- A lo largo de los últimos meses hemos visto cómo todas las instituciones imaginables han denunciado la inconstitucionalidad de esta ley de amnistía. No han encontrado ni una que les eche un capote
Probablemente lo más grave que esté haciendo Sánchez con su partido es sacarlo de la Constitución. La carta magna de 1978 ya solo es defendida entre las fuerzas parlamentaria por el PP, Vox y algunos partidos regionales. Y esto representa una crisis mayor para el futuro de España porque sin un marco político aceptado por una amplia mayoría, estamos abocados a la confrontación. Sí, la confrontación casi un siglo después de nuestra guerra civil que se han empeñado en revivir los que la perdieron para intentar demostrar que la han ganado cuando ya estaba superada.
Los partidos independentistas ya estaban fuera de la Constitución hace tiempo. Hace doce años Artur Mas fue a la Moncloa a pedir a Mariano Rajoy la cesión a su gobierno de la recaudación íntegra de los impuestos. Es decir, hacer un cupo catalán como el cupo vasco que los predecesores de Mas habían rechazado en 1978. La negativa de Rajoy fue rotunda. No en vano, no me cansaré de repetir –por más que algunos lo descalifiquen– que es el único presidente del Gobierno desde 1977 que jamás hizo la menor concesión o traspaso a la Generalidad de Cataluña. Tan pronto Mas salió del despacho del presidente, lo primero que hizo éste fue llamar a Alfredo Pérez Rubalcaba, a la sazón secretario general del PSOE, y explicarle el desencuentro con Mas. Pérez Rubalcaba dio su apoyo al presidente del Gobierno.
Doce años después la situación de España es infinitamente peor. Hemos vuelto al punto en que estábamos en ese choque entre Rajoy y Mas con la enorme diferencia de que el PSOE ahora es parte de los que quieren salirse de nuestro referente democrático que establece en su artículo 2 que «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles». ¿Cómo se come eso con la ley de amnistía para los que declararon la independencia de Cataluña en 2017?
A lo largo de los últimos meses hemos visto cómo todas las instituciones imaginables han denunciado la inconstitucionalidad de esta ley de amnistía. No han encontrado ni una que les eche un capote. Todo lo más han logrado seducir a un letrado de las Cortes, nieto de José Antonio Elola-Olaso, que todavía debe llevar mal el franquismo que corre por sus venas. No en vano el abuelo materno de Fernando Guillén fue un valeroso falangista, delegado nacional de Educación Física y Deportes del Movimiento y procurador en Cortes 33 años hasta su muerte en 1976 con franco ya en el Valle de los Caídos (con perdón). Él salió el año pasado de un puesto de designación gubernamental para ir a censurar el informe de los letrados de las Cortes contra la ley de amnistía y avalar una falsa constitucionalidad de la norma. La promoción a la jefatura de los letrados de las Cortes merecía el embarrado. En el Senado no han podido hacer ese paripé por falta de mayoría. Pero tampoco en ninguna otra institución mínimamente relevante.
Un Sánchez carente de argumentos intentó embarrar ayer a la mujer de Alberto Núñez Feijóo. Como bien sabemos los monteros, el sanchismo ya es como un jabalí herido. Una pieza peligrosísima. Ahora vemos muchos jabalíes por zonas urbanas y no nos parecen peligrosos porque no lo son hasta que no se sienten acosados o cercados. En esa situación, la cosa cambia radicalmente. Enfrentarte a un guarro mal herido es peligrosísimo. Igual que con Sánchez que a estas alturas tiene los mismos argumentos que el puerco herido.