TEODORO LEÓN GROSS-ABC
- Un PSOE en manos de políticos con pocos escrúpulos como Bolaños o María Jesús Montero no va a frenar a Sánchez
Lo sucedido en Galicia anticipa, con seguridad, la tendencia a la que Pedro Sánchez arrastra al PSOE: alianzas con extrema izquierda y nacionalistas para amortiguar su inercia menguante. En Galicia ya es un tercer partido menor, diluido en un bloque nacionalista radical; también en la capital, con liderazgo de Más Madrid; y en Cataluña llevan tiempo bajo la agenda soberanista, como también en el País Vasco, alternando a PNV y Bildu con el entreguismo navarro. Todo esto se viene ahormando desde el Frankenstein de 2018 y tanto más después del 23J con la llamada ‘mayoría progresista’, ficción que funciona por la connivencia de sus altavoces mediáticos y las tragaderas de un electorado sensible a la retórica hueca de la ‘alerta antifascista’. En definitiva, Sánchez lleva al PSOE hacia un Frente Popular, básicamente ya promovido por Pablo Iglesias al modo del cono sur. Como otras ideas de Iglesias, ha sido mimetizada por Sánchez según sus intereses particulares.
El Frente Popular, aunque no cabe confundir la realidad actual con 1936, está arraigado en la memoria sentimental de una izquierda ignorante de su pésima lección histórica. Esa fue la candidatura que, no sin un fraude considerable, se impuso en 1936 con el PSOE más radical junto al Partido Comunista, el Partido Obrero Unificado Marxista (POUM) y los republicanos. El Frente Popular contaba con la extensión catalana del Front de Esquerres de Catalunya, que por cierto obtuvo la amnistía a Companys y los suyos, reapareciendo –ay, los paralelismos fatales– con el mensaje de «volveremos». Los moderados desaparecieron en aquella espiral radical. Sin ánimo de equiparar este 2024 a 1936, sí que se adivina una radicalización del PSOE que necesita a comunistas, antisistema y nacionalistas para conformar ese Frente Popular, como ya sucede en esta legislatura merced a los escaños de la derecha soberanista catalana, liderada por un prófugo en constante agresión a España en el exterior.
El PP tiene que entender mejor el tablero, y le beneficia que Galicia refuerce el mensaje de ‘concentración del voto de la derecha’ mientras el PSOE pierde espacio central con ese Frente Popular. ¿Asumirá el simpatizante de Vox que es más importante esto que el pin parental y otras guerras culturales? De ser así, el centroderecha o la derecha moderada, que es dominante en Europa, estaría ahora mismo en España en números de mayoría absoluta en el Congreso. Enfrente, el PSOE sigue su inercia declinante, con apenas tres barones, o dos y medio, por la tutela navarra, o uno y medio si se saca a Page de la lógica frentepopulista, pero aliado en esa dinámica del Frente Popular con Esquerra, Bildu y BNG, además de comunistas y populistas, según el ensayo general del Frankenstein. Un PSOE en manos de políticos pragmáticos con pocos escrúpulos como Bolaños o María Jesús Montero no va a frenar a Sánchez. Y menos con el orgullo herido.