apuntó que sería viable un acuerdo de investidura entre el PSOE, Podemos y Ciudadanos para expulsar al PP.
A esas peticiones se añade el desgaste que está sufriendo el partido de Iglesias por distintas crisis territoriales, sobre todo en Cataluña, donde carece de dirección, y en Galicia, al que se sumó la semana pasada un incendio en la dirección de Madrid que destapó un choque entre los partidarios del secretario general, Pablo Iglesias, y de su número dos, Íñigo Errejón, al menos a escala autonómica.
Al margen de la hipótesis de acercamiento, el PSOE vigila cada movimiento de Podemos y sus marcas territoriales. El afán de las mismas de desenvolverse en el Congreso como proyectos autónomos abre la posibilidad de que a Pablo Iglesias no le interese que se repitan las elecciones. “No es lo mismo partir con 69 diputados que con veinte o treinta parlamentarios menos”, señalan en la dirección socialista, que hace cálculos sobre la merma que supondría para Podemos que En Comú Podem acudiera sin alianzas a las elecciones en Cataluña, y lo mismo En Marea, como fuerza política en Galicia. Sí se da ya por supuesto que Compromís irá en solitario en la Comunidad Valenciana.
La estrategia de Podemos para tratar de apagar los incendios internos se centra precisamente en señalar a la dirección del PSOE como responsable de la repercusión de la división. Eso a pesar de que las 10 dimisiones de la semana pasada en la cúpula de Madrid apuntan a una disputa entre distintas corrientes para ocupar espacios de influencia dentro del parido en la comunidad.
Los movimientos del PSOE serán, por tanto, muy medidos. En la dirección socialista se asegura que pescar en río revuelto podría volvérseles en contra, de manera que no se inmiscuirán en el debate territorial de las alianzas territoriales de Iglesias, aunque Pedro Sánchez “no renuncia”, señalan, a tener relaciones bilaterales con esas fuerzas políticas. Con Compromís siempre ha sido así y ahora también querrían entrar en contacto directo con En Comú Podem y En Marea. Un primer paso lo dio el político socialista el pasado jueves al reunirse con el alcalde A Coruña, Xulio Ferreiro.
Gestos de distensión
En cualquier caso, a pesar del pulso y las acusaciones cruzadas, el deseo de evitar que haya nuevas elecciones induce al PSOE a convenir que más pronto que tarde habrá que hacer gestos de distensión y reanudar el diálogo. Un planteamiento parecido lo asumen los máximos dirigentes de Podemos, que precisamente, ante la posibilidad de una convocatoria electoral, quieren evitar ser identificados como culpables de una repetición de las generales.
No está previsto que en las próximas horas nada se mueva ostensiblemente, aunque Errejón ha estado en contacto en los últimos días con el portavoz parlamentario del PSOE, Antonio Hernando, para coordinar iniciativas en el Congreso, con la crisis de los refugiados en un primer plano. Seguramente, tras la Semana Santa, los socialistas valorarán si se dan las condiciones para hacer una propuesta a Podemos que desbloquee el parón en sus relaciones. En la dirección socialista se sugiere que la llamada a la negociación podría producirse para tratar de propuestas comunes en el terreno social y en el ámbito de la reforma fiscal.
Hasta ahora no ha sido posible, y Podemos mantiene el no a la investidura de Sánchez. Si cambian por razones de interés electoral no será, por tanto, un sí convencido, sino a la fuerza. Con todo, ese es uno de los elementos en los que confía el PSOE para que Podemos abra un debate real sobre la investidura de Sánchez.