David Guadilla-EL CORREO
Entrevista a Ignacio Varela | Analista y consultor político

  • Clave en la campaña que llevó a Felipe González a La Moncloa en 1982, desgrana en su último libro la figura del expresidente y el cambio del Partido Socialista

Ignacio Varela (Madrid, 1954) está considerado uno de los analistas más certeros a la hora de explicar la polarizada vida política española. Acaba de publicar ‘Por el cambio. 1972-1982: Cómo Felipe González refundó el PSOE y lo llevó al poder’ (Ed. Deusto), un trabajo en el que narra cómo el exlíder socialista se convirtió en presidente hace justo cuatro décadas en una campaña en la que él tuvo un protagonismo especial. Varela permaneció once años en La Moncloa, considera a González como a uno de los mayores transformadores de la historia reciente de España y carga con dureza contra Pedro Sánchez

– ¿Tan diferente es el PSOE de Felipe González del de Pedro Sánchez?

– Son dos partidos distintos aunque tengan la misma sigla. Hay elementos sustanciales que han cambiado. Primero en lo ideológico. Antes tenía elementos socialdemócratas clásicos y ahora neopopulistas. Luego en la organicidad: es un partido al servicio de un líder. No hay un proyecto reconocible para España más allá que continuar en el poder. El PSOE ha sufrido en los últimos cuatro o cinco años una mutación genética, no sé si reversible o irreversible.

– Habla de personalismo, ¿pero en cierta medida la figura de Felipe no tenía un profundo carácter personalista?

– Pero hay varias diferencias sustanciales. Cuando toda la legitimidad de origen se concentra en una persona, todo el poder se acaba ejerciendo por una persona. Todo lo que hay alrededor serán colaboradores, ayudantes… pero no dirigentes. Lo que hay en La Moncloa se parece más a una corte que a un centro de trabajo eficiente. A Felipe González no se le hubiera ocurrido cerrar un Gobierno de coalición en 24 horas sin ni siquiera reunir a la ejecutiva de su partido. Lo hubieran echado a los cinco minutos.

Elecciones de mayo

«La probabilidad de que haya una caída de gobiernos del PSOE como fichas de dominó es muy alta»

– ¿Habría pactado González un Gobierno con Podemos y buscado los apoyos de ERC y Bildu?

– De ninguna manera. En 1996 (las elecciones que ganó José María Aznar a González por menos de 300.000 votos) podía haber formado gobierno con Izquierda Unida y con los nacionalistas, y ni se le ocurrió.

– ¿Ha desaparecido la estructura interna del PSOE?

– Hay proyectos que jamás alcanzarán el poder, hay poder al servicio de un proyecto político, eso es lo que tuvo Felipe, y luego hay poderes cuyo proyecto político es mantenerse en el poder. Y cuando usted le pregunta a un español qué es lo que pretende Pedro Sánchez como proyecto político, lo más probable es que conteste: seguir en el poder.

– ¿Hay una ruptura generacional?

– No lo creo. Lo que hay es una generación política que ha aprendido de sus mayores lo peor y nada bueno. Hay un ‘darwinismo’ invertido. En lugar de seleccionar a los mejores, sistemáticamente se elige a los peores, pero eso es un mal general de la política.

– Usted dice que en los últimos años el PSOE ha vivido «tres grandes sacudidas». Y la más reciente aquel comité federal de 2016 en el que Sánchez dimitió.

– Fue la plasmación de un cisma interno. A partir de ahí se diseñó una política de alianzas con formaciones que están objetivamente fuera de la Constitución española. Sánchez ha sometido al PSOE a una operación de taxidermia, que es cuando coges a un animal, le quitas los órganos y luego lo coses. Parece el mismo animal, pero no lo es. Hay una confusión entre el concepto de liderazgo, la jefatura y el caudillaje. Y en la política española hay una sobredosis de jefes y un déficit de líderes.

Felipe González

«Pudo pactar en 1996 con IU y los nacionalistas, y ni se le ocurrió»

– ¿Y a Sánchez en qué epígrafe le sitúa?

– Digamos que es un jefe con pretensiones de caudillo.

– Usted narra cómo a mediados de los setenta el PSOE era un partido débil…

– Bueno, no es que fuese un partido débil, es que se había vuelto invisible para la sociedad española. Estaba prácticamente extinguido salvo algo en el País Vasco, Asturias… En Euskadi estaban los principales referentes. El PSE ahora es una sucursal más del sanchismo.

– Pero el PSOE resucitó.

– Fue un proceso de refundación. Apareció como un partido contemporáneo y comprendió mejor que nadie cuál era el cambio de la sociedad española. Esta fue la gran aportación de Felipe, que además de su capacidad de comunicación y seducción, sabía captar los pulsos de la sociedad.

Resistencia electoral

– Y una vez que se vaya Sánchez, ¿qué futuro le espera al PSOE?

– Pues es probable que la sociedad le dé la espalda. Todos los presidentes han sufrido en algún momento la pérdida de confianza de la sociedad. No sé si Sánchez está en ese punto, pero estará muy cerca. A lo que quede del PSOE, si queda algo, le esperará una larga travesía del desierto.

– ¿Tiene margen para la remontada?

– El PSOE es el único partido que nunca ha bajado del 20%, tiene una resistencia electoral fuerte. Pero Sánchez se enfrenta a varios problemas. Uno, que hay cuestiones que no dependen de él: la evolución de la economía mundial, si entramos en recesión, la inflación… Y dos, que no tiene un año para recuperarse. Antes de las generales están las municipales y autonómicas.

– ¿Son la clave?

– No conozco ningún referente político que pierda unas elecciones de forma contundente y cinco meses después resucite. Y ya ha perdido Andalucía. Del resto de comunidades más importantes, salvo Cataluña, el resto son del PP.

– ¿De ahí que los barones estén temblando?

– Y tienen razones para estar así. La probabilidad de que haya una caída de gobiernos socialistas como fichas de dominó es muy elevada.

– ¿Qué piensa González de Sánchez?

– No lo sé, eso se lo tendrá que preguntar a él.

– ¿No hay ahora una visión demasiado edulcorada de aquella época?

– Hay una historia angelical de la Transición en general, de que fue una cosa como de señores bondadosos. Fue algo muy duro, y no solo por la amenaza golpista y terrorista, sino porque la lucha política fue constante. Pero lo que existe ahora es la interrupción de todos los elementos de cooperación. Y polarización es sinónimo de paralización.